La voz repite de nuevo mi nombre pero esta vez va seguida de una mano que me agarra con firmeza y aprieta levemente mi extremidad superior derecha.
Levanto la vista para encontrar a el propietario de los ojos que me habían enamorado hace ya casi 3 meses.
Esos ojos de un azul cristalino oscuro que aún en la más oscura y fría de las noches, brillaban con un atisbo de preocupación reluciendo en ellos, esta vez.
- ¿Qué demonios haces aquí fuera, Maya? ¿Es que no ves el frío que hace?... ¿Has leído mis mensajes? Te he llamado un par de veces. - las palabras se disparan a la velocidad de balas.
- ¿Mejor será helarse que quedar como una gilipollas allí adentro, no crees? - disparo yo con suspicacia en mi mirada.
Tenía por seguro desde hacía rato, que el alcohol había poseído mi organismo en su plenitud, y ahora solo me quedaban el tiempo y muchos litros de agua para expulsarlo de mí.
- ¿Qué? ¿De qué hablas, Maya? - la confusión se puede palpar en su mirada.
- Ya me has oído - hago una pausa para recomponerme y prepararme mentalmente - ¿cuándo tenías pensado contarme lo tuyo con Allison?
El desconcierto hace una mezcla perfecta con el pánico, que cubre sus ojos y lo enmudece de manera instantánea.
- Maya, dejame que te lo explique, por favor - pide Isaac.
Me dispongo a incorporarme, hago acopio de todas mis fuerzas y trato de ponerme en pie, pero mis rodillas flaquean.
Me aferro con los dedos al cemento de pared e intento tirar de propio cuerpo, pero la cantidad de alcohol en vena que había en mi cuerpo desde hace casi ya hora y media, ralentizaba cualquiera de mis posibilidades de levantarme.
Maldigo por dentro, ya que las palabras empezaban a picar en mi garganta.
Isaac, arrodillado en el suelo, comienza a murmurar mi nombre, coloca sus manos sobre mis costillas y me ayuda a incorporarme, aunque yo trato de decirle que me deje, y empujarle en varias ocasiones.
- ¡Suéltame, Isaac! ¡No quiero que me toques! ¡Déjame en paz! Quiero... ¡Quiero irme de aquí! ¡Que me dejes! - insisto golpeando sus hombros y pecho con todas mis fuerzas.
Isaac me empotra contra el frío cemento, pone mis brazos contra la pared, y se pega a mi cara.
- ¡Maya, escuchame! ¿Quieres callarte? ¡Deja de pegarme! - pide.
- ¡No quiero escucharte! ¡Sueltame ahora mismo! - le propino una bofetada.
Esto último solo hace que él enfurezca más, cuando realmente debería ser yo la histérica...
*de hecho, ya has entrado en tu fase de histeria incontrolable*
- ¡Estate quieta! - grita él.
Justo en ése momento, oigo un golpe sordo de la puerta de cristal junto a nosotros.
Se ha abierto.De ella, salta un sorprendido Scott McCall.
- ¿Qué coño estás haciendo tío? ¡Dejala ahora mismo! - Scott empuja a Isaac con tanta brutalidad que lo tira de espaldas.
Scott es más ancho de espaldas, pero Isaac es más alto que él, y le gana en masa.
- No tienes ni idea - Isaac le apunta con el índice.
Se incorpora ágilmente y trata de apartar al moreno de delante mía, pero éste le propina un feo puñetazo.
La nariz de Isaac suelta un hilo de sangre como respuesta.
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-7 [Isaac Lahey]
Romancequizás cumplir los 17 fuera de tu hogar, en la casa de uno de tus primos al que no ves desde hace casi 7 años puede no ser la mejor manera de empezar de cero.