DEREK
Después de dejar a mi esposa con su mejor amigo-esa palabra es muy pequeña para él, diría su hermano- me encuentro de camino en mi auto para llevar a mis pequeñines a la escuela. No dejo de reproducir en mi mente el despertar del día de hoy. Susan sí que sabe cómo volverme loco, siempre lo ha sabido, lo hace de manera involuntaria. Ella no tiene que esforzarse mucho para ser provocativa y sensual, su toque es natural. Es por eso que me molesta un poco su inseguridad en ella misma. Mi cuerpo reacciona de inmediato con tan solo verla desnuda frente a mí, así, bella, natural, sin ningún tipo de lencería, nada que me impida contemplar la belleza de sus curvas, esas en las que tanto disfruto transitar. ¡Mierda, es tan deliciosa! Con ella nunca me puedo aguantar, es tan hermosa, incluso con ese par de libras de más. Ella se acompleja por eso, sin saber que es lo menos que noto cuando la tengo desnuda y de piernas abiertas. ¡Joder! El solo pensamiento me hace desearla, que llegue la noche para poder estar dentro de ella. Ella simplemente es perfecta. Sí, me dan ganas de dar la vuelta y volver a casa para hacérselo en la barra de la cocina...
-¡Papi, papi! - La voz de Liam me despierta de mis calientes pensamientos. Olvidé que llevo a dos niños sentados en sus carsit. Los miro por el retrovisor y veo que están mirando por la ventanilla.
-¿Sí, Liam? - Le digo, sonriendo, pues estar pensando en su madre como lo estaba haciendo hace unos segundos me parece algo indebido teniendo en cuenta la presencia de mis hijos.
-Quiero ir allá, quiero mantecado-dice, señalando una cafetería, en donde siempre los llevo a comer helados.
-¿A esta hora de la mañana? - Me mira con una mirada del Gato con Botas y se me estremece el corazón-. Llegarán tarde a la escuela- les digo, tratando de sonar estricto como a Susan le gusta que les hable. Niego con la cabeza, sonriendo ante el recuerdo de ella dándome un golpe en el hombro, como siempre hace para reprenderme.
-Papi, por favor-dice Liam, haciendo unos tiernos pucheros con sus labios. ¡Mierda! Giro el volante, doy la vuelta y conduzco hacia la cafetería. Ambos gritan, emocionados, y no puedo evitar sonreír. Me imagino la cara de Susan si se llega a enterar, pero a ellos difícilmente puedo negarles algo, cosa que mi chica dice que está incorrecto. Pero con tan solo ver la sonrisa de mis niños es suficiente para sentirme feliz. Aunque sé que sería hombre muerto si ella se llega a enterar...
-Que sea nuestro secreto, ¿de acuerdo? -Les digo, cuando aparco mi auto en el estacionamiento. Ellos ríen y asienten con evidente felicidad.
Cuando los niños terminan de comer sus helados, ya son las ocho menos quince. Me levanto de la pequeña mesa, les digo a los niños que esperen y voy al cajero para pagar. Cuando viro para caminar hacia la mesa, un hombre está de espaldas y habla con ellos. Mis sentidos de alerta despiertan y me dirijo hacia ellos dando grandes zancadas.
-¿Se le ofrece algo? - Es lo primero que digo, tratando de ser amable, pero mi voz es cortante y seca. No puedo verle bien la cara, porque lleva una gorra y un abrigo color noche. Él se voltea un poco, pero no lo suficiente como para poder verle el rostro. Este hombre claramente está nervioso ante mi presencia, lo puedo notar por su temblequeo de manos.
-Lo siento, solo estaba...-comienza, pero no termina la frase y se va dando grandes zancadas hacia la salida. Camino un poco para seguirlo, pero me detengo en la puerta para no dejar a los niños solos.
-¡Ey! -le grito, pero ya se ha ido. ¿Quién coño era ese cabrón? ¿Y qué hacía hablando con mis niños?
Tomo a William y Liam por sus manitas y los monto en mi auto. Ellos parecen tranquilos, como si hablar con ese hombre no les importara. Pero, ¿qué esperaba? Son niños e inocentes. Lo que me recuerda que debo ser un poco más cuidadoso cuando se trata de mis hijos.
-¡No deben hablar con extraños! -les digo más brusco de lo que pretendía. Ellos me miran con cara de espanto y de inmediato me ablando-. Lo que digo es que no deben hablar con gente extraña, porque no saben lo que les puedan hacer. Hay gente muy mala en el mundo...
Y loca, termino en mis pensamientos. Un golpe de recuerdos comienza a reproducirse en mi mente; llegaron como bandada de aves migratorias en tiempos de tormenta: Mi madre halando su cabello, gritando, destilando locura, arraigada a una obsesión... Mi madre golpeando a Susan... Elizabeth desplomada en el suelo cuando mi madre haló el gatillo... Mi madre muriendo en la camilla de aquel hospital...
-Él dijo que conocía a mamá-dice William y la bandada de recuerdos desaparece. ¿Qué coños dijo?
-¿Qué? -Suelto, tratando de sonar lo más tranquilo posible, pero en realidad estoy muy cabreado. ¿Quién carajo era el tipo ese y por qué dice que conoce a mi esposa?
-Dijo que era un viejo amigo-dice William y continúa jugando con su carrito. Inspiro hondo, me aferro al volante y manejo despacio.
-¿Y qué más dijo? -Estoy tratando de contenerme lo más que puedo mientras conduzco. Ellos siguen jugando tranquilamente y yo estoy que echo humo. Quizás estoy exagerando, pero la mención de que ese extraño conoce a mi esposa, me dan ganas de ir y partirle la cara. Si es un viejo amigo, ¿por qué no se presentó como es debido?
-Nos dijo que le enviáramos saludos a mamá-dice Liam y golpea a su hermano con el carrito. Ambos comienzan a pelear y los reprendo. No digo más, porque si sigo terminaré maldiciendo y no quiero hacer eso frente a mis hijos.
Miro mi celular y veo que ya son las ocho. Maldigo en mis adentros y en cinco minutos ya estoy de camino hacia los salones de mis hijos. Primero dejo a William y me excuso con su maestra. Por suerte no es una bruja como la de Liam. Por mucho que Susan diga que es una excelente profesora, yo pienso que es una vieja repugnante y entremetida. Nada más de pensar que estoy caminando hacia su salón me dan ganas de vomitar. Espero que no se ponga a joderme la vida, porque no estoy de humor para soportar a una vieja amargada.
Cuando llego frente al aula, respiro hondo y abro la puerta. Busco por todos lados a la vieja, pero me sorprendo al ver a una mujer de cabello dorado en vez de a ella. Me quedo paralizado cuando veo quién es...
-Melissa...-digo tan bajo que creo no me escuchó, pero ella gira y su sonrisa tan conocida se forma en su rostro. Esa sonrisa que en algún tiempo llegó a gustarme.
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Inquebrantable-Mi vecino misterioso 2
RomanceNuestras almas se mezclaron en un amor inquebrantable, un amor que ni la sombra del pasado pudo apagar. El pasado es pasado si así lo queremos; en mi caso, este sigue en mi espalda. ...