- Vaya...- los ojos oscuros de mi ahora algo más familiar primo me repasan con cautela- Has... Yo, bueno... Estás...
Hay un silencio incómodo que utilizo como excusa para revirsar las hebras de mi pelo.
- Estás guapísima, Maya. ¡Has crecido mucho y estás realmente cambiada! - dice agarrándome de los hombros para luego estrecharme en un abrazo rápido.
- Sí, bueno. Ahora tengo tetas y supongo que estoy algo más alta que cuando era una cría - le sonrío.
- Aunque veo que tu sentido del humor ha permanecido intacto - a Jon se le escapa una breve carcajada.- ¿Tienes hambre? - dice remangándose las mangas de su camisa y abriendo la puerta del frigorífico.
- Solo algo de beber... - musito sorbiendo mi nariz.
- Tonterías - dice poniendo un batido de chocolate en mis manos - Bien, ahora te enseñaré la casa.
Nos encaminamos hacia el salón, cuando su mirada se dirige al límite de la moqueta, donde mis maletas estaban arrinconadas.
- Yo subiré eso - dice apuntándolas con un gesto de su barbilla.
- No, yo puedo - me adelanto y cojo las dos bolsas de mano.
Él me quita una y carga a hombros mi maleta.
- Veo que también conservas tu testarudez... Eso está bien, la necesitarás - me da una sonrisa torcida y subimos las cosas hasta la segunda planta.
Jon lleva mis pesadas pertenencias hasta una puerta blanca.
- Este va a ser tu cuarto - gira el pomo y abre la puerta de la nueva estancia.
El olor a fregasuelos de pino y madera hace que me resulte aún más agradable.
Hay una cristalera con una repisa acolchada, una cama doble con un edredón nórdico blanco, una pecera vacía, y un puff en mitad de la sala.
La habitación es espaciosa y realmente luminosa.
- Me gusta mucho, Jon - no puedo evitar sonreír abiertamente.
Creo que es lo mejor que me ha pasado en las últimas 24 horas. O quizás incluso en las últimas 48...
- Me alegro mucho de oír eso - mi primo me pasa el brazo por los hombros.Para cuando termina de enseñarme la terraza, el baño, su oficina y habitación, y la biblioteca, estoy exhausta.
Creo que él lo nota mientras bajamos las escaleras de nuevo hasta al salón.
Allí me da el vaso de agua que le había pedido.
- Pareces algo cansada - me mira mientras bebo agua.
- La verdad es que...- me asalta un pequeño bostezo y mis ojos lagrimean levemente - sí.
- Bueno, pues... Puedes subir a echarte un rato. Si te despiertas y tienes hambre solo baja y sírvete; esta es tu casa ahora. - me regala un gesto amable cruzándose de brazos - ah, y... Si me he ido, llámame.
Jon saca un boli de su bolsillo, coge la palma de mi mano y garabatea su número en ella.
- Vale, eh... Gracias - me resulta muy incómodo todo esto. La idea de que tengo que acostumbrarme a servirme aquí como si fuese mí propia casa es sobrecogedora.
- Solo saldré a hacer la compra y una mierda del departamento de abogacía - me explica ya que debo de haber puesto cara rara.
- Sí, tranquilo. Es solo que me resulta raro tanto cambio seguido - digo restándole importancia al asunto con un gesto de mi mano.
- Mañana te enseñaré la ciudad, ah y... El instituto - dice haciendo una mueca graciosa como queriendo decir 'lo siento'.
Asiento y le sonrío con amabilidad antes de subir a mi nuevo cuarto a dormir un poco.
Por el momento, la mudanza estaba casi acabada y todo iba bien.
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-7 [Isaac Lahey]
Romancequizás cumplir los 17 fuera de tu hogar, en la casa de uno de tus primos al que no ves desde hace casi 7 años puede no ser la mejor manera de empezar de cero.