Capítulo 35: Alejandro

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Capítulo XXXV

ALEJANDRO

La calma y la tranquilidad habían vuelto, tras el duro combate que acababan de librar. Muchos no se lo creyeron hasta abrir de nuevo los ojos y ver que realmente había pasado el peligro, que sus jóvenes protegidos estaban bien, y que para mayor sorpresa, junto a ellos se encontraba uno de los magos más famosos y respetados del mundo.

Sin embargo, ninguno de los miembros del grupo se sorprendió tanto como lo hizo Jack, que nada más abrir los ojos su rostro cambió de expresión a sorpresa y perplejidad:

- ¡¡A...Alejandro!!- exclamó, sorprendido.

- El mismo- sonrió él, mientras lo sanaba con la magia Cura+.

- ¿¡Pero qué!? ¿¡Cómo...cuándo has...!?

El mago, como si hubiera visto un espejismo o una ilusión, no paraba de moverse y de temblar, sorprendido por los nervios. Debido a sus repentinos movimientos por tratar de levantarse, también gemía de dolor por sus heridas, todavía demasiado recientes:

- Tranquilízate hombre, que no soy un espejismo- trató de calmarlo el nuevo individuo, que luego lo regañó diciendo- ¡Y deja de moverte tanto, que así no puedo curarte!


Tardó varios segundos pero finalmente Jack asimiló la situación, aunque hizo falta una colleja por parte de Cristal para terminar de relajarlo y tranquilizarlo un poco. Siendo el caso de Jack era bastante comprensible que se pusiera tan emocionado, pues la figura del mago Alejandro era importante para él.

Había crecido desde niño escuchando sus historias e increíbles hazañas, que lo convirtieron en legendario, y le sirvieron a él mismo de inspiración para querer especializarse en el arte de la magia. Era su mayor ídolo desde pequeño, y siempre había querido convertirse en un gran mago como él, tan fuerte y poderoso como por el héroe que era considerado en toda Limaria.


Tras las presentaciones debido a que la última vez que se reunieron no estaban los nuevos miembros del grupo de aventuras, Alejandro les explicó a los demás el desenlace del combate contra el chico de negro de la organización Muerte.

Relató él mismo cómo llegó justo a tiempo para salvar a los elegidos de una muerte segura, cómo surgió Ifrit en el último momento para contraatacar y cómo el guardián de la fuerza se libró sin problemas del enemigo.

Sabiendo que el resto del grupo permaneció inconsciente durante los hechos, Alejandro demostró la veracidad de sus palabras gracias a Eduardo, que asentía con la cabeza y explicaba asombrado la increíble fuerza del G.F. con sus poderosos ataques. Sin duda sabían que el chico no mentía y que estaba diciendo la verdad.


Sin embargo, había una cosa que Eduardo no entendía y le parecía muy extraña. Se dirigió al mago con majestuosa capa y le dijo, confuso:

- Alejandro, ¿puedo preguntarte algo?

- Lo que quieras.

- Hay una cosa que no entiendo. ¿Cómo es posible que apareciera Ifrit? Eres su portador y no estabas en peligro, como nosotros... ¿es que acaso hay otras formas de invocar a un G.F.?

- Ah, eso- respondió él- Bueno, es cierto que para poder invocar a un guardián de la fuerza hay que estar en verdadera situación de riesgo y de peligro. Pero cuando se lleva tantos años enlazado a uno, como es mi caso, el vínculo que mantengo con mi invocación es tan fuerte que puedo llamarlo prácticamente cuando quiera, incluso aunque no esté en peligro.

Final Fantasy: Memories of a PromiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora