CAPÍTULO 30.

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SEMANAS DESPUÉS...

Narra René:

Mi relación con Gerónimo es cada vez más distante, a veces no vuelve a dormir por las noches, incluso, me obligó a dejar el bar, porque dice que no puede controlar sus celos al ver como los otros chicos me miran.

No es una razón suficiente, pero aun así, lo obedecí, no quiero pelear con él, no me gusta verlo mal...

El reloj marcó las 12:45 a.m. No aguanté más y me levanté, tomé mi ropa y salí de la habitación.

Encontré unos billetes y monedas sobre el aparador. Revolví un poco mi cabello y recé para que Gerónimo no regresara hasta las seis de la mañana.

Abrí la puerta principal y respiré hondo, estaba a punto de hacer una estupidez, pero ya no podía soportar esto...

Caminé unas cuadras y vi un teléfono público, entré en la pequeña cabina y vacilé en si llamaba o no.

*Al Diablo con todo*

Narra Damián:

Estaba sentado en el sofá de la sala, con un tazón de palomitas de maíz y viendo una película de terror con las luces apagadas.

La joven caminaba recelosa por los pasillos, sin saber que unos pasos más adelante el fantasma la iba a matar.

El teléfono sonó y yo di un respingo.

-Emm... ¿Si? –Dije tembloroso-

-Hola –Conocía muy bien esa tonada sensual-

-¿René?

-Sí, ¿A quién más querías escuchar?

-A nadie por supuesto –Sonreí inconscientemente-

-Quiero verte –Arrastró las palabras y eso me provocó un escalofrío-

-¿Dónde?

René me dio la dirección de un hotel que quedaba a pocas cuadras de mi casa.

*¿Por qué un hotel?*

Salí de mi casa, caminaba rápidamente hasta que vi la entrada del hotel.

Narra René:

Entré a la habitación 158 y me senté en la cama, apoyé mis manos en el colchón y relajé mi cuerpo.

Frente a mí, había un mueble con adornos y todas esas cosas que tienen los hoteles y un enorme reloj colgado en la pared.

Las 01:30 a.m.

Sonreí extasiado, Damián llegaría en cualquier momento y cumpliría mi fantasía...

Unos golpes en la puerta me hicieron saltar. Revolví un poco mi cabello y desabroché los primeros botones de mi camisa. Respiré hondo y fui a abrir la puerta.

Narra Damián:

René abrió la puerta de la habitación 158. Se me fue el aire del cuerpo. Su look era tan salvaje y sexy.

Me mordí el labio inferior y, sin disimulo alguno, fui descendiendo la mirada. Tenía los botones de la camisa desprendidos, su pantalón era bastante ceñido y llevaba puestas sus típicas botas negras por la rodilla.

Él sonrió seductoramente, sabía que lo estaba analizando de pies a cabeza y lo que eso causaba.

Avancé unos pasos, sus ojos claros se iluminaron y acortó la distancia entre nosotros.

Me abrazó de sorpresa, hundió su nariz en mi cuello y me apretó contra su cuerpo.

Lo rodeé con mis brazos y me dejé llevar por la maravillosa sensación de sentirlo cerca.

Comenzó a besar y mordisquear mi cuello. Eso envió una punzada a mi entrepierna.

Sus manos bajaron lentamente por mi espalda. Retrocedió y yo lo seguí, con mi pie cerré la puerta.

René se sentó en la cama, su intención era que me recostara sobre él, pero, en cambio, me quedé parado como idiota.

-Damián –Apoyó su mejilla en mi estómago en una especie de abrazo-

Acaricié su cabello, sentí como levantaba el borde de mi camiseta y besaba la piel descubierta.

Fruncí el ceño y un erótico escalofrío me recorrió todo el cuerpo.

Tomé su rostro entre mis manos y me acuclillé frente a él. Rocé su nariz con la mía y uní nuestros labios en un fogoso beso.

Mordí su labio inferior y lo sentí temblar, sonreí y me separé.

René abrió sus ojos, su rostro tenía una expresión extraña.

*Éste quiere algo*

-Damián –Susurró con voz entrecortada- Hazme el amor...

-¡¿Qué?!

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