Capítulo 42: Escalada en la montaña helada de Conaga

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Capítulo XLII

ESCALADA EN LA MONTAÑA HELADA DE CONAGA

Tras descansar en el bosque de Arievant, el grupo decidió finalmente decidió continuar su viaje. Con Erika nuevamente en el equipo, y la integración de un nuevo y poderoso miembro, Eduardo y los demás partieron hacia una nueva aventura.

Su próximo objetivo, la montaña de Conaga, se encontraba en la región más fría de Limaria: el continente norte, famoso por sus paisajes blancos invernales. Esta región era de sobra conocida en el mundo por "el lugar del eterno invierno", puesto que nunca llegaba la primavera y el frío y la nieve se mantenían apenas intacto todo el año. Sin embargo, también eran reconocidas las tormentas y ventiscas que asolaban dicho lugar frecuentemente, debido a los fuertes vientos que soplaban en aquella región.


Con Alana al volante de valor Alado, atravesaron en unas horas el inmenso mar y se dirigieron a toda velocidad hacia el continente norte, dispuestos para su próxima misión.

En la cima de dicha montaña les esperaba Helio, uno de los comandantes de la organización Muerte, con la piedra angular en su poder que robó durante su estancia en el parque temático Gold Saucer. Debían recuperarla cuanto antes y regresar rápidamente al Templo Sagrado para devolvérsela a Mirto, pues sin ella era imposible escuchar las voces de los oráculos y descubrir el secreto para derrotar al monstruo Ludmort.

Sin embargo, la pregunta que a todos les recorría la cabeza, tras derrotar a Alejandro, era la gran duda sobre dicha organización. No sabían si tras la muerte de su líder, la organización Muerte todavía seguía en pie con sus malvados planes, o por el contrario se había disuelto.

En base a esa pregunta sin respuesta, y con la única pista de Helio para determinar un lugar y un objetivo, no tenían más opción que seguir adelante, aún a riesgo de que aquello fuera una trampa.

No sabían lo que encontrarían allí, pero de lo que sí estaban seguros es que Helio no accedería a entregarles sin más la piedra angular, y por ello se habían preparado a conciencia para una nueva batalla. Estaban seguros y dispuestos a darlo todo en la lucha contra el hombre de hielo.


Tal y como Ray había imaginado, ya no podía usar su habilidad del agujero oscuro. Sin duda habría resultado muy útil para el grupo teletransportarse rápidamente de un lugar a otro, pero los últimos y recientes acontecimientos los habían llevado inevitablemente a aquella situación. Al no ser ya el chico de negro miembro oficial de la organización Muerte, no podía usar dicha habilidad.

De ese modo no tuvieron más remedio que viajar por el aire, así que montaron en Valor Alado y partieron a toda velocidad hacia su próximo objetivo.


A medida que avanzaban hacia el polo norte del planeta, la temperatura ambiental disminuía rápidamente con cada minuto que pasaba. Los tripulantes de la aeronave pronto empezaron a temblar y a estornudar, llegando incluso algunos a ponerse enfermos. Aquel cambio brusco de temperatura radical no era nada bueno para la salud física, y la fiebre y la hipotermia no tardaron en aparecer entre los miembros enfermos del grupo. Por suerte la magia curativa, especialista de los magos, se encontraba allí para sanarlos.

Antes de que empeoraran, todos se abrigaron con chaquetas térmicas que cogieron de los armarios de las habitaciones individuales. Seguramente las prendas pertenecieron a Alejandro y a sus antiguos tripulantes humanos, pero a Eduardo y los demás no les importaron en absoluto. En aquellos momentos tenían tanto frío que se pondrían encima cualquier cosa que los mantuvieran calientes y a temperatura ambiental, aunque fuera del enemigo o estuviera en malas condiciones.

Final Fantasy: Memories of a PromiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora