CAPÍTULO 19.

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Narra Damián:

Mis padres estaban en la sección de "Adultos Aburridos" como lo habíamos apodado a ese rincón donde se juntaba la gente mayor.

Yo bebía sin parar, Noelia no se despegaba de mí y ya comenzaba a hartarme, quizás, antes me hubiera gustado eso, pero ahora sentía asco hacia ella, no sé por qué...

De tanto en tanto, miraba donde estaban René y lo mellizos, casi siempre estaban abrazados o besándose en la oscuridad donde nadie los veía, excepto yo, claro.

Él reía, jamás lo había visto reírse así, sólo Gerónimo y Rafael tenían la suerte de ver su hermosa sonrisa...

¿Hermosa sonrisa?

¿Qué me pasaba?

Fruncí el ceño, no podía pensar esas cosas, René era un chico y yo también...

Luego de medianoche, todo el mundo estaba borracho. Noelia se tambaleaba a mi lado y yo también estaba un poco mareado.

Mi ex mejor amigo se colgaba de la cintura de Rafael, pero el mellizo se encontraba más ebrio y reía.

Noelia me susurraba barbaridades al oído, yo necesitaba un lugar apartado para irme con ella.

La tomé de la mano, salimos del club y la llevé hasta un patio oscuro, detrás del local bailable.

La tomé bruscamente de la cintura y la besé, ella gimió, mejor dicho, chilló y envolvió sus brazos a mi cuello.

-Vamos a mi auto –Dijo agitada-

-¿Tienes auto? –Enarqué una ceja-

-Sí, mi papá me lo regaló por graduarme...

*Claro, olvidé que era una niña mimada*

Sin perder tiempo, corrimos hacia su BMW azul eléctrico.

Subimos en la parte trasera de su carro importado y antes de que comenzara a hablar la besé duramente.

Con una rapidez, le quité toda la ropa. Noelia sacó de la guantera un preservativo, reí y ella me lo puso.

Cuando sus manos tocaron mi miembro, sentí asco y no las quería sobre mi piel, pero ya no había marcha atrás.

La embestí con fuerza, total, ella no era virgen ni tampoco se quejó, estaba tan acostumbrada a hacerlo...

Comencé a moverme, rápido, con fuerza, sin dejar que sus manos me tocaran.

Cerré los ojos, tomé las piernas de Noelia y las puse sobre mis hombros.

Un hormigueo recorrió mi columna vertebral, mis músculos se tensaron y comencé a respirar más rápido.

Abrí los ojos y... ¡René!

Su esbelto abdomen se contraía por la falta de aire, se mordió el labio inferior y me guiñó un ojo...

Era él quien estaba debajo de mí, gritando mi nombre y gimiendo.

*¡Por Dios!*

Su cuerpo estaba cubierto de sudor, sus ojos brillaban, más claros de lo normal y su boca se veía tan tentadora...

Con sólo imaginar eso, estallé en un orgasmo arrasador.

Narra René:

-¿Qué? –Gritó Gerónimo-

-¿Qué de qué? –Respondió Rafael-

-¿Qué de qué, qué? –Dijo riendo-

Yo los miraba, parecían dos niños, sus bromas infantiles y la manera de golpearse era divertida de ver.

Estaban abrazados, uno más borracho que el otro y se tambaleaban a la par.

-¡Rafael! –Exclamó Gerónimo-

-¿Mmm? –El mellizo trató de enfocar la vista en su hermano-

-Tus ojos se ven violetas –Dijo casi chocando sus frentes-

Se alejaron y rieron histéricamente, comenzaban a darme miedo.

Rafael se recostó sobre mi hombro riendo, su risa era hermosa, nunca había escuchado algo tan bello y a la vez contagioso.

-¡René! –Exclamó tratando de calmar su risa-

-¿Qué pasa Rafa? –Lo miré-

-Vamos a hacer el amor hasta el amanecer –Exclamó-

Gerónimo levantó su botella de vodka y brindó con su hermano.

-Están locos ¿Sabían?

-Por hacerte el amor, chico –Rafael volvió a reír mientras intentaba mantener el equilibrio-

-Dame un besito René –Gerónimo se acercó a mí-

Uní mis labios a los suyos en un suave beso, nos alejamos y Rafael me miraba con un tierno puchero.

-¿Qué pasa? –Me acerqué- ¿Tú también quieres un besito?

Asintió como un niño cuando le ofreces un helado y cerró los ojos.

Lo besé con ansias, a él lo había besado muy pocas veces y debo admitir que era el paraíso.

Mordí su labio inferior y él se separó, frunció el ceño y volvió a besarme.

Pasé mis brazos por su cuello, cuando iba a tomar más intensidad el asunto el mellizo se alejó nuevamente y esta vez no regresó.

La fiesta terminó casi a las 05:00 a.m. Todos salieron tambaleantes y mareados.

Estar tantas horas en la oscuridad hizo que cerrara los ojos cuando, al salir, me recibió el sol con todo su calor.

Miré hacia ambos lados, los mellizos estaban muy mal, apenas podían levantar la cabeza.

Vi un taxi disponible y le dije que nos llevara a nuestra casa.

*Nuestra casa*

Sonreí.

Narra Damián:

Luego del súper orgasmo que tuve, dejé a Noelia, quien se había dormido por la borrachera, en su auto y yo volví a la fiesta.

Era casi las 03:00 a.m. cuando divisé a René repartiendo besos para los mellizos.

Mi enojo fue tanto que no me di cuenta de que estaba apretando los dientes.

Respiré hondo, no podía reclamar nada, ya no somos amigos...

*Pero lo quiero de regreso*

Sacudí mi cabeza, ¿René Castillo prefiere a los Hernández? Pues que se quede con ellos entonces.

Cerré mis ojos, tratando de contener las lágrimas y salí corriendo de ese maldito club.

Miré hacia la noche estrellada y la cálida brisa veranera me envolvió, cerré los ojos, no podía dejar de pensar en René. Acababa de tener sexo con Noelia pero había algo dentro de mí que quedó insatisfecho.

Recordé la imagen de René debajo de mí, gimiendo, respirando agitadamente y fruncí el ceño.

No sé por qué imagine una cosa así, pero se sintió tan real.

De pronto una punzada hizo que me agarrara la cabeza con ambas manos para intentar sofocar el dolor.

Sentí que mi cuerpo perdía la fuerza y me desvanecí.


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