Pasaron los minutos hasta que sonó el timbre, me paré de un salto y fui a abrir la puerta. Al hacerlo, me encontré con los mellizos que chorreaban de pies a cabeza.
Gerónimo sonrió a modo de disculpa y Rafael me miraba fijamente.
-¿Qué te pasó allí? –Dijo al ver mi labio partido e hinchado-
La comisura izquierda de mi boca se curvó en una mueca y se miraron de reojo.
-Damián Zamora –Gerónimo casi gruñó su nombre-
Asentí, se acercaron a mí y me estrecharon entre sus fuertes brazos. Temblé, estaban mojados y fríos.
Quería desahogarme con alguien, contarle mis cosas, podía confiar en ellos, eran mis amigos incluso más que Damián, les tengo mucho cariño y creo que me corresponden.
Suspiré y nos separamos. Ambos fruncieron el ceño haciéndome sonreír como idiota enamorado.
-Vengan –Los tomé del brazo a cada uno y los llevé a la sala-
-Tu casa es muy espaciosa –Dijo Gerónimo mirando a todos lados-
-Y acogedora –Secundó Rafael-
-Gracias –Los invité a sentarse-
Ellos se quedaron callados, esperando que yo comenzara a hablar. Tragué saliva y les conté todo lo que pasó en la tienda con Damián.
Rafael apretaba los puños con odio, su hermano, en cambio, miraba el piso como pensativo.
Mis ojos se aguaron, pero los cerré con fuerza para evitar que cayeran más lágrimas. No podía seguir llorando por Damián, no se merecía mi dolor, además, seguramente él debía estar feliz de la vida mientras yo estaba a punto de tener un ataque de histeria.
-No me insultó ni nada, sólo se quedó parado y...
-¿Vas a seguir defendiéndolo? –Gerónimo me miró enojado- Él no te acepta como eres René, esto algún día iba a suceder, nosotros siempre lo supimos.
-¿Por qué no me dijeron? –Me crucé de brazos como un niño pequeño-
-Porque pensamos que era lo mejor, además, Zamora no nos quería cerca de ti y si te decíamos algo, lo ibas a defender –Rafael enarcó una ceja- ¿O me equivoco?
Hice un puchero patético y desvié la mirada, me conocían bien, pero ese René se quedó en el pasado, no iba a encerrarme a llorar por Damián, la vida continúa señores...
Sentí las manos de Gerónimo en mis mejillas, giró mi rostro para que lo mirara. Sus ojos azules casi me hicieron babear.
-Te queremos mucho René –Murmuró pegando su frente a la mía- Y mataremos a Damián Zamora, cada lágrima tuya será un puñetazo en su cara.
Abrí la boca para hablar, pero los labios de Gerónimo cubrieron los míos en un beso que me dejó sin aliento.
*Nosotros cuidaremos de ti*
Jadeé al recordar sus palabras la primera vez que estuvimos juntos.
-No te puedes oponer –Se separó unos centímetros- Si no quieres que lo golpeemos, entonces, aléjate de él.
Eso sí podía aceptar, irme lejos sería lo mejor, porque la idea de que lo golpearan me revolvía el estómago.
-Está bien –Asentí- Pero los necesito, por Dios...
Me paré, Gerónimo miró a su hermano y este también se levantó, comenzó a acercarse y me tomó de la nuca para fundir sus labios con los míos.
Y en ese momento se abrió la puerta principal.
-¡René Castillo! –Chilló mi madre con voz ahogada-
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Me Gustas Así
Teen FictionRené Castillo era un chico de 17 años, estudiante aplicado e hijo ejemplar, pero detrás de esa fachada de niño bueno había un gran secreto. Era homosexual. No se avergonzaba de su orientación, pero tampoco podía andar gritándola a los cuatro vientos...