capítulo 13;

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Hay días en los que tener un reloj biológico que te despierte, es una completa desventaja.
Sin embargo, hoy es diferente.
Después de salir de la ducha y haberme vestido con unos pantalones de deporte y un top negro a juego, me calzo mis deportivas más ligeras y bajo silenciosamente por las escaleras.
Me encuentro con Jon, que sigue durmiendo plácidamente con el ceño fruncido en el sofá.
Aun durmiendo, su expresión seria es constante y mordaz.
Me acerco de puntillas hasta el borde del sofá, para en seguida colocar una mano en su hombro y menearle con suavidad.
Mi primo abre los ojos con dificultad, me mira y sonríe cerrando los ojos de nuevo.
- Hola primito - le saco la lengua, aunque sé que no puede verme - voy a salir a correr un rato. ¿Te parece si para cuando vuelva entrenamos un poco? - reconozco que estoy tratando de aprovechar la situación.
Jon es realmente dócil recién sacado del sueño.
Él solo me responde con un quejido parecido a un gruñido suave.
- ¡Lo tomaré como un sí! - exclamo antes de agarrar un plátano de la cocina y salir del piso.

Llego hasta el bosque que Allison me había recomendado para salir a correr.
Me advirtió de que era territorio de un alfa, pero que no era excesivamente agresivo o problemático.
Al adentrarme un poco, comienzo un trote ligero hasta ir aumentando la intensidad.
Noto como el estrés y todas las preocupaciones de mis estudios, mi antigua vida en Italia y la manada de Deucallion, quedan atrás con cada gota de sudor que resbala por mis poros.

Sin darme cuenta, he alcanzado una parte del bosque muy profunda y escondida.
Desde la claridad de los delgados árboles, me fijo en una sombra oscura que conforme me acerco a ella atraída por mi naturaleza curiosa, se hace más y más nítida.
Es una casa.
Su aspecto es viejo.... más que antigua, está desgastada. Me atrevería a decir que hasta podría hacer sufrido las consecuencias de un fuego.
No puedo frenar la intriga que se apodera de mí. De igual manera que no puedo frenar mis pies cuando se acercan hasta la plancha de roída manera negra que compone la puerta de la casa.
Husmeo por un par de segundos sin encontrar nada más que un desagradable olor a cenizas, polvo, moho y suciedad.
Compruebo que parecen los restos de una casa incendiada hace algún tiempo.
Me dispongo a seguir mi entrenamiento cardiovascular matutino, adentrándome de nuevo en el bosque, cuando una mano se cierra sobre mi muñeca.
Instantáneamente, dirijo mi puño libre hasta un impacto seguro con el rostro del sujeto.
Una palma impide el inminente golpe.
En mis narices, tengo a un hombre, de la edad de mi primo, con un brillo escarlata en sus ojos y una sonrisa satisfecha en sus labios.
Sin que se lo pida, me suelta amablemente.
- Supongo que tú eres la única familia de Lachowski. La prima de la que todos hablan - su voz es áspera pero a la vez atractiva.
- Supongo que tu eres el alfa tranquilo - no puedo contener mi tono cargado de ironía.
Él se ríe con desdén recomponiendo su postura.
- Conque si, ¿eh? Eso te han dicho... - asiento lentamente.
El corazón aún me va a mil.
Los imprevistos con hombres lobo extraños no son mi fuerte.
- ¿Qué quieres? - le espeto sin más.
Él se cruza de brazos, y su sonrisa es sustituida por una expresión totalmente seria.
- Eso debería preguntarle yo a la que acaba de allanar mi domicilio - responde.
- Maya Lachowski - objeto. Aunque probablemente él ya sabría hasta mi grupo sanguíneo.
- ¿Estás nerviosa? - pregunta de la nada con su tono serio e indiferente.
No me molesto en contestar.
Deduzco que sabe que sí debido a mis latidos.
- Hasta hace un mes, no todos los días un extraño me intentaba raptar - le respondo de la misma manera.
Él se ríe para sus adentros de manera seca.
- Esto es Beacon Hills - se encoge de hombros.
Yo asiento de nuevo con lentitud.
Iba a retomar mi ejercicio cuando vuelve sobre mí su agarre. Esta vez un poco más suave, pero igual de firme.
- ¿Lo quieres? -.
- ¿Disculpa? - espero que no estuviese ofreciéndome lo que tenía en mente.
Él rueda los ojos.
- El mordisco, Maya, ¿lo quieres o no? - aclara.
Me apresuro a negar rotundamente.
- Ni loca -.
- ¿Segura? - una sonrisa torcida cruza sus labios - ¿te has parado alguna vez a pensar en sus ventajas?...
Él aún desconocido alfa para mí, pasea con suavidad sus dedos por mi antebrazo, como queriendo remarcar mis venas.
- Agilidad, fuerza, olfato sobrenatural, reflejos como rayos... - enumera lentamente sin separar su vista de mi antebrazo - y solo con un simple mordisco... Por no mencionar la comodidad que eso sumaría a tu relación con el chico Lahey y tu querido primo.
Un escalofrío me corre por toda la columna.
*¿por qué sabe todo eso?*
- Lo sé todo, Maya - se ríe.
- ¿También podéis leer el pensamiento? - pongo los ojos en blanco. Las preguntas se agolpan en mi mente.
Él libera su agarre de mi antebrazo con una última pincelada sobre este con su dedo índice.
- No, pero... Ahora que lo mencionas, podría ser un gran punto, ¿no crees? - trata de bromear, pero su tono serio y hosco permanece intacto.
- No - finalizo nuestra conversación alejándome a zancadas rápidas por el bosque.
- Bien, Isaac lo lamentará por los dos... - comenta en un murmuro que soy capaz de oír.

