Capítulo XVIII: Una sola noche

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SUSAN

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SUSAN

-Tome asiento, por favor-me pide y halo un poco la silla color azabache para sentarme. Al hacerlo, noto los rollos de grasa que se han ido acumulando a través de los años en mi abdomen. Acomodo mi postura para disminuir la desagradable vista de mi grasoso abdomen y acomodo mi blusa negra para que todo se vea en orden. Mis horas en el gimnasio han reducido las últimas semanas y la verdad que al no ver resultados mi motivación no ha sido productiva. Estoy en menstruación, enojada con Derek, con mi mejor amigo y muero de hambre en estos momentos. El nerviosismo no me permitió desayunar, pero al pasar casi dos horas sentada en una maldita sala de espera para que el doctor me atendiera, me ha abierto el estómago y ruge como vikingo en plena guerra-... ¿Y bien? Cuénteme, ¿qué sucedió con su clínica?-La línea de palabras del doctor Rossy interrumpe mi pelea mental y esbozo una amable sonrisa y me incorporo en la silla.

-Es una historia simple y corta-contesto y este asiente, guardando silencio para que prosiga-. Contraté a diez asistentes de ortodoncia, muy bien preparados, cuando ya llevaba dos años en la clínica. Me había estabilizado económicamente y tenía los medios para pagarles por su trabajo. Ginger era una de las asistentes más jóvenes, veintisiete años, la contraté por recomendación de Gina, mi asistente más preparada. Me pidió que le diera trabajo, la muchacha estaba embarazada y, ya sabes, yo soy madre y sé que no es fácil estar sin trabajo y mantener a un hijo está más cañón sin oficio-Rossy asiente y tomo un poco del vaso de agua que me había servido cuando llegué-... Ginger hacía muy bien su trabajo, no tenía quejas de ella-continúo-, pero un día cometió un error bastante grave y mi clínica se vio en problemas judiciales...

-Escuché sobre esa demanda, fue bastante extensa y controversial-dice el doctor y asiento, dándole otro sorbo al agua. Claro que tuvo que haber escuchado de la demanda, ambos pertenecemos al mundo de la ortodoncia.

-A mi clínica asistían personas de toda clase social, desde abogados, hijos de políticos, extranjeros, hasta personas de clase media. En fin, había ganado un buen prestigio, y Ginger lo arruinó, robándole a una señora quinientos setenta y dos dólares de su bolso, y no solo eso, sino que alteró su tratamiento y su boca salió lastimada. La señora tenía los medios, así que armó un caso en corte y lo ganó...

-El caso de Sparks y McMahon-dice, como si estuviera recordando cómo las noticias hablaban sobre mi demanda. De solo recordar mi fracaso, siento mi estómago frío, como si algo cayera allí dentro y no me permitiera respirar.

-Así es-digo con un hilo de voz. Le doy otro sorbo a mi agua; siento la garganta seca-. Cuando el caso fue disuelto, pude continuar con mi clínica, pero las noticias vuelan, y mi prestigio fue manchado por la demanda y el número de clientes fue descendiendo de manera drástica. Así que un año después del caso, vendí mi clínica y desde entonces no he ejercido mi labor como doctora-culmino mi relato de cómo terminé siendo una fracasada y este me mira con atención, con su rostro neutro y sin emoción alguna. Aunque puedo ver... ¿interés?, ¿expectación?, ¿curiosidad?... No sé, este señor es algo indescifrable.

Inquebrantable-Mi vecino misterioso 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora