Capítulo XXVII: Mercado negro

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A ti, quien sigue a Mi vecino misterioso fielmente

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A ti, quien sigue a Mi vecino misterioso fielmente...

DEREK

-¡¿Por qué te niegas tanto a creer que es tu padre?! ¡Dale la oportunidad de hablarte!, ¡de explicarse!-Solo observo cómo Susan está sentada en la cama, histérica, gritando, sumergida en la desesperación por el hecho de que estoy callado, sin hacer siquiera un gesto de replicar a lo que dice, o más bien grita. No pienso discutir con ella, no más. Estoy cansado, agotado de siempre pelear y luego actuar como si realmente no pasara algo. Estoy cansado de que se comporte como una niña caprichosa que se tiene que complacer en todo. Quiero que todo esto pare, quiero volver a rodearla en mi brazos y decirle cuánto la necesito en estos momentos, cuánto quisiera su comprensión, no sus reclamos... Pero no voy a ser yo quien se lo pida, quien ruegue por comprensión; no voy a mendigar algo que se supone me lo dé sin yo tener que pedírselo.

<<¡¿Por qué haces esto?!, ¡¿por qué eres tan terco?!-Sigue peleando, pero yo solo pienso en el abogado Brown, en denunciar a aquel mierda. Pienso en Nube, en cómo mis hijos aún lloran su partida. Solo pienso en que quiero que la oscuridad de mi vida se vaya de una maldita vez-. ¡¿No piensas decir nada?!-Chilla Susan, y la observo por eternos segundos. No sé por qué le brindó tanta confianza a aquel hombre que dice ser mi padre, lo ha puesto por encima de mí, y la idea me saca de balance, me cabrea.

Acomodo mi corbata, y giro sobre mis talones para salir de la habitación sin replicar nada. Pude ver el desconcertado rostro de Susan, pero no pienso seguir escuchándola pelear, estoy harto.

...

Cuando llego a mi oficina, entro sin saludar a nadie. Normalmente lo hago, pero hoy no estoy de humor. Algunos me miran curiosos, pero decido ignorarlos.

Me siento en mi silla giratoria y suelto el aire que siquiera sabía que llevaba contenido. Esto es una mierda, pura mierda. Dije que hablaría, que acabaría con todo esto de una vez por todas... Pero Rebeca me alarmó. Cuando fui a buscarla a su casa, no estaba. Nadie la había visto hacía mucho tiempo, y fue cuando me asusté. Por suerte la hallé en casa de Alejandra, pero hallarla no me tranquilizó demasiado. El motivo de su desaparición se debía a que aquel imbécil la extorsionó, la amenazó para que se fuera. Rebeca estaba muy asustada, por mi culpa está involucrada en todo esto, y no puedo evitar sentirme culpable. Es por eso que no he podido decirle a Susan por qué fui a casa de Alejandra y conocí a su parlanchina cotorra Anaís. Es por eso que no he podido dormir bien los últimos días, es por eso que quiero que todo esto acabe, porque están envueltas demasiadas personas.

Escucho el sonido de la madera siendo tocada y cedo el paso a quien sea que esté tocando. Es mi secretaria, Cristina.

-Buenos días, jefe-saluda formalmente y le doy un asentamiento de cabeza.

-¿Hay algún recado para mí?-Le pregunto rápidamente, pero esta niega.

-Necesito hablar con usted-dice y le hago señas para que cierre la puerta.

Inquebrantable-Mi vecino misterioso 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora