Me despierto por el tacto de una mano contra mi hombro.
No tengo muy claro qué hora es, ni cómo he acabado en una sala de espera casi vacía, pero hay muy poca luz y me cuesta enfocar la sonrisa amable de la persona que me ha despertado.- Señorita... ¿Lachowkey? - dice una enfermera de unos veinte y pocos años - ¿es usted?
- Lachowski - la corrijo frotándome los ojos con un puño.
- Oh, sí, disculpe... Su paciente, Isaac Lahey, ha regresado del quirófano.
Me levanto de un salto al oír la última palabra.
- ¿Le han operado? - mi voz suena grave y baja.
- Sí, señorita. Ma informamos ayer por la tarde noche - dice ella con tono tranquilizador; aunque a mí solo me angustia más.
- ¿Sabe cuánto tiempo llevo aquí? - le pregunto, dado que mi memoria no está demasiado activa aún.
- Uhm, bueno... Si no me equivoco, lleva aquí desde las buen entradas siete de la tarde del día anterior - dice ante mi expresión llena de pánico - ahora son las 9:43 de la mañana. Hoy es martes.
Le doy las gracias con algo de prisa mal disimulada y me dirijo hasta la habitación de Isaac; la 307, en la que supuestamente él ya estaba reposando.
Abro la manija de la puerta con mucho sigilo y me adentro poco a poco.
Un pálido Isaac se encuentra en la camilla, con el típico traje de hospital de color azul, cubriéndole el torso.
Mi corazón rebota en mi pecho sobresaltado y la curiosidad no hace más que picarme.
Antes de que me dé tiempo a meditarlo demasiado, levanto levemente las sábanas que le cubren, y luego el traje azulado.
Ante mis ojos hay una cicatriz de no más de un palmo y medio que está cicatrizando rápidamente.
Calculo que no le quedarán más de dos horas para cerrarse del todo y abandonar su piel como si nunca hubiese existido.
Un leve gemido me saca de mis pensamientos.
Isaac acaba de despertarse de la anestesia, y parece estar totalmente recuperado.
- Isaac - aunque sé que quizás no es lo más recomendable, me abalanzo contra él y le abrazo cerrando mis ojos con mucha fuerza.
- Maya... - musita con delicadeza - ¿cuánto tiempo llevas tú aquí?.
- Eso no es relevante ahora - evado su pregunta al tiempo que a su mirada curiosa - ¿cómo te encuentras?.
- Como nuevo - dice el rubio. - ¿necesitaré más pruebas?.
- No - le regalo mi mejor sonrisa - la enfermera dijo que cuando superases el postoperatorio solo tendrías que pasar tres días o así en observación y reposo.
- ¿Tres días o así? - se incorpora de un golpe seco - ¡ni de coña! Quiero salir de aquí y ver a los demás.
La sonrisa se me borra de la cara ante las drásticas palabras de Isaac.
Pero muy en el fondo, pese a que le insisto un par de veces en que se quede y repose, sé que ámbos necesitamos salir de aquí.
* * *
Nos lleva casi veinte minutos convencer al médico de guardia de hoy que nos daban hoy el alta hoy mismo; el médico que atendió a Isaac estaba en su descanso diario.
Finalmente conseguimos arreglar todos los papeles e irnos antes de las diez y media de la mañana.
Isaac insiste un par de veces en que le dejase conducir yo a él, ya que según su criterio, me veía demasiado agotada como para conducir.
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-7 [Isaac Lahey]
Romancequizás cumplir los 17 fuera de tu hogar, en la casa de uno de tus primos al que no ves desde hace casi 7 años puede no ser la mejor manera de empezar de cero.