capítulo 38; incandescente

924 57 3
                                    

Presiono con mucha insistencia mis sienes con mis índices.
Aprieto los codos contra la superficie de frío mármol y aguanto los ojos cerrados.

- ¿Quieres un poco de agua? - la suave voz de Scott interrumpe mi estado de preocupación.

Aunque reconozco su voz de inmediato, a mis ojos les cuesta enfocar al chico que se encuentra delante de mí.
Cuando por fin mi pupila asimila la luz exterior y logra darme una nítida imagen del rostro de Scott, analizo su mirada.
Al igual que yo, también parece preocupado, pero sé que no es por Jon.
Observa con cautela y detenimiento cualquier mínimo movimiento que pueda tomar por respuesta, pero ni pestañeo.

- Todo esto es culpa mía... Por algún motivo, Deucallion quiere algo de mí, y se va a dejar la vida en ello hasta que lo obtenga - resoplo dejándome caer lentamente sobre la encimera de la cocina de Scott McCall.

- No te voy a mentir, vi como todos lo que pasó en ese sitio, pero no voy a dejar que vuelva a acercarse a ti - su mano cierra su agarre en la mía - olvídate de él por un tiempo, porque no va a volver.

- Eso no hay manera de saberlo, Scott... Mira como siempre reaparece de la nada - agito mis manos en el aire con exasperación.

Solo contemplando la expresión que el muchacho tiene en la cara, cualquier persona con un mínimo de decencia podría ver cómo en silencio me daba la razón.

- No va a pasarte nada. Un ataque más es una posibilidad menos de que nos vuelva a pillar con la guardia baja. - promete con tono seguro en la voz.

Trago fuerte saliva intentando bajar el nudo formado en mi garganta, pero no da resultado.

Mi mirada cae sobre nuestras manos cogidas con firmeza, y observo las cicatrices moradas que quedan en mi piel.
Extrañada, subo la mirada hasta sus muñecas, ocupadas por un par de feas cicatrices blanquecinas que claramente habían empezado a sanar.

Abro la boca y boqueo levemente como un pez, pero al segundo me regaño a mí misma por pensar siquiera una tontería tan grande.

*el mordisco te hace inmune, Maya...*

- Creo que deberíamos tratar de dormir un poco - sugiere Scott con el ceño un tanto fruncido después de ver mi raro gesto.

Asiento aunque sé que ahora mismo podría hacer cualquier cosa menos echar una cabezada.
No sabiendo que Jon seguía en la clínica de Deaton por la paliza que le habían propinado los desgraciados de Deucallion.

Resoplo con resignación pero para guardar mis maneras, sigo a Scott hasta su dormitorio.

- Mi madre estará de guardia en el hospital hasta la madrugada - mira del pasillo mientras terminamos de subir los últimos peldaños de las escaleras- no debería de volver hasta las 5 o así...
Finalmente, Scott me deja pasar primero al abrir la puerta de su cuarto.
Hay un par de palos de lacrosse contra el armario y el escritorio está totalmente revuelto, pero exceptuando eso todo está como lo recordaba.

- Disculpa el desorden - se excusa rápidamente al ver mis ojos recorrer todo el cuarto.
Lo que él no sabe es que yo solo me estoy preguntando dónde demonios voy a dormir yo si aquí hay solo una cama... de matrimonio.

"- ... y claro, después del lío de las últimas 48 horas, no he tenido ni un minuto para estudiar biología.

Sacudo mi cabeza energéticamente y centro de nuevo mi atención en Scott.
Por un momento me había quedado sumida en mis pensamientos.
Entono algo con mi garganta que suena como a un sonido de interrogación, pero mi voz ronca lo hace sonar como un ladrido.
Él sonríe, y como sabe que mi cerebro andaba en otra parte, trata de ahorrarme el trago incómodo declinando su charla en un suave gesto de su mentón.

-7 [Isaac Lahey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora