CAPÍTULO 4.

6.4K 578 172
                                    

-¿Por qué tanta prisa? –Rafael se acercó-

Su semblante era amenazador, Gerónimo corrió el cabello de mi rostro.

-Nosotros cuidaremos de ti –Sonrió. Wow, su sonrisa era bonita-

*Pero no más que la de Damián*

Agité la cabeza, tenía que dejar de pensar en mi mejor amigo y su atractiva sonrisa.

Rafael se puso al lado de su hermano, dirigió sus manos a los botones de mi camisa, reaccioné y lo detuve.

Gerónimo me separó de la puerta y se colocó detrás de mí.

-¿Qué sucede? –Susurró en mi oído, me estremecí-

-Yo creí que ustedes querían sexo oral y nada más –Respondí temblando-

-Vamos René –La voz de Gerónimo sonó ronca-Podemos pasarla muy bien los tres.

Rafael asintió coincidiendo con su mellizo.

Un trío...

La idea me tentó, quizá así me dejarían en paz de una vez por todas.

-Adelante pues –Me ofrecí abriendo mis brazos-

Rafael sonrió aliviado y siguió desabrochando mi camisa, yo hice lo mismo con mi cinturón y luego los botones de mi pantalón.

Sentí la mano de Gerónimo dentro de mi bóxer, jadeé echando mi cuello hacia un lado y el mellizo comenzó a mordisquearlo...

Era casi las 20:35 p.m. cuando salí de la casa de los mellizos Hernández. Mi madre debía estar histérica.

Tengo que admitirlo. Fue la mejor experiencia de mi vida, me duele todo, pero me gustó mucho...

Caminé lentamente por el camino arenoso que me separaba de mi hogar.

*No tengo la culpa de ser homosexual*

Las lágrimas abandonaron mis ojos, verdaderamente, no tenía la culpa de haber "salido desviado" como dicen, simplemente me gustan otras cosas que para la sociedad es malo y asqueroso.

Todos los días tenía que lidiar con la mirada crítica de las personas, sus cuchicheos a mis espaldas y como, sin disimulo, me apuntaban con el dedo cuando pasaba por la calle.

Vivir así es horrible y más cuando no tienes en quien refugiarte.

Divisé un parque y busqué un lugar solitario donde sentarme.

Me senté en el suelo y recosté mi espalda en el árbol que tenía detrás, me sequé las lágrimas mientras sorbía mi nariz.

Luego de tranquilizarme, recordé que no tenía dinero para hacer una llamada a mi madre, para avisarle que estoy BIEN, entre comillas...

Me levanté y sacudí mi ropa, tomé la mochila y comencé a correr como un loco poseído por las calles hasta que vi mi casa.

Cuando llegué, mi mamá estaba afuera, llorando.

-¡René Castillo! –Me regañó sollozando-

Les presento a mi madre: Evangelina Laxé. Ama de casa de 37 años MUY sobreprotectora y como soy hijo único es justificable.

-Mamá –Corrí hacia ella y la abrasé –Perdóname, se me pasó la hora.

Me estrujó entre sus brazos y casi me muero.

*Dios como me duele todo el cuerpo*

-¿Dónde pasaste la tarde?

Tragué saliva.

Me Gustas AsíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora