Cuando mi teléfono suena ya hacen casi tres horas desde que Isaac y yo nos despertamos de nuestro reparador sueño.
Observo que son casi las cuatro de la tarde cuando la llamada entrante de mi primo Jon ocupa la pantalla de mi móvil.
Levanto mi dedo índice hacia Isaac, el cuál estaba riéndose aún por mi pésimo chiste de hace tan solo dos segundos y descuelgo.
Él contorsiona su cara en una graciosa mueca tratando de contener las risotadas.
- ¿Si?.
- ¿Si? ¿Cómo que si? ¿¡Maya pero dónde demonios andas. metida!?
*mierda...*
- Estoy en la biblioteca, estudiando... Tengo un examen importante la semana que viene. Creo que será mejor que te vayas. Ya le pediré luego a Lydia que me lleve a casa.
- ¡Ah! ¿Estás con Lydia?.
- Sí, ella me está ayudando.
- Bien, de acuerdo... Pero por el amor de Dios, Maya avisa alguna jodida vez de tu paradero antes de que me ponga histérico por pensar que te puede haber raptado la manada de Deucallion.
- Lo sé... Lo siento, Jon.
- Te espero en casa, habrá pizza para cenar.
- Te quiero.
- Ya... Y yo a ti pequeña.Isaac parece divertido.
- ¿Qué te hace tanta gracia? - le digo sacándole la lengua.
- Sabes mentir muy bien - halaga levantando las manos en seña de paz.
Pongo los ojos en blanco.
- ¡Es verdad!... Bueno, ¿qué te apetece hacer ahora? - me da esa sonrisilla traviesa.
- Estudiar biología y álgebra - me meto el último bocado de fideos de preparación instantánea a la boca.
- ¿En serio? - frunce los labios.
- No, pero necesitamos hacerlo. Tenemos pronto la semana de finales... - digo dándole vueltas al tenedor.
Isaac se baja del alto taburete en el que está sentado y se acerca a mí poco a poco.
- Se te da bien la biología - parece más una pregunta que una afirmación.
- ¿Lo dudabas? - me cruzo de brazos dejando de lado la comida.
Él mueve la cabeza de izquierda a derecha muy despacio.
- Necesito que me ayudes con biología - con la excusa de estar recogiendo la mesa, no me mira a la cara.
- ¿No la llevas bien? - no puedo ocultar mi tono rimbombante.
* * *
Acostumbrarse a algo es hacer algo parte de ti.
Hacer que algo se te haga familiar y usual es doloroso.
Porque tarde o temprano, siempre tendrás que separarte de ése algo.
Quizás nunca superes el apego que sentías por ése algo, así que hasta el momento solo sé que hay que vivir con ello.Llego a casa, totalmente rendida, y al mirar mi reloj de muñeca, han pasado ya 32 minutos desde las siete.
Tiro mi mochila sobre el brazo del sofá y tomo aire profundamente.
Sin darme cuenta, ya estoy llorando de nuevo.
*y esta vez... ¿por qué llora la valiente Maya?*
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-7 [Isaac Lahey]
Romancequizás cumplir los 17 fuera de tu hogar, en la casa de uno de tus primos al que no ves desde hace casi 7 años puede no ser la mejor manera de empezar de cero.