DEREK
Veo el rostro de Susan y puedo sentir cómo mi pecho se contrae. Su ceño está ligeramente fruncido y muerde su labio inferior, reteniendo las lágrimas de sus ojos. Está llena de rabia, puedo notarlo por cómo mueve su boca y su mandíbula se percibe apretada. Ha dejado de servir el desayuno y yo estoy tratando de no perder la calma, pero ver cómo mi esposa se ha contrariado por lo que William acaba de decir, ver cómo está tratando de contenerse, ¡carajo! Yo solo quiero salir de aquí e ir donde Melissa. ¿Qué carajo le voy a decir a Susan? ¿Cómo carajo voy a explicarle que no sabía lo que había dicho la rubia? ¡Me pasa por imbécil!
-Coman su desayuno, se les hará tarde para la escuela-les dice Susan a los niños y sale del comedor. Está enojada, ¡rayos!, ¡está enojada!
-¡Miren lo que hago con el revoltillo! -dice de repente Sebastián, evidentemente tratando de romper la tensión del momento. Él me mira con cautela y me hace un movimiento con la cabeza, señalando hacia la cocina para que vaya donde su hermana. Asiento, vacilante, y camino lentamente hacia Susan.
¿Por qué coños tenía que pasar esto ahora? Carajo, qué cosas dice Melissa, ¿cómo se le ocurre? Sabía que ella estaba tratando de calentarme para que cayera redondito entre sus piernas, ayer lo que hizo fue coquetear conmigo y yo por zopenco la monté en mi auto. Claro, ella sabe cómo hacer las cosas, me coquetea de forma "fina". Yo amo a Susan, joder, claro que la amo, ¡pero soy hombre, que siente y padece!... Mi mente está clara, sé que jamás le fallaría a Susan... pero mi instinto animal a veces me traiciona. ¡Sí!, ¡tremendo animal y bruto que soy!
-Susan-mi voz suena ronca e inestable. No sé por qué me siento tan asustado, yo no hice nada. Simplemente llevé a Melissa a su cita, nada más. Estuvo coqueteando contigo todo el camino, idiota, me dice mi voz interna y trago duro. Coqueteó conmigo, pero yo no le seguí el juego.
-No digas nada, por favor-me dice Susan y su voz hace que mi pecho se comprima aún más. No está alterada, al contrario, está demasiado calmada, y eso me saca de balance.
-Mi amor, juro que no sabía que ella había dicho eso...-trato de explicarle, pero ella niega con la cabeza, haciéndome callar enseguida. No quiere explicaciones, está tratando de controlarse y si sigo hablando terminará alterada. Cierra los ojos unos segundos y toma una respiración profunda. Luego me mira directamente a los ojos y sonríe. Sé que le cuesta mucho controlarse, sé que quiere gritar y aventar cuanta mierda haya en esta cocina, darme con el sartén donde preparó el desayuno, pero en vez de hacerlo, se acerca y rodea mi cintura para darme un abrazo. Su movimiento me toma por sorpresa, pero no tardo en corresponderle. Cierro los ojos ante su cercanía; siento su pecho en el mío y la calidez que emana de su blando cuerpo hace que me sienta más animal y bruto, más bestia, ¡mierda! Jamás podría perdonarme si llegara a arruinar todo esto por alguien que ya no significa nada, alguien que solo es mi pasado.
-Deberías vestirte o llegarás tarde al trabajo-rompe el silencio en donde nos habíamos sumergido y libera nuestro abrazo. Da un paso hacia atrás, pero la tomo por la cintura y la pego a mi pecho. Me encanta la manera en cómo mis manos encajan perfectamente en su cintura y cómo sus senos chocan contra mi pecho cuando tiro de ella hacia mí. Su cuerpo es blando y suave, algo que desde que mis manos sintieron por primera vez, logra encenderme de una manera casi inmediata. Pasa horas en el maldito gym, tratando de poner su cuerpo esculpido y duro, pero a mí me encanta como está ahora: blando, suave y placentero.
-Sí sabes que te amo, ¿no? -Mi susurro parece sacarla de balance, pues me mira como niña inocente y eso no hace más que solo querer sentirla, querer entrar a ese cálido y blando lugar en el que tanto disfruto navegar.
-Es noticia nueva para mí-me dice, juguetona, y muerdo su labio inferior, de la manera que sé que le encanta: suave, lento...
-Déjame refrescarte la memoria, niñita presumida-le digo y ella me mira con los ojos destilando un brillo inigualable. Hacía mucho que no la llamaba así y a ella pareció encantarle, pues me toma por la nuca-cosa que me pone la piel de gallina cuando entierra sus dedos en mi pelo- y me besa con desespero, como si mis palabras hubiesen sido combustible para su cuerpo. Para ella fueron gasolina, para mí dinamita, ¡carajo! Mi hombría se ha elevado y sus mejillas se han tornado de un rosa intenso, ese rubor que tanto me encanta provocar en ella.
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Inquebrantable-Mi vecino misterioso 2
RomanceNuestras almas se mezclaron en un amor inquebrantable, un amor que ni la sombra del pasado pudo apagar. El pasado es pasado si así lo queremos; en mi caso, este sigue en mi espalda. ...