*En la casa de unos mellizos que van en mi colegio, con lo cuales, tuve sexo hasta quedar inconsciente*
Sonreí nerviosamente, nunca en mi vida había mentido, pero esta vez debería hacerlo.
Me separé unos centímetros de su calor maternal.
-En la biblioteca –Traté de sonar lo más tranquilo posible-
-René –Me dijo con desconfianza- La biblioteca cierra cuando ustedes salen del colegio, a las 12:00 a.m.
Maldición.
-Está bien –Dije derrotado- Estuve... En la casa de... Una amiga... Sí, una amiga.
*Que me crea, por Dios que me crea*
-René Castillo –Sonrió cómplice- ¿Andas de galán y yo no me había enterado?
*Gracias Dios*
-Sí, algo así –Retorcí mis dedos con nerviosismo-
Sin borrar la sonrisa de su rostro, me tomó del brazo y entramos a la casa. Luego de cenar unas hamburguesas caseras, subí a mi cuarto.
Entré y cerré la puerta, me recosté en ella y sonreí extasiado.
Mordí mi labio inferior, corrí hasta mi escritorio y tomé mi computadora. Mientras la encendía, caminé hasta mi cama.
Me senté y contuve la respiración. Me dolía TODO.
Estuve unas horas navegando en la web, haciendo los deberes del colegio y leyendo sobre... Alguna cosa por ahí...
Cuando el sueño comenzó a adormecerme, apagué y cerré la computadora. Entré en el baño, me di una ducha, cepillé mis dientes y volví a mi cama.
Me cubrí con las sábanas y hasta mañana...
A LA MAÑANA SIGUIENTE:
El sol alumbró de lleno en mi rostro, giré en la cama y le di la espalda... Un momento...
Tomé mi reloj que estaba sobre la mesa de noche, ¡No puede ser! Era las 10:45 a.m. Me quedé dormido, la maldita alarma no sonó.
Gruñí y miré el techo, mi mamá seguramente había salido, ella a veces me llamaba para ir al colegio.
Luego de pasar unos minutos examinando el techo decidí levantarme, cuando hice el intento de sentarme en la cama gemí y cerré mis ojos.
*Dios que dolor*
Me puse de costado y así me levanté, fui al baño, cepillé mis dientes, me duché, salí y busqué algo de ropa cómoda.
Una camiseta azul y unos pantalones cortos blancos, dejé de lado la idea de ponerme algún calzado, estaba en mi casa...
Salí a duras penas de mi cuarto, llegué a la cocina y me senté en una butaca.
Un agudo dolor atravesó mis muslos y se concentró en mi pelvis haciéndome contener la respiración.
No me quería mover, mi cuerpo aún seguía muy adolorido.
Apenas tuve 5 minutos y como la vida me odia sonó el teléfono de la sala.
Junté mis piernas, contuve el aliento y de un salto me bajé, mis pulmones se desinflaron junto con el gemido que salió de mi garganta.
Maldije cosas irreproducibles y caminé como pingüino hasta el teléfono que no paraba de sonar.
-¿Quién? –Pregunté bruscamente-
-¡Uy, que genio! –Escuché una risa ahogada del otro lado de la línea-
-Lo siento Damián –Dije y me senté-
Sentí como una lágrima resbalaba por mi mejilla, un dolor se concentró en mi entrepierna y jadeé sin querer.
-Auch.
-René, ¿Estás bien?
-Si –Respondí con voz estrangulada de dolor- Muy bien...
-¿Seguro? Pareces estar sufriendo...
-No, no, no –Negué rápidamente- Es sólo que... Atropellé la mesa de living.
-Bueno –Dijo dudoso-
-¿Cómo supiste que mi madre estaba histérica? –Pregunté cambiando radicalmente de tema-
-Porque la conozco y veo que acerté –Rió- Te desapareciste toda la tarde, cualquiera se asustaría.
-¿Tú también te preocupaste por mí?
-Por supuesto que sí René, eres como mi hermano y te quiero mucho –Mi corazón latió rápidamente-
Me quedé sin palabras, miraba la mesita de living y su vidrio azulado transparente.
-¿Hola? –La voz de Damián me sacó de ese trance- ¿Estás ahí?
Di rienda suelta a una sonora carcajada, cielos, jamás me había reído así.
-Me acabas de reventar el tímpano...
-Como si tu risa perfecta.
-Mi risa es perfecta –Dijo engreído y reí-
-Cambié de opinión...
-Algo muy común en ti –Me interrumpió-
-Cállate –Reí- Cuando salgas del colegio...
-René, hoy es sábado.
-¡¿Qué?! –Miré el calendario de mi mamá-
24/11/1998.
-No puede ser –Murmuré-
-¿En qué mundo vives?
-En uno muy avanzado para tu inocencia de niño bueno...
Hablamos por unos momentos más, cuando terminé la llamada encendí el televisor, invité a Damián a almorzar y pasaría la tarde aquí en mi casa.
Estaba tan ansioso por la visita de mi amigo que me paré de golpe del sillón y chillé como si me estuvieran degollando.
Una punzada ahí abajo.
Sorbí mi nariz hacia adentro, caminé como pude hasta la cocina, busqué algo para comer y encontré pre-pizza.
Abrí la heladera, vi unas fetas de queso barra, tomate fruta y jamón. Tomé una bandeja, la aceité y coloqué la pre-pizza, luego el jamón, el tomate y finalmente el queso.
Puse mi almuerzo en el horno, volví a la sala y sonó el timbre.
Si hubiera podido correr, lo habría hecho, pero apenas podía caminar así que fui hasta la puerta con una lentitud de tortuga.
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Me Gustas Así
Teen FictionRené Castillo era un chico de 17 años, estudiante aplicado e hijo ejemplar, pero detrás de esa fachada de niño bueno había un gran secreto. Era homosexual. No se avergonzaba de su orientación, pero tampoco podía andar gritándola a los cuatro vientos...