Llegamos al club, mi papá se bajó y le abrió la puerta a mi madre, la cual, llevaba puesto un costoso vestido de gala.
Mi padre con su irremplazable esmoquin negro que lo hacía parecer más alto.
Entré primero que ellos, adentro era un barullo, estiré mi cuello lo más que pude por encima de la gente.
Luego de mirar unos minutos, caí en cuenta de que jamás encontraría a René en esta fiesta.
Luego vi a Rafael, estaba recostado en la pared cerca del baño fumando un cigarrillo. Me acerqué a él.
Cuando levantó la mirada, sus ojos azules se oscurecieron hasta parecer zafiros, tragué saliva nerviosamente.
-¿Qué quieres Zamora? –Exhaló un poco de humo por la boca-
-¿Dónde está?
-¿Quién?
-René –Él frunció el ceño y se paró en toda su estatura-
-¿Por qué no lo dejas en paz? Ya bastante sufrió por ti.
Sentí que mi corazón se estrujaba y las lágrimas quemaron mis ojos.
-Como si a ti te importara sus sentimientos –Un nudo se formó en mi garganta-
-Me importan más de lo que te imaginas.
-Yo soy su mejor amigo...
-Dejaste de serlo en el momento en que lo apartaste de ti.
-No lo aparte de mí.
-Ajá, ¿Por qué entonces cuando fuimos a su casa estaba hecho un mar de lágrimas por tu culpa?
-Ustedes se están aprovechando de su inocencia.
Rafael dio rienda suelta a una carcajada.
-René no tiene nada de inocente...
Narra René:
-¿Qué quieres? –Lo miré de arriba abajo-
-Tranquila princesa, vengo en son de paz –Rió Javier-
Javier Bustamante, delantero del equipo de fútbol y amigo de Damián. Lo odio.
-¿Cómo me llamaste? –Mudé unos pasos hacia el rubio-
-Por favor –Siguió riendo- Ya todo el colegio sabe que te gusta que te den bien duro...
-René, mira lo que... -Gerónimo se quedó parado con el plato de comida en sus manos- ¿Tu otra vez? ¿Qué nunca te cansas?
Javier examinó al mellizo con la mirada y sonrió burlonamente.
-Con tal de devolverte la paliza que me diste, no, nunca me canso.
-Cuidado con tu tono Bustamante –La voz de Gerónimo sonó parecida a la de Rafael-
Me estremecí interiormente.
-Vaya Gerónimo –Me empujó y se acercó al castaño- Tienes unos gustos muy peculiares –Rió y se volteó a verme- Mira que hacerlo con la princesa debes estar muy necesitado de sexo...
El puñetazo que recibió Javier lo hizo trastrabillar, de su labio comenzó a brotar un hilito de sangre que rápidamente se secó con la manga de su camisa.
El mellizo se acercó al oído del rubio.
-¿Acaso quieres que repita lo que te hice en segundo año?
-No –Dijo tembloroso-
-Bien. Entontes lárgate de mí vista.
El rubio retrocedió rápidamente y desapareció de allí, no sin antes mirarme con rencor.
-¿Estas bien René? –Tomó mi rostro entre sus manos-
-Si –Cubrí las suyas con las mías- Gracias.
-¿Por qué?
-Por defenderme, te quiero mucho –Me sonrojé-
Sonrió tiernamente y me abrazó.
Todo alrededor desapareció, solo estábamos nosotros dos y sentí unas cosquillas a la altura de mi estómago.
¿Será que me estoy enamorando de los mellizos? ¿Podré olvidar a Damián Zamora?
Narra Damián:
Luego de discutir y casi golpearnos, Rafael accedió a llevarme con René. Nos adentramos en el tumulto de gente apretujada como sardinas, recibí algunos codazos y pisotones que, obviamente, los devolví con más fuerza.
Llegamos hasta las mesas de comida y ahí estaba él... ¡Abrazando a Gerónimo Hernández!
Cerré mis puños con fuerza.
*Celos*
Sacudí mi cabeza, no podía sentir celos de los mellizos, René era mi amigo... Bueno, creo que sigue siéndolo.
-¡Hey tortolitos! –Rafael gritó por encima de la música-
Ellos se separaron sonriendo y cuando René me vio su felicidad se esfumó.
-¡Ay no puede ser! –Me dio la espalda y comenzó a caminar lejos de nosotros-
-Rápido Zamora que se te va –Gerónimo cabeceó en dirección a René-
Asentí y me adentré en el gentío.
Narrador Omnisciente:
-Esos dos van a terminar juntos –Dijo Rafael antes de beber un poco de vodka-
-¿Tú crees?
-Vamos hermano –Lo abrazó por el cuello- No te hagas ilusiones con René, yo sé que lo quieres mucho, pero no te enamores de él.
-No estoy enamorado... Aún –Agachó la cabeza y su cabello castaño cubrió un poco su rostro-
-Pues entonces endurece tu corazón, ciérralo y no dejes que el amor entre en él, y menos si ese amor es por René Castillo.
Gerónimo miró a su mellizo, su mirada expresaba tantas cosas que Rafael se sintió mal por su hermanito menor.
Narra René:
Sentí que comenzaba a faltarme el aire, todos estaban apretujados bailando y moviéndose al ritmo de la música.
Vi un espacio por donde podía salir, crucé entremedio de dos chicas y respiré hondo.
Salí de la marea humana donde había estado atrapado. Sonreí satisfecho al no ver a Damián por ninguna parte.
-Nadie puede conmigo –Me volteé y choqué con alguien-
-Créeme, yo si podré contigo –Unos ojos chocolate brillaron con lujuria-
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Me Gustas Así
Teen FictionRené Castillo era un chico de 17 años, estudiante aplicado e hijo ejemplar, pero detrás de esa fachada de niño bueno había un gran secreto. Era homosexual. No se avergonzaba de su orientación, pero tampoco podía andar gritándola a los cuatro vientos...