CAPÍTULO 15.

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Narra Damián:

Me sentía triste y angustiado, grité y le di un puñetazo al espejo del baño. Éste se hizo añicos a mis pies.

Mis padres se habían ido de viaje, así que estaba solo y sin nadie a quien contarle mi dolor.

Unas gotitas de sangre que provenían de mi mano comenzaron a manchar el piso.

Sentía las mejillas húmedas, de lágrimas y el agua de la lluvia.

René debía estar muy mal, lo rechacé como si fuera una escoria. Debía arreglar esto.

Salí del baño, me senté en mi cama y respiré hondo, mañana era mi graduación, miré la bolsa de ropa en el piso. La camisa y demás.

Sonreí con melancolía, me gustó mucho comprar con René en una tienda, nos divertimos mucho, creo.

Me recosté sobre el acolchado de mi cama.

*Él me besó, mi reacción era obvia*

Cerré los ojos, creo que me pasé con lo del golpe. ¿Cómo no me di cuenta antes de su orientación?

Narra René:

La lluvia era incesante, los truenos me sobresaltaban y se mezclaban con mis gritos.

-¡Rafael! –Exclamé con dolor-

-Lo siento –Se movió más lento- Es que pierdo el control contigo.

Sus embestidas me estaban reventando por dentro, sentía la fría mesada contra mi mejilla, ya que me había recostado bocabajo sobre ella.

Gerónimo observaba, esperando su turno para hacerme llorar de placer.

-¡Me voy, me voy, me voy! –Rafael apretó mis caderas con sus manos-

Sentí como su miembro se tensó dentro de mí y luego... La gloria.

-¡Por Dios hermano! –Gerónimo rió-

Respiraba agitadamente sobre la mesada, mis pulmones me pedían más oxígeno y apenas podía abrir los ojos.

-¿Qué demonios? –Me toqué el muslo- ¡Puag, Rafael que asco!

-René –Su mano golpeó mi nalga derecha- Es sólo esperma...

-Sí, pero igual...

-Basta de charla –El otro mellizo tomó mis caderas-

-Sé cariñoso ¿Quieres? –Lo miré por encima de mi hombro-

-Está bien –Rió-

Cuando comenzó a entrar en mí, apoyé mi mejilla sobre la fría mesada y gruñí.

-Rafael, eres un salvaje –Gerónimo vio mi rostro de dolor- Mañana no podrá caminar.

-Esa es la idea –Dijo guiñándome un ojo-

Sonreí.

A LA MAÑANA SIGUIENTE...

Narra René:

Abrí los ojos, todo estaba a oscuras, una tibia respiración agitaba los cabellos de mi nuca.

Miré por encima de mi hombro, sonreí al ver a Rafael, me estaba, prácticamente, aplastando contra su cuerpo.

Gerónimo tenía enterrado su rostro en mi pecho, los mellizos y yo nos encontrábamos en una habitación.

Me removí y un agudo dolor hizo que jadeara, cerré los ojos con fuerza y contuve el aliento.

*No de nuevo*

Narra Damián:

Me desperté tal y como me había acostado la noche anterior...

*Lleno de remordimiento*

Respiré hondo y me levanté.

Fui al baño, sentí que algo se incrustó en mi pie, adolorido miré y eran restos de lo que algún día fue mi espejo.

Me quité el pedazo de vidrio, un hilito de sangre comenzó a recorrer mi pie.

Abrí el grifo y dejé que el agua cayera sobre mi cuerpo llevándose todo el estrés y el dolor.

Hoy no tenía clases, era el último en realidad, esta noche era mi graduación y no tenía ganas de asistir.

Luego de una larga ducha, salí del baño, el contestador sonó y escuché la voz de mi padre avisándome que esta mañana llegaban.

*Genial*

Lo que me faltaba, yo quería estar solo...

Me vestí con lo primero que encontré y bajé las escaleras, fui hasta la cocina y busqué algo para desayunar.

La imagen de los ojos llorosos de René hicieron que me atragantara, no podía dejar de pensar en él.

Quería abrazarlo y decirle que estaba arrepentido de haberlo tratado tan mal. Pero es que su homosexualidad me tomó desprevenido y no supe cómo reaccionar.

Mi amistad con él se acabó en el momento en que le rompí la boca de un puñetazo.

Me senté en una butaca, tenía un sándwich en mis manos y ya no me apetecía comerlo.

Escuché el tintineo de unas llaves y la puerta principal fue abierta con un rechinido.

-¿Damián? –Llamó mi mamá-

-Aquí estoy –Respondí sin ganas y salí de la cocina a recibirlos-

Narra René:

El desayuno con los mellizos estuvo lleno de risas y bromas, yo sólo me divertía...

Gerónimo me contaba anécdotas de su infancia junto a Rafael, como jugaban y molestaban a los demás niños del colegio donde iban.

Hoy era la recepción, un escalofrío recorrió mi columna vertebral, en ese evento estaría Damián Zamora, no quería verlo, pero nada se podía hacer.

Luego del desayuno, salimos a caminar un rato, el día estaba hermoso, despejado y no hacía tanto calor.

Fuimos hasta el centro de la ciudad, Rafael entró a una peluquería y Gerónimo compró helado.

Nos sentamos en las bancas de la plaza a esperar al mellizo, había niños corriendo por todos lados.

Sonreí, me encantaban los pequeños.

-Mi hermano y yo solíamos venir a este parque.

-¿En serio?

-Ajá.

Reí al imaginarme a los mellizos Hernández de pequeños. Hablamos por unos minutos más hasta que vimos a Rafael despidiéndose de la peluquera, la cual, parecía estar coqueteándole.

Yo alcé una ceja, Gerónimo sonrió y se acercó a mi oído.

-Mi hermano no aparenta mucho su homosexualidad, cualquiera pensaría que es un chico normal de 17 años.

Asentí y volví mi mirada hacia Rafael, quien se dirigía hacia nosotros riendo.

-Debiste haber visto la cara de esa muchacha cuando le dije que me gustaban los chicos –Nos dijo riendo-

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