capítulo 19;

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- ¡Maya! - unos dedos sacuden mi antebrazo con fuerza.

Mi ágil capacidad de reacción ante el brusco tacto desconocido, hace que de un tirón y me suelte del agarre de esos finos dedos.

- Perdona - me disculpo al ver la sorpresa formándose en la expresión de Lydia.

Froto la palma de mi mano contra mi antebrazo recién liberado.

- Te noto nata - la pelirroja se frota los dedos apartando la vista - ¿te ocurre algo?.

Yo niego con la cabeza despacio, clavando mis ojos sobre el cristal de la ventana.

- ¿Es por la fiesta de esta noche? ¿No quieres venir, verdad? - insta ella.

- ¡No! ¡No es eso! - me apresuro a desmentir. - es solo que, desde esta mañana tengo un mal presentimiento...

- Relajate, será cosa de los exámenes finales - resuelve ella volviendo a su armario tarareando una cancioncilla.

Empujo esa mala sensación hasta el fondo de mis pensamientos, y la archivo para cuando tenga tiempo para rebuscar.

* * *

Lydia hace que me pruebe casi todo su armario.

Puede haber pasado como dos horas y medias desde que llegué y ella comenzó a preguntarme si tenía algo en mente o me apetecía vestir algo en particular.

Conjuntos y más conjuntos detrás de perchas y más baldas después, sigo sin poder dar crédito al tamaño del armario.

*su armario es mi cocina* pienso con una risotada entre mis labios.

Los padres de Lydia sin duda debían de ingresar una enorme cantidad mensual en su cuenta de banco.

La madre de Lydia era nuestra profesora de biología, y Allison me comentó una vez algo acerca del padre de Lydia.
Creo recordar que se divorciaron cuando ella era pequeña.

- Bueno, esto sin duda - sentencia ella.

Me muestra el conjunto, moviendo las prendas delante de mis narices, balanceando la percha en su muñeca.

- Uhm... Deja que me lo pruebe - digo yo echándole una ojeada rápida.

- Es muy tú - apunta ella.

- Cierto - le sonrío - la verdad es que me gusta mucho.

- ¡No se hable más! - dice ella haciendo una especie de reverencia en el aire con los brazos.

Lydia se pasa un par de horas más con el maquillaje y el peinado.
Se ofrece a hacerme ambos, y yo, agradecida, le permito que me ayude, ya que no soy precisamente una experta en estos temas.

Lydia tenía un talento especial con el maquillaje, algo que en tan solo media hora podría comprobar cualquiera.

Le había dado volumen a mis labios con algo de delineador color rojo intenso, y había hecho milagros con mis pestañas.

"Ya son largas de por sí, pero con esta máscara quedarán geniales" comentó seleccionado un tubo plateado.

Mi pelo se había visto sometido a un planchado estupendo, que le había aportado brillo y densidad.
De igual manera, mi amiga me había prestado una crema matificante y unos polvos fijadores para la cara.

Cubrí con esmero las ojeras que me recordaban mis anteriores noches llenas de preocupaciones y los estragos del café en exceso.

Al mirarme en el espejo, no me reconozco.
Entera arreglada, al lado de mi amiga, que se daba la última pasada de máscara de pestañas, parecía otra persona distinta.

-7 [Isaac Lahey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora