Capítulo 5: Marina

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Capítulo V

MARINA

Era una habitación lúgubre y a oscuras. Una luz pura y resplandeciente comenzó a brillar en el interior cerrado de dos pequeños botes, en cuyo fondo tenía cada uno una gota de sangre. La puerta de la estancia se abrió, y una sombra encapuchada se acercó a la mesa del centro, en la cual había dos botes idénticos, brillando intensamente.

Helio se horrorizó al ver tales luces, pues hasta entonces habían permanecido apagadas e inertes. Sabía lo que aquello significaba, de modo que cogió los recipientes y con los mismos salió de la estancia.

El encapuchado caminó por pasillos y escaleras oscuras, iluminadas únicamente por antorchas. Las paredes de ladrillos sucias y antiguas de aquel tenebroso lugar sólo albergaban polvo, telarañas y olor de tiempos pasados.

Al final de una gran escalera se encontraba una enorme puerta, tétrica y antigua, adornada a ambos lados por siniestras gárgolas de piedra que intimidaban con la mirada a todo aquel que se acercaba.


Helio respiró hondo, abrió la puerta y desapareció en su interior, portando los dos botes brillantes de luces. Entró en una sala tan grande como un salón de baile, y se acercó al altar del fondo, reinado por las sombras. A un lado se encontraba Magno, aparentemente tranquilo como de costumbre, con su mirada asesina clavada en el recién llegado. Nada más ver los botes iluminados supo lo que quería comunicar el hombre de negro:

- Mi señor, vengo expresamente a ti con noticias, lamentablemente malas- anunció Helio hablándole a las sombras.

Unos ojos rojos brillaron en la oscuridad con un aura siniestra y demoníaca, seguidos de una voz muy grave de ultratumba:

- Cuéntame- dijo simplemente la oscuridad.

Helio, con un nudo en la garganta, mostró los dos recipientes y los dejó en el suelo. Al levantarse nuevamente, dijo:

- Los elegidos de la profecía siguen con vida, mi señor. De no ser así, estos botes no brillarían siquiera con un haz de luz. Estas gotas de sangre fueron extraídas de los propios elegidos durante la misión.

- ¿¡Qué!?- exclamó la voz de las sombras.

- Hubo algún que otro fallo en la operación, señor. Magno y yo hicimos todo lo que pudimos, pero...

No pudo terminar de hablar, porque en ese momento una fuerte garra invisible lo sujetó por el cuello y lo alzó en el aire:

- Mando a mis dos mejores hombres para una misión tan simple como matar a un par de críos, y aún así fracasan. No creo que ese encargo sea tan difícil, ¿no?

Mientras le oprimía y cortaba la respiración, Magno intentó defenderle:

- Con el debido respeto, señor, no creo que merezca la pena acabar con su miserable vida. Además, nos hace falta para la operación.

La sombra lo meditó unos segundos, y después dijo:

- Tienes razón.

Inmediatamente lo soltó y éste, respirando a duras penas, dijo:

- Gr...gra...gracias, señor...

- No quiero excusas. Quiero resultados- dijo la oscuridad.

- Por favor...deme...otra oportunidad...le juro...que esta vez...no fallaré- suplicó Helio, todavía sin aliento.

- Llevo demasiado tiempo escuchando la misma frase una y otra vez...de otros muchos que estaban antes que tú, y que siempre aseguraban cumplir con su objetivo la "próxima vez"- explicó la sombra tranquilamente- ¿Y sabes qué? Todos fracasaron y no cumplieron su parte del trato. Supongo que a estas alturas, sabrás lo que les pasa a los que no cumplen con lo prometido, ¿verdad?

Final Fantasy: Memories of a PromiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora