Capítulo 28: Escape de la prisión de Oblivia

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Capítulo XXVIII

ESCAPE DE LA PRISIÓN DE OBLIVIA

- ¿¡Qué!?- gritó la sombra, furiosa.

- Así es, señor- repitió Magno, seriamente- Asbel ha caído, al igual que Lectro. Después de todo, no era tan poderoso como parecía.

La oscuridad apretó los puños, emanando una increíble cantidad de tinieblas que se expandía rápidamente por todos los rincones de la sala del trono, y lo envolvía todo a su paso. Sin embargo, el líder de la organización Muerte logró calmarse y controlar su mal humor. Antes de que toda la estancia se tiñera de absoluta oscuridad, las tinieblas se detuvieron y retrocedieron hasta volver al trono de dónde provenían. La sombra pareció tranquilizarse, tras respirar hondo profundamente:

- ¿Qué se podía esperar de un mortal? Sus capacidades y poderes son tan limitados que los hacen utópicamente incapaces de alcanzar el verdadero poder.

Tras un breve silencio, en el que la sombra hizo aparecer con un gesto de mano un tablero de ajedrez frente a él, Magno preguntó:

- ¿Qué hará ahora, señor?

Un caballo negro fue atacado por otro blanco, que lo lanzó fuera del tablero y desapareció envuelto en tinieblas. Las fichas blancas iban ganando terreno y acorralando a las negras. A lo lejos, en el otro extremo del tablero, se encontraban el rey y la reina blanca:

- De momento dejaremos a un lado a los elegidos- respondió la sombra, en tono de reflexión- Tenemos que pensar en nuestro siguiente movimiento.

- ¿Pero no supondrán una amenaza en el futuro? Cada vez son más fuertes, y la clara prueba son Lectro y Asbel- explicó el hombre de negro- Para cuando nos enfrentemos a ellos, quizá no podamos igualar su fuerza.

- Te preocupas demasiado, Magno. Tranquilo, tarde o temprano morirán, ya sea a manos de ti o de Helio como en mis propias manos. Al fin y al cabo son simples y frágiles mortales. Por muy fuertes que sean, les será bastante difícil llegar hasta mí. Y si lo consiguen, ten por seguro que desearan no haber nacido.

- Confío en su palabra, señor.

En ese momento apareció a pocos pasos del hombre de negro un agujero oscuro, del que surgió una figura humana. Sus caderas y cuerpo estilizado delataban una silueta femenina. Tenía la piel pálida y el color del cabello morado igual que sus ojos violeta. El sello maldito de Ludmort lucía en su cuello, al igual que el manto negro típico de la organización Muerte. La mujer aparentemente joven habló sensualmente dirigiéndose a su compañero:

- Magno, tan serio y misterioso como siempre.

- Sigues conservándote bien a pesar de tus setenta años, Venigna.

La mujer de negro sonrió maléficamente, tras pasar su lengua por los labios y saborearlos con gusto:

- Ya ves lo que puede hacer la sangre de una chica radiante de belleza. Te mantiene joven y hermosa.

La oscuridad los irrumpió en ese momento, para tratar de asuntos más importantes. Sabía el motivo por la visita de la bruja, de modo que cortó el rollo y fue directamente al grano:

- Venigna, ¿cómo va el plan?

- Todo está saliendo tal y como lo habíamos planeado- sonrió maquiavélicamente la mujer de negro- Tengo a todos los estianos comiendo de mi mano. Realmente creen que soy la elegida enviada por los dioses, la que los guiará hacia la victoria- y luego añadió, con una sonrisa malvada- Los humanos son tan ingenuos.

La sombra lo entendió como una buena señal, y sonrió también diabólicamente. Sus ojos rojos brillaban en medio de la oscuridad y su voz profunda resonó en toda la estancia:

Final Fantasy: Memories of a PromiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora