Capítulo 43: Una terrible verdad

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Capítulo XLIII

UNA TERRIBLE VERDAD

Eduardo abrió los ojos de repente, sorprendido por el inquietante y estruendoso ruido a su alrededor. Se quedó atónito y perplejo al descubrir que estaba en la cubierta superior exterior de Valor Alado, junto a sus amigos. Justo cuando se preguntaba qué hacían todos allí, bastó ver las caras horrorizadas de los demás mirando al cielo para intuir que algo malo ocurría.

El chico hizo lo mismo que ellos. Alzó la vista al cielo, y la expresión pálida y aterrada se reflejó en su rostro como si hubiera visto un fantasma. Con los ojos y la boca muy abierta, el cuerpo de Eduardo se estremeció y paralizó en cuestión de instantes, mientras su corazón encogido y asustado palpitaba débilmente entre dos latidos.

A pesar de no haber visto nunca lo que contemplaban sus ojos, en su interior sabía muy bien lo que era aquello:

- ¡Eso...eso es...!- dijo Ray, temblando y sin palabras.

El grupo entero lo conocía, y la clara prueba de ello era el profundo miedo y terror que sentían en aquellos momentos. La pesadilla por la que tanto ellos como el mundo entero temían por fin había cobrado forma, y su presencia allí borraba toda esperanza posible de salvación. La primera parte de la profecía se había cumplido, y con ella lo acompañaba el día del fin del mundo:

- ¡Ése es...Ludmort!- afirmó Alana, completamente horrorizada.


Aquella aberración de la naturaleza era imposible de describir con palabras. El ser que amenazaba con destruir el planeta se trataba de una colosal criatura de volumen y proporciones continentales, con un ancho cuerpo revestido de negro y dotado de unas grandes alas demoníacas. Sus poderosas patas y garras de uñas afiladas, además de sus colmillos, le daban un aspecto mucho más peligroso.

Sumado al imponente horror que provocaba sólo su mera presencia, el diabólico rostro de ojos amarillos de su cara tan sólo transmitía miedo y terror, hasta límites que incluso los más valientes no esperaban. Lo más escalofriante de todo era que el monstruo desbordaba materia oscura por los cuatro costados, y parecía que todo su cuerpo estuviera hecho a base de la más absoluta oscuridad.

Tal y como lo describían las antiguas leyendas desde tiempos ancestrales, Ludmort era un todopoderoso monstruo capaz de destruir fácilmente la vida y la existencia de todo cuanto conocían, y desgraciadamente nadie más en el mundo podía detenerlo salvo dos personas.


Esas dos personas se encontraban ahora frente a Ludmort, dispuestas y preparadas para cumplir con su objetivo. Se habían preparado a conciencia a lo largo de su viaje para el duro trabajo que iban a hacer. Había llegado la hora de la verdad.

El planeta y el mundo de Limaria temblaban bajo sus pies, a pesar de que estuvieran a lomos de Valor Alado y volando en el aire. La llegada de Ludmort al mundo provocaba el desequilibrio de éste, y los devastadores desastres naturales llenaban de caos y destrucción el mundo de Limaria.

Incontables terremotos, inundaciones, tornados, erupciones y tormentas asolaban la mayor parte de los rincones del planeta, desatando en su conjunto el verdadero fin del mundo.


El mago se dirigió rápidamente a los dos jóvenes, gritando:

- ¡¡Erika, Eduardo, ahora os toca a vosotros!!- exclamó Jack- ¡¡Llamad a los G.F.!!

La joven asintió firme y decidida con la cabeza, e hizo aparecer mágicamente en sus manos la vara mágica. El chico, todavía sorprendido al verse de repente en aquella situación límite, tardó bastante en reaccionar. Al igual que su compañera, hizo aparecer por arte de magia su llave espada en las manos, y ambas armas sagradas comenzaron a brillar con una intensa luz dorada y plateada, respectivamente.

Final Fantasy: Memories of a PromiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora