Capítulo X: Monstruo

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DEREK

Sabía que esto iba a pasar en algún momento. Lo temía. Camino con paso firme y me coloco al lado de Sebastián. Mierda. Su rostro está agrietado, lleno de líneas que hacen ver la cantidad de años que han pasado desde la última vez que lo vi. Su cuerpo está flácido, sumamente delgado y su cabello canoso está teñido por un tono amarillento, claramente por su falta de higiene. Sus ojos muestran su historia, muestran lo jodido y acabado que está en estos momentos; caídos, amarillentos. Sebastián está temblando, parece un niño asustado. La estancia está en silencio, solo se escucha la brisa chocar contra las ventanas y el cantar de los animales nocturnos. Esto que está sucediendo no debería pasar de esta manera, no tenía por qué pisar el suelo de esta casa.

-¿Q-Qué hace esta porquería aquí?-La voz de Sebastián suena rasposa, entrecortada. La tensión que hay aquí me mantiene en alerta, pendiente a cualquier movimiento de Sebastián y del imbécil de Patricio. Richard se ha llevado a mis hijos y agradezco tal acto, porque esto no va por buen camino.

-H-Hijo, por favor...-comienza a decir Mónica, pero Sebastián hace un ademán, el cual la hace detenerse en media oración.

-¿Qué hace aquí? ¡¿Qué carajo hace aquí?!-Brama el chico de tatuajes y lo tomo por el brazo para evitar que haga una estupidez. Él intenta zafarse, pero mi agarre es firme y posesivo. Susan camina y se posiciona al lado de su madre. No paso desapercibido la expresión de asco que surque su rostro. Patricio mira a Sebastián, parece un perro callejero abandonado.

-Hijo, yo...-su voz resuena en la estancia y me resulta un sonido repugnante.

-¡No te atrevas a decir ni una sola palabra! ¡No te atrevas a llamarme hijo!-Sebastián grita y su voz se quiebra ante eso último. Esta situación me perturba, me tiene los nervios disparados. Sé exactamente como se siente el hermano de Susan. Sé lo que es sentir ese sentimiento de vacío y negación. Es por ello que no intento silenciar a Sebastián, tiene derecho a gritar lo que siente. Nada ni nadie tiene el derecho de obligarlo a hablar con su padre.

-Sebastián, necesito que me escuches, por favor... Necesito...-ruega Patricio, pero el grito de Sebastián resuena en la sala, haciéndolo detenerse.

-¡Ni una mierda tengo que escucharte! ¡No tengo nada que escuchar! ¡Eres una porquería! ¡Lárgate de mi casa! ¡Lárgate!-las palabras parecen golpear con fuerza al hombre que tenemos enfrente. El rostro de Patricio se ha distorsionado por la acumulación de lágrimas en sus ojos y la negación a llorar. Verlo en este estado me provoca repulsión. Parece verdaderamente dolido, pero su historia no me permite sentir ni una chispa de lástima por él.

-Será mejor que se vaya, señor-la voz de Susan habla y la miro de inmediato. Está llorando, ¡mierda!, está llorando y eso no hace más que aumentar mis ganas de sacar a patadas al imbécil de hombre que está pisando esta casa. Patricio voltea a verla y le lanza una mirada llena de desprecio. Agarro con más fuerza el brazo de Sebastián, pues esa mirada lo hizo intentar soltarse.

-¡¿Cómo te atreves a venir aquí?! ¡Lárgate! ¡Eres una mierda de persona! ¡Lárgate!-Patricio intenta acercarse, pero lo hago retroceder con mi mirada. Que ni se le ocurra acercarse.

-Sebastián, él solo quiere que lo escuches, dale la oportunidad de ser escuchado-le dice Mónica en un débil murmullo. A esta mujer cada día la amo más. Es increíble que de su boca hayan salido esas palabras, después de la mierda que vivió junto a Patricio.

-¡Cállate, mamá! ¡Cállate! ¡No te atrevas a decirme eso!-le grita Sebastián y lo agito con brusquedad.

-¡No le hables así a tu madre!-lo reprendo e intenta zafarse, pero nuevamente no se lo permito-. Patricio Egglesfield, sal de aquí. No es el momento de hablar-intervengo en esto, porque no pienso dejar que esto se salga de control.

Inquebrantable-Mi vecino misterioso 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora