capítulo 36;

966 54 1
                                    

Llegados a determinados puntos en tu vida, te haces una serie de preguntas.

En ocasiones no puedes permitirte el lujo de una noche en vela, vagando en soledad por tus propios pensamientos hasta las tantas de la madrugada.

A veces tienes que elegir una decisión que marcará toda tu vida en tan solo unos escasos segundos llenos de tensión.

Esta es la sensación que tengo cuando Deucallion nos tiene a Scott, Derek, Peter y a mí contra una alambrada electrificada.

- ¿Así que debería de sorprenderme que trates de venir a quedar como el héroe? - no pudo ser mayor mi sorpresa cuando veo cómo Deucallion se levanta con una diabólica tranquilidad en su rostro y se dirige hacia Derek, el cual se revuelve y trata de propinarle un rodillazo en las costillas.
Derek está ágil, y por suerte esquiva el golpe.
Deucallion chasquea la lengua con desaprobación sin quitarle ojo.

- Creí que tu madre te habría enseñado modales - continúa.

- No te atrevas a hablar de mi madre - gruñe —literalmente — Derek.
Sus ojos tienen ahora un brillo rojo, le sobresalen de sus labios los colmillos, y al mirar hacia arriba, las garras complementan a todo su mal humor.

Habíamos sido electrocutados ya 3 veces.
Derek nunca me había caído realmente mal, pero al no contestar a las insistentes preguntas del maldito Deucallion, su escolta de demás alfas nos habían encadenado a la valla electrificada.

- Oh, vaya... ¡Pero mirad a quién tenemos aquí! Si es una Lachowski... - Deucallion finge haber perdido el interés por el último de sus rehenes masculinos. Previamente había torturado a Scott y a Peter con más y más preguntas. - Que alguien traiga al otro.

Cuando oigo esas últimas palabras, mi corazón se para en seco, y reanuda su marcha a un ritmo peligroso cuando un par de subordinados de Deucallion traen arrastrado a mi primo Jon.

Aún lleva el traje de los lunes, aunque está totalmente destrozado, al igual que su pelo y su aspecto físico.

Está amordazado y con el rostro totalmente pálido, pero cuando me ve suelta un gruñido.

Forcejea con todas sus fuerzas tratando de soltarse del agarre de un tipo muy musculado, pero éste le propina un fuerte golpe al lanzarlo contra una de las sillas que había en la destilería creándole una brecha en la frente.

Atemorizada, trato de romper las cadenas que toman mis muñecas y tobillos, pero solo consigo que la zorra que se encarga del voltaje de las descargas que emiten las vallas, las suba al máximo.

Chillo de rabia al ver como Jon trata de soltarse y solo consigue ser apaleado aun mas fuerte.

Un fino hilo de sangre desciende por su nariz, manchando sus labios y su ahora sucia barba.

- Por favor ...- jadeo agotada.
*¿eso ha sido una súplica?*

- Disculpa, preciosa, no he podido oírte. Repite qué ibas diciendo. - deduzco que Deucallion disfruta al máximo  con esto.

- Solo... - resoplo exhausta ante la mirada de todos los presentes en la sala - ¿qué quieres?.

- Respuestas, cariño... - tamborilea con los dedos sobre la alambrada, a escasos centímetros de mí- nada que pueda provenir de ti.

Como si leyese la pregunta que tenia en mente, aquel espécimen, por llamarle de alguna manera, continua hablando con una serenidad increíblemente natural para la situación.

- De él - se vuelve hacia mi primo y le acusa con la mirada - proviene lo que necesito. Esto se puede alargar lo mucho que él lo desee.

Escucho un resoplido lleno de impertinencia y casi culpo a mis ojos de traicioneros cuando veo a  lanzando una mirada de odio contra Jon.

Peter procede a berrear calumnias hacia un pronto enfadado Deucallion, que ordena otra tanda de descargas.

A partir de ahí, todo lo que llega a mis oídos son zumbidos y siento como mi cuerpo se ca adormeciendo contra mi voluntad lentamente.

Un profundo sentimiento de angustia invade todo mi pecho.

Estoy viendo a Jon llorar delante de mí.
Obligado a contemplarlo todo por el fuerte agarre de aquellos gorilas que Deucallion había reclutado como manda.

- ¡Basta! - grita entonces Scott - soltadla por favor...

Peter masculla algo entre jadeos que no llego a oír demasiado bien, pero suena a un "lo siento".

Deucallion se vuelve hacia Jon, y mi tímpano izquierdo se rehusa a ayudarme a entender de qué le está hablando.

No sé a qué punto he llegado, o como debo de verme cuando Derek me dirige una mirada compasiva.

Me mira por inquietantes minutos y mueve los labios muy despacio, ya que al cabo de unos segundos de tratar de entablar una disimulada conversación, parece darse cuenta de que he perdido gran parte de mi audición.

Casi me da por reírme cuando mi cerebro entiende una barbaridad de sugerencia salida de los ojos llenos de pánico y preocupación de Derek.

A falta de cualquier otra solución de carácter mas instantáneo, y con los niveles de desesperación por las nubes, trato de asentir con la mayor convicción posible.

Muevo mis ojos y mojo mis labios con la lengua, pero tampoco consigo articular palabra, lo cual hace que me frustre más conmigo misma.

Derek consigue acercarse hacia mí mínimamente, para luego quedárseme mirando con indecisión una milésima de segundo, antes de finalmente clavar sus colmillos en mi antebrazo de una fuerte mordida.

-7 [Isaac Lahey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora