Capítulo 34: Ifrit, el espíritu demoníaco del fuego

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Capítulo XXXIV

IFRIT, EL ESPÍRITU DEMONÍACO DEL FUEGO

- Ahí va una menos- dijo una voz profunda, mientras veía moverse un alfil blanco y tiraba a uno de sus caballos negros, que caía fuera del tablero de juego y desaparecía fugazmente antes de llegar al suelo.

- Qué irónico- rió maléficamente la sombra- Su propio poder la llevó a la muerte. En cierto modo resulta gracioso.

Uno de sus subordinados vestido de negro, Magno, se encontraba a unos metros de distancia del trono. Lo miró seriamente mientras decía, sin vacilar:

- Señor, esto no contaba en nuestros planes. ¿Qué haremos ahora que Metroya es libre?

La oscuridad no se molestaba en mirarle, sólo se concentraba en contemplar el tablero de ajedrez que flotaba frente a él:

- Hemos subestimado la fuerza de los elegidos de la profecía y de sus guardianes mientras llevábamos a cabo los últimos preparativos para el acto final. La muerte de Venigna es sólo un adelanto de las terribles consecuencias que están aún por llegar.

Magno lo miraba con indiferencia y le preguntó seriamente:

- ¿Qué quiere decir, señor?

- Mucho me temo que los elegidos se están convirtiendo en una seria amenaza para nuestros planes, para la organización e incluso para nosotros mismos- explicó la sombra, tranquila y serena, que luego dirigió una mirada de odio y reproche al hombre de negro- Si hubiéramos acabado con ellos desde el principio, nada de esto supondría un problema. Nunca pensé que un par de mocosos llegarían tan lejos.


Magno no pronunciaba palabra, ante los aterradores ojos rojos que brillaban en la oscuridad del trono y que clavaban su mirada en él. El hombre de negro mantuvo la calma en todo momento, incluso cuando parecía que la sombra iba a atacarle. No tenía miedo del terrible poder de su superior. Tras unos segundos, el líder de la organización Muerte pareció calmarse un poco, retomando la tranquilidad en sus palabras:

- Las cosas se nos están yendo de las manos, hasta tal punto de poner en peligro nuestro plan. Y por lo tanto, hay que tomar medidas al respecto.

- ¿Y qué sugiere hacer, señor?

- Tú serás el nuevo rey de Metroya- le indicó la sombra- Encárgate de dirigir a las tropas estianas a la gran guerra y de acabar lo que empezó la bruja.

- Sí, mi señor- asintió él.

Tras eso, Magno hizo un gesto de mano con el que apareció un agujero oscuro a su lado, y al internarse en él, desapareció de la sala sin dejar rastro. En el mismo momento en que Magno se fue de la estancia, la oscuridad volvió de nuevo la vista al tablero de ajedrez que tenía delante. Movió uno de sus alfiles negros hasta un punto desde dónde podía amenazar sin peligro a una torre blanca. Como si alguien invisible estuviera jugando con él, un peón blanco se interpuso entre el alfil y la torre, protegiendo así a su amiga blanca.


La sombra suspiró. Sabía que los guardianes no le dejarían llegar tan fácilmente hasta su objetivo. Se estaban haciendo tan fuertes como los portadores de las armas sagradas, llegando a convertirse en otro importante problema fuera de sus predicciones iniciales. Le venían muchísimas dificultades encima y jamás pensó que la situación se complicaría tanto.

Por primera vez temió por el equilibrio de la organización Muerte y por el desenlace de su plan de conseguir la materia suprema y de crear el nuevo mundo perfecto. Sin embargo, aún a pesar de sus temores, lograba mantener la calma. Mientras observaba el tablero de juego, dijo tranquilo y serenamente:

Final Fantasy: Memories of a PromiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora