Empiezo a cogerle el gusto a que el suave contacto de unos fríos dedos me despierten.
Como resultado, un escalofrío eriza el vello casi invisible de mi espalda.- Mas te vale estar agonizando para cuando me de la vuelta - aviso con mi habitual voz ronca de la mañana.
Escucho como su armoniosa risa llena la estancia y siento un crujido en mi pecho.
Me volteo y quedo pegada a su torso desnudo.
- Hola - saluda con ese tono de prepotente que tenía cuando le conocí.
Pero esta vez tiene una mezcla de socarronería.- No te veo agonizando - chasqueo mi lengua.
- Iba a empezar a hacerlo - dice, quemándome con la mirada.
- ¿Por qué motivo? -.
- No todos los días tengo el placer de levantarme con una mujer tan guapa en mi cama - esboza una media sonrisa.
Siento como mis mejillas pican por el ardor de la vergüenza que me recorre en este momento.
Él parece darse cuenta, ya que profiere en una risa burlona.
Escondo mi cara en su pecho y él comienza a acariciar mi pelo con detenimiento.
- No quiero irme de aquí nunca - lo digo en voz alta pero pretendía que fuese un pensamiento interno.
- Ni yo tampoco - tira aún más de mi cuerpo para pegarlo contra el suyo. Estamos piel con piel.
Mi cabeza se encuentra encajada en el hueco que hay entre su cabeza y su hombro.
- Tengo que... - mi mente acaba de activarse, y como por arte de magia, todas mis obligaciones saltan como disparadas por un resorte automático - debo volver a casa para comprobar que Jon esté bien y también tengo que ir a ver a Scott y a Stiles...
- ¿Y Lydia? - pregunta midiendo cada palabra y sin abandonar sus caricias en mi baja espalda.
- Iré a verla - sentencio tras pensármelo por un minuto - es mi amiga y necesita a alguien.
Él asiente y deposita un beso en mi frente.
- Te acompaño - dice.
- No - niego con la cabeza a la vez que alzo mi cabeza - ve a ver a Derek.
- Él está bien - dice - no quiero dejarte sola.
- Yo también estaré bien - le aseguro.
Para evitar alargar la despedida, me levanto rápido, deshaciéndome del agarre de sus brazos, aunque a mí me duele más que a él tener que salir de ése lugar tan confortable.
Recojo mi ropa regada por toda la moqueta, a la vez que oigo desde detrás mía a Isaac farfullando algo de que no logro entender del todo.
De repente, un soplo de aire frío me pone la piel de gallina.
Miro hacia abajo y recuerdo que no llevo nada debajo, excepto por la camiseta negra de Isaac y mis bragas.Capturo mi labio con los dientes y cierro los ojos.
De nuevo, el olor familiar del perfume de Isaac llena el aire.
Una mano se desliza por mi glúteo derecho haciendo que una descarga eléctrica recorra cada milímetro de mi piel.
Siento sus labios recorriendo el lóbulo de mi oreja para luego ir dejando un sendero de húmedos besos desde mi mandíbula, pasando por el trapecio de mi cuello y acabando en el extremo de mi clavícula.
Su respiración se hace más pesada y a mí me cuesta contenerme.
Tengo que irme, pero lo único que quiero es quedarme y hacer una locura.- Me lo estás poniendo muy difícil - reconozco, torciendo mi cabeza para darles aún más paso a sus besos.
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-7 [Isaac Lahey]
Romancequizás cumplir los 17 fuera de tu hogar, en la casa de uno de tus primos al que no ves desde hace casi 7 años puede no ser la mejor manera de empezar de cero.