* * *
Entro al loft con un nudo en la garganta.
No he podido deshacerme de él en los últimos veinte minutos.
Llego a la cocina con las lágrimas rozando su límite de aguante, hasta que finalmente desfilan por mis pómulos en angustia silenciosa.
Me inclino sobre el grifo y mojo mis manos, cara y cuello, para después beber algo de agua.
Trato de normalizar mi respiración poco a poco, pero los pensamientos de cómo ése alfa lo tenia todo tan maquinado y controlado, me hacían perder los nervios.
El pensamiento de que todos supieran de mi anterior vida, familia, y presente, me provocaba una angustia constante.
Comienzo a jadear agarrándome de los extremos del lavamanos casi sin ser consciente de ello.
De repente, recibo un golpe bajo en el costado.
Hace que me vuelva enfurecida y lance una patada al aire, que es fallida e interceptada por Jon.
Jon me está mirando fijamente lleno de curiosidad y cautela.
- ¿Te he asustado? - niego tirando mis ojos hacia el suelo, aunque a decir verdad, sí que me había visto sorprendida. - ¿ha pasado algo?
No quiero mentirle.
Es la única persona en la que puedo confiar al cien por ciento, pero por algún motivo, me sigue preocupando que Jon solo trate de alejarme de Beacon, mis nuevos amigos e Isaac si le cuento lo sucedido.

Decido arriesgarme después de calmarme.
- Me he encontrado con ése alfa que vive en la casa del bosque - confieso.
- ¿Hale? - dudo que lo de Jon fuese una pregunta. - ¿Qué te ha dicho?
Vacilo un par de segundos tanteando con la mirada.
- Me ha ofrecido el mordisco -.
- ¿Qué? - espeta en un carraspeo.
Asiento con seriedad.
Jon se lleva un par de dedos de cada mano para masajear sus sienes.
- Estúpido Derek... Solo estaba probándote, Maya. Ignorale - explica Jon.
- Sa-sabía... - tartamudeo y me maldigo por ello - cosas.
- ¿Qué cosas? - inquiere él posando su mirada atenta en mí.
- ¡Mías, Jon! ¡Sobre mí! ¿Cómo demonios sabe alguien, que no he visto nunca antes en mi vida, tanto sobre mí? - me muerdo la lengua por no mencionar que el tal Derek sabía de mi reciente relación con Isaac.
- Contactos... - aguanta un silencio incómodo hasta que resoplo impaciente - no te preocupes, Maya.
- Ése tipo me ofreció el mordisco - recalco de nuevo.
- Y yo te repito que no hay de qué preocuparse - Jon trata de golpearme, pero yo me aparto antes de que eso suceda.
- ¿Qué ha sido eso? - me quejo a la vez que vigilo sus extremidades.
- ¿No querías que te enseñara a defenderte? - Jon me inmoviliza agarrándome de la mandíbula.
No me molesta, ni me hace daño... pero se siente extraño e irreal.
Respondo propinandole una patada en la entrepierna que él acepta con valentía.
- Eso ha estado bien... - se ríe por lo bajo mientras recoloca su postura

Pasan las horas en la terraza.
El fresco aire de la mañana se va calentando a la vez que los rayos del sol comienzan a picar en mi piel.
- Tienes que vigilar las manos, es lo más importante - aconseja Jon.
Ladeo mi cabeza lentamente observando como él desplaza sus puños lentamente mostrando de cuántas maneras podrían atacarme.
Podría mentir y decir que no me parecía abrumadora la cantidad de ataques que Jon conocía, pero mentir nunca ha sido uno de mis mejores dotes.

- Bien... Supongo que ahora estás lista - su tono se agudiza en la última palabra.
- ¿Qué insinúa Lachowski? - imito la voz de mi madre. Él parece reconocerla, ya que se ríe.
- Muestrame qué sabes... - comienza a decir.
Decido tomarme la venganza por mi propia mano y servirle una sarta de golpes rápidos con mis puños y un par de patadas.
Logro alcanzarle en 4 ocasiones, en las que él no puede contener su sonrisa orgullosa.

Cuando terminamos, me ofrece pasar amablemente a beber algo para recargar sales minerales.
Mientras bebo algún tipo de bebida isotónica en la que ni me molesto en mirar, mi primo Jon me mira con una mezcla de intriga, orgullo y sorpresa.
- Eres como tu madre, Maya... - murmura más para sí que para mí.
Me quedo totalmente en blanco.
Mi corazón se frena de repente para después continuar su marcha a ritmo antinatural.
Mis manos se desestabilizan y derramo algo de la bebida color azul.
- ¿Qué? - repito esa estúpida pregunta a la vez que confirmo mi recuerdo en el que Derek Hale comentaba que era igual a mi madre mediante un terrible flashback.

-7 [Isaac Lahey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora