CAPÍTULO 5.

6.4K 553 54
                                    

*En la casa de unos mellizos que van en mi colegio, con lo cuales, tuve sexo hasta quedar inconsciente*

Sonreí nerviosamente, nunca en mi vida había mentido, pero esta vez debería hacerlo.

Me separé unos centímetros de su calor maternal.

-En la biblioteca –Traté de sonar lo más tranquilo posible-

-René –Me dijo con desconfianza- La biblioteca cierra cuando ustedes salen del colegio, a las 12:00 a.m.

Maldición.

-Está bien –Dije derrotado- Estuve... En la casa de... Una amiga... Sí, una amiga.

*Que me crea, por Dios que me crea*

-René Castillo –Sonrió cómplice- ¿Andas de galán y yo no me había enterado?

*Gracias Dios*

-Sí, algo así –Retorcí mis dedos con nerviosismo-

Sin borrar la sonrisa de su rostro, me tomó del brazo y entramos a la casa. Luego de cenar unas hamburguesas caseras, subí a mi cuarto.

Entré y cerré la puerta, me recosté en ella y sonreí extasiado.

Mordí mi labio inferior, corrí hasta mi escritorio y tomé mi computadora. Mientras la encendía, caminé hasta mi cama.

Me senté y contuve la respiración. Me dolía TODO.

Estuve unas horas navegando en la web, haciendo los deberes del colegio y leyendo sobre... Alguna cosa por ahí...

Cuando el sueño comenzó a adormecerme, apagué y cerré la computadora. Entré en el baño, me di una ducha, cepillé mis dientes y volví a mi cama.

Me cubrí con las sábanas y hasta mañana...

A LA MAÑANA SIGUIENTE:

El sol alumbró de lleno en mi rostro, giré en la cama y le di la espalda... Un momento...

Tomé mi reloj que estaba sobre la mesa de noche, ¡No puede ser! Era las 10:45 a.m. Me quedé dormido, la maldita alarma no sonó.

Gruñí y miré el techo, mi mamá seguramente había salido, ella a veces me llamaba para ir al colegio.

Luego de pasar unos minutos examinando el techo decidí levantarme, cuando hice el intento de sentarme en la cama gemí y cerré mis ojos.

*Dios que dolor*

Me puse de costado y así me levanté, fui al baño, cepillé mis dientes, me duché, salí y busqué algo de ropa cómoda.

Una camiseta azul y unos pantalones cortos blancos, dejé de lado la idea de ponerme algún calzado, estaba en mi casa...

Salí a duras penas de mi cuarto, llegué a la cocina y me senté en una butaca.

Un agudo dolor atravesó mis muslos y se concentró en mi pelvis haciéndome contener la respiración.

No me quería mover, mi cuerpo aún seguía muy adolorido.

Apenas tuve 5 minutos y como la vida me odia sonó el teléfono de la sala.

Junté mis piernas, contuve el aliento y de un salto me bajé, mis pulmones se desinflaron junto con el gemido que salió de mi garganta.

Maldije cosas irreproducibles y caminé como pingüino hasta el teléfono que no paraba de sonar.

-¿Quién? –Pregunté bruscamente-

-¡Uy, que genio! –Escuché una risa ahogada del otro lado de la línea-

-Lo siento Damián –Dije y me senté-

Sentí como una lágrima resbalaba por mi mejilla, un dolor se concentró en mi entrepierna y jadeé sin querer.

-Auch.

-René, ¿Estás bien?

-Si –Respondí con voz estrangulada de dolor- Muy bien...

-¿Seguro? Pareces estar sufriendo...

-No, no, no –Negué rápidamente- Es sólo que... Atropellé la mesa de living.

-Bueno –Dijo dudoso-

-¿Cómo supiste que mi madre estaba histérica? –Pregunté cambiando radicalmente de tema-

-Porque la conozco y veo que acerté –Rió- Te desapareciste toda la tarde, cualquiera se asustaría.

-¿Tú también te preocupaste por mí?

-Por supuesto que sí René, eres como mi hermano y te quiero mucho –Mi corazón latió rápidamente-

Me quedé sin palabras, miraba la mesita de living y su vidrio azulado transparente.

-¿Hola? –La voz de Damián me sacó de ese trance- ¿Estás ahí?

Di rienda suelta a una sonora carcajada, cielos, jamás me había reído así.

-Me acabas de reventar el tímpano...

-Como si tu risa perfecta.

-Mi risa es perfecta –Dijo engreído y reí-

-Cambié de opinión...

-Algo muy común en ti –Me interrumpió-

-Cállate –Reí- Cuando salgas del colegio...

-René, hoy es sábado.

-¡¿Qué?! –Miré el calendario de mi mamá-

24/11/1998.

-No puede ser –Murmuré-

-¿En qué mundo vives?

-En uno muy avanzado para tu inocencia de niño bueno...

Hablamos por unos momentos más, cuando terminé la llamada encendí el televisor, invité a Damián a almorzar y pasaría la tarde aquí en mi casa.

Estaba tan ansioso por la visita de mi amigo que me paré de golpe del sillón y chillé como si me estuvieran degollando.

Una punzada ahí abajo.

Sorbí mi nariz hacia adentro, caminé como pude hasta la cocina, busqué algo para comer y encontré pre-pizza.

Abrí la heladera, vi unas fetas de queso barra, tomate fruta y jamón. Tomé una bandeja, la aceité y coloqué la pre-pizza, luego el jamón, el tomate y finalmente el queso.

Puse mi almuerzo en el horno, volví a la sala y sonó el timbre.

Si hubiera podido correr, lo habría hecho, pero apenas podía caminar así que fui hasta la puerta con una lentitud de tortuga.


Me Gustas AsíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora