Capítulo XXXII: Dosis de olvido

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DEREK

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DEREK

El líquido hace el recorrido por mi garganta, quemando todo a su paso, hasta que lo siento caer en mi estómago. No siento mi lengua, es como si se hubiese dormido, al igual que mis sentidos. Sentido. ¿Tengo algún sentido de existencia en estos momentos? Ni una mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Eso es lo que soy.

Miro al chico que me lleva atendiendo desde no sé qué puta hora, y mi visión es tan borrosa que su rostro es solo nubosidad. Levanto mi dedo índice-me cuesta hacerlo, es como si mis articulaciones pesaran toneladas- y le pido otro trago. Este camina hasta donde me encuentro sentado.

-No debería seguir tomando, señor Johnson-escucho que dice y bufo.

-¿V-Vas a empezar c-con la misma mierda, D-Danielito?-Me cuesta hablar, pero logro articular completamente lo que quiero-. ¿C-Cuánto hace que nos conocemos, Danielito?...

-Dos meses, señor Johnson-replica mientras limpia con un paño el desastre de líquido alcoholizado que dejé sobre la barra.

-Dos meses-repito en un balbuceo-. Dos meses, Danielito, ¿y sabes qué? Vivir se me hace un constante infierno. Estoy podrido, s-soy una mierda-hablar me está costando demasiado, así que voy a lo que quiero: -Dame ese puto trago, Danielito.

-De verdad no creo que deba seguir bebiendo. Vaya a su casa...-levanto mi mano para que detenga su ya tan repetitivo discurso.

-Casa...-trago duro-. Yo no tengo casa, ni hogar. Mi hogar ya no está, ya no pertenezco a nada-siento cómo se me ha formado una pelota en mi garganta, siento mis ojos arder y los cierro con fuerza. Tomo una bocanada de aire y veo cómo Daniel me mira de manera rara; es esa misma mirada que todos me han estado echando desde hace un tiempo. Me irrita. La odio-. ¡Dame un trago, maldita sea!-Doy un golpe a la barra y el chico termina sirviendo mi dosis de olvido. Paso el líquido de un solo sopetón y le arranco la botella de las manos-. Gracias, Danielito-le digo y este me lanza una mala mirada, luego se retira para atender a otros clientes.

Continúo tomando. Cada vez siento menos. Cada vez olvido más: mi nombre, mi edad, mi vida... Aunque ya no tengo vida, se me fue arrebatada.

Cuando ya casi me termino la botella, giro mi cabeza y la veo. Mi corazón comienza a martillar deprisa. ¿Pero qué hace agarrada de manos con ese fortachón? Me levanto de la silla rápidamente-relativamente rápido, pues me cuesta hacerlo- y camino, tambaleante, hasta llegar hacia donde está Susan con ese hombre, quien ahora sujeta su cintura como si fuese suya. Veo su cabellera negra caer sobre su espalda, veo su abundante trasero resaltar en ese vestido corto negro. Estiro mi mano y toco su cabello. Es suave. Lo huelo. La morena se voltea bruscamente y me mira con su ceño fruncido.

-H-Hola, mi amor-balbuceo, sonriendo, y el fortachón golpea mi hombro, haciéndome tambalear sobre el suelo.

-¿Quién es este?-Ruge para mi chica y esta parece asustada.

Inquebrantable-Mi vecino misterioso 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora