CAPÍTULO 44.

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Narra Damián:

Luego de dos semanas sin Jake, mis tíos decidieron regresar a México. Yo fui a mi cuarto para juntar las cosas de mi primo.

Saqué de mi closet su ropa, rebusqué en los cajones para ver si no había puesto nada allí.

Metí mi mano hasta el fondo y mis dedos palparon algo, lo tomé. Al mirarlo, parecía un libro y estaba envuelto con un paño negro.

Fruncí el ceño y lo desenvolví, curioso, lo abrí y ojeé sus hojas.

¡Era el diario personal de mi primo!

Abrí los ojos enormemente y miré por encima de mi hombro por si alguien me descubría revisando eso.

Fui hasta la puerta y la cerré, me apoyé en ella y apreté el diario contra mi pecho.

*No puedo dejar que mis tíos lean su contenido*

*Posiblemente, ellos ni siquiera sabían que Jake era homosexual*

*¿¡Y qué pasa si escribió lo que hicimos!?*

*¡Con menos razón dejaré que se lo lleven!*

Con el corazón en la garganta fui hasta mi cama y comencé a leer.

Narra René:

Me desperté temprano y fui a darme un baño de agua fría. Mi mamá llamó a la puerta y me ofreció el desayuno.

Sonreí.

-¡Ya voy! –Dije y cerré la ducha-

Salí con una toalla envuelta en la cadera, suspiré y abrí mi closet en busca de algo cómodo para ponerme, la verdad es que el calor aquí es inaguantable.

Encontré una camiseta de tela liviana y un pantalón corto blanco.

Luego de arreglarme fui corriendo a la cocina, Evangelina sonrió al verme y le devolví el gesto.

Me senté y froté mis manos con ansiedad al ver el desayuno que tenía enfrente, tomé una tostada y le di un mordisco.

-Extrañé mucho esto de desayunar contigo, René –Levanté la mirada y tragué forzosamente la tostada-

-Mamá...

-No, soy la culpable de todo –Sus ojos se fijaron en mí, idénticos a los míos- Cuando te fuiste con "esos" –Reí ante su forma de mencionar a los mellizos- Pensé que era lo correcto, pero con el paso del tiempo me di cuenta de que mi amor de madre era más fuerte que la opinión de los demás.

Sentí que se inundaban los ojos de lágrimas, me levanté de la silla y rodeé la mesa para sentarme en su regazo y abrazarla.

-Te quiero mucho René –Acarició mi cabello- No dejaré que nadie te haga daño.

-Mamá –Susurré emocionado-

Narra Damián:

A medida que pasaba las páginas del diario, se me iba formando un nudo en la garganta.

Sentí húmedas las mejillas y sollocé, no podía creer lo estaba escrito allí.

Sábado 15 de diciembre de 1998.

"Hoy llegamos a San Diego, estoy emocionado por ver a mis tíos y a Damián"

*Ok, hasta aquí todo bien*

Ese sábado fuimos al bar donde trabajaba René, sonreí ante el recuerdo, a la madrugada del domingo nos dimos nuestro primer beso y fue muy especial.

Salteando algunas fechas, descubrí unas hojas donde tenía fechas continuas. Jake había estado escribiendo todos los días, un mes antes de su muerte.

A partir del 15 de enero de 1999, justo un mes después de su llegada, él empieza a escribir sus síntomas extraños y encuentros con Gerónimo Hernández.

Cansancio, dificultad para respirar, palidez, sangrado nasal... Esas son algunas de las cosas que describía mi primo en su diario.

¿Y por qué el estúpido no dijo nada?

Gruñí, la leucemia no tiene cura. Pero aun así, Jake ignoró los síntomas creyendo que eran pasajeros y que pronto se mejoraría.

Hace dos semanas, se había desmayado en mi cuarto. Recuerdo que su piel se veía más pálida de lo normal y tenía moretones en los brazos.

*¡Moretones!*

*¿Gerónimo tenía algo que ver con los moretones?*

Supongo que sí, eso no quiere decir que él lo golpeara... Ustedes entienden, ¿Verdad?

-Gerónimo es un salvaje –Me había dicho una vez-

Sonreí y negué con la cabeza, espero que el mellizo haya hecho feliz a Jake bajo las sábanas.

Dejé el diario sobre mi cama y tomé el celular, marqué el número de René.

-Hola –Respondió-

-Buenos días –Dije sensualmente- ¿Estás disponible?

-Damián –Se quejó- Son las 08:45 a.m. ¿Y ya quieres sexo?

-¿¡Eh!? –Exclamé en un chillido- No era para eso que te llamaba, pero si tienes ganas, soy todo tuyo.

Él rió.

-Eres un idiota.

Sonreí, hablamos por un largo rato. Yo caminaba de un lado a otro por mi cuarto.

Corté la llamada, guardé toda la ropa de Jake dentro de su maleta y escondí el diario debajo de mi almohada.

Salí de mi habitación y bajé las escaleras.

Mis tíos tomaron la valija y se despidieron de nosotros.

Wendy se veía demacrada, con ojeras y desganada. La abracé con fuerza.

-Que les vaya bien, tía.

-Volveremos muy pronto, Damián –Nos separamos y besó mi mejilla –Saluda a René de mi parte –Me guiñó un ojo-

Se me subieron los colores al rostro, ella sonrió a medias.

-No te preocupes –Palmeó mi antebrazo- No le diré a nadie –Se volteó y tomó de la mano a Óscar-

Sonreí, tenía una cómplice.

-¿Qué es lo que no le dirá a nadie, Damián? –La voz de mi padre me sobresaltó- ¿Qué tienes con René?

El aire se me fue del cuerpo.

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