CAPÍTULO 8.

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Narra Damián:

La enfermera me dijo que Gerónimo se había quedado con mi amigo, yo no podía porque tenía una materia pendiente para rendir y Rafael también.

Me eximí con un nueve en física, ya estaba salvado.

Luego de rendir el examen había usado el teléfono de la escuela para llamar a Evangelina y contarle lo de René.

-Evangelina, escúchame... Si ya sé que lo quieres mucho pero... Él está bien, sí te lo juro... Yo estoy en clases... No, no lo dejé solo... Un amigo está cuidándolo, tranquila... No es necesario que vengas...

Intentar aplacar la preocupación de una madre sobreprotectora es muy difícil.

Sabía que René estaba mejor, había estado inconsciente media hora más o menos.

Pasó el resto de la mañana en la enfermería. En el segundo recreo fui a verlo, antes de abrir la puerta miré por el vidrio de la ventana para ver si estaba despierto y lo que vi no me gustó nada.

Gerónimo estaba recostado sobre él y René le acariciaba el cabello y la espalda.

*Demonios*

¿Esto que sentía eran celos?

Puf. Por favor, no puedo sentir celos por mi mejor amigo... ¿O sí?

No, definitivamente no. Pero es que... No, no, no y no.

Gerónimo se culpaba de lo que pasó, René sólo estaba consolándolo ¿Verdad?

Respiré profundamente.

-¿Qué estoy sintiendo? –Murmuré para mí mismo- ¿Por qué quiero ser yo quien esté así con él?

Salí casi corriendo de allí, fui al patio y me senté en el borde del piso.

Quizás SI estaba celoso, René nunca había tenido otros amigos, sólo yo. Por eso verlo con los mellizos me produce estas sensaciones extrañas.

Asentí conforme con mi hipótesis. Sí, de seguro eso me pasaba.

Narra René:

La respiración de Gerónimo me hacía cosquillas en el cuello, yo jugaba con su cabello desmechado, estaba más tranquilo y eso me gustaba.

Esperaba ansioso el momento en que la puerta se abriera y por ella entrara Damián.

Miré el reloj que estaba colgado en la pared frente a la camilla, eran casi las 10:45 a.m. ya había sonado el timbre del segundo recreo.

Luego sentí las lágrimas acumularse en mis ojos, mi mejor amigo, mi hermano, no había venido ni siquiera a ver si seguía con vida.

Suspiré y una primera lágrima se deslizó por mi mejilla. Gerónimo levantó la cabeza.

-¿Te duele algo? –Dijo alarmado y escapó de mis brazos- ¿Quieres que llame a la enfermera?

Negué con la cabeza al tiempo que rompía en llanto, me cubrí el rostro con las manos y me abandoné las lágrimas.

En ese momento se abrió la puerta, miré y era Rafael, él se acercó rápidamente.

-¿Qué sucede? –Preguntó sentándose a mi lado-

-Damián... -Dije atragantándome con mi propio llanto- No ha... Venido a... Verme...

-Maldición –Murmuró Gerónimo- Ya vuelvo –Avisó antes de salir por la puerta-

-Ya –Rafael apoyó su cabeza en mi hombro- Tranquilo.

Suspiré, de pronto, una pensamiento atravesó mi cabeza; Mi mamá.

-¿Le dijeron a mi madre lo que pasó?

-Sí, creo que Zamora la llamó esta mañana –Frotaba mi brazo para reconfortarme-

-Qué bueno –Mis nervios se aplacaron y respiré con normalidad- Aunque es extraño que no haya venido.

Rafael besó mi mejilla y sentí que me ruborizaba...

Narra Damián:

Sentí una mano en mi hombro y di un respingo, Gerónimo se sentó a mi lado, su mirada azul se perdía en la pared que estaba frente a nosotros del lado contrario del patio.

-¿Cómo está René?

-Bien –Dijo seco- Pero quiere tu visita.

-No lo creo –Respondí de la misma manera- Estaba muy cómodo contigo.

De reojo vi su sonrisa, enarcó una ceja y me miró.

-¿Celoso?

Quedé sin palabras, no sabía que responderle. El silencio dominó la situación, Gerónimo negó divertido con la cabeza y volvió a mirar al frente.

-Lo quieres mucho –Afirmó-

-Exacto –Asentí-

-¿Entonces qué estás esperando? –Dijo molesto- Ve a verlo de una maldita vez...

-Ya, te me calmas –Exclamé empujándolo levemente-

Rió, al menos, no había rencores entre nosotros. Me levanté y fui hasta el cuarto de René.

Cuando me paré frente a la puerta, extendí mi mano para tomar el picaporte pero algo me detuvo.

Una punzada en medio del corazón, Rafael estaba acariciando a René.

Cerré los ojos y volví a abrirlos, empujé la puerta bruscamente.

-Lárgate Rafael –Dije serio- René y yo tenemos que hablar...

B6d

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