capítulo 5

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Despierto cuando un rayo de sol se cuela por la ventana que había quedado entornada desde anoche.
Me acuesto sobre mi estómago y cierro los ojos con fuerza, pero pese al esfuerzo ya estoy más despierta que dormida.
Exasperada, me vuelvo a incorporar y abro los ojos. Lo primero en lo que se fija mi vista es en la puerta de mi cuarto de baño: de ella emana un tímido vapor de agua por la rendija de la parte superior. Antes de que pueda levantarme para comprobar de dónde salía ese vapor, la puerta se abre de par en par, revelando a una figura alta y esbelta que se estaba secando en el umbral de la misma puerta.

- Esto son los buenos días - contengo la risa.
Isaac pone los ojos en blanco, pero también alcanzo a ver una escurridiza sonrisa.

De repente, se oyen pisadas en el parqué de madera del pasillo. Se van acercando a mi habitación.
Si la cara de Isaac palidece por completo mientras me mira sorprendido, la mía debía de ser en aquel momento todo un cuadro.

- Maya, ¿te guardo café? - es la voz de mi primo al otro lado de la puerta.

- Si, si por favor - logro decir con un hilo de voz.

Isaac, que parece entonces más divertido que asustado con la situación, se acerca a la cama y me agarra por la muñeca, tirando de mí hacia el cuarto de baño.

- Voy a irme a trabajar en breve, y no sé si podré estar aquí para la hora de la comida porque... - justo cuando Jon gira el pomo de la puerta para entrar, Isaac nos mete dentro del baño y asegura la puerta de éste - ¡ah perdona, te estabas duchando!

- Si pero no te preocupes, te escucho, dime - digo con las manos cubriéndome la cara.

- Pues que no sé si podré volver para la hora de comer, porque ayer dejamos un par de cláusulas sin cerrar y el cliente ha empezado a meternos prisa para que terminemos esta semana... - habla Jon desde el otro lado de la puerta sin sospechar lo más mínimo.
Mirando por encima del hombre de Isaac me doy cuenta de que ha sido lo suficientemente coherente como para recoger la ropa que dejamos tirada anoche y meterla en el baño. Interiormente, agradezco que se haya anticipado de esa manera.

Jon seguía hablando desde fuera del baño, y yo miraba fijamente a un Isaac con mirada amenazante.
De vez en cuando le respondía algo como "no importa", "claro", "es normal, si...", lo cual animaba a Jon a continuar la conversación, puesto que aquel caso parecía preocuparle.

Empecé a sentirme culpable cuando la mirada de Isaac se turbó y sus manos comenzaron a vagar con tacto firme desde mi muñeca hasta mi abdomen. Ahora se me estaba haciendo imposible concentrarme en lo que mi primo se encontraba fuera contándome.

Justo cuando Isaac se arrodilla y comienza a tirar de mi ropa interior, me llevo las manos a la boca, temiéndome lo peor.
Le agarro por el pelo y le digo con gestos que podría oírnos, pero él, caso omiso de mis preocupadas señas, sonríe de manera radiante y procede a probarme.

- Bueno, tengo que irme... - se oye un crujido fuera, ha debido levantarse de la cama - te llamaré si no se me hace muy tarde y podremos tomar algo fuera.

A estas alturas mi pulso está tan desbocado y mis fuerzas tan disipadas que me es imposible articular palabra. Abrir la boca ahora mismo sería exponerse al riesgo de que un gemido escapase.
Hago una especie de sonido de conformidad y trato de camuflar con un carraspeo mi falta de aire.
Isaac, concentrado en su tarea, no me estaba dando tregua.
Continúa unos minutos más, alargando mi tortura, hasta que escuchamos la puerta principal del apartamento cerrarse.

- Ya se ha ido - despega su boca de mi centro y mira hacia arriba.
Me encuentra aferrada a uno de sus hombros y a una estantería - ya puedes gritar todo lo que quieras.

- Voy a matarte - digo casi sin aire.
Isaac asiente y continua su trabajo, esta vez incorporando uno de sus dedos.

- Joder - jadeo llevando mi puño a mi boca en un intento de reprimirme.

- No te aguantes - dice él llevando una de sus manos a mi brazo, para así bajarlo y volver a dejar mi boca libre - vamos.

Aprieto los ojos con tanta fuerza que creo que podría marearme. Su tacto se siente tan cálido que creo que podría desmayarme en cualquier momento.

- No... puedo - digo con un hilo de voz.

- Claro que si - dice suavemente con un tono más ronco del habitual para él.
Me fijo en sus ojos, sus pupilas, la expresión de su cara. Esta disfrutando esto casi más que yo.
- Maya no lo contengas, cuando notes que asciende, relájate y déjalo ir - me guía.

Me desconcierta tanto verle disfrutando por el mero hecho de estar dándome placer, que pese al rubor y la vergüenza que arden ya por toda mi cara, le hago caso.
Ante su próxima caricia no intento reprimirme. Mi espalda se arquea casi por voluntad propia, y un gemido se empieza a formar en mi garganta.
Solo le lleva diez segundos más desatascar todo ese aire caliente que estaba conteniendo en el pecho, y obedeciendo su palabra, me deshago entera.
Su cara de satisfacción al terminar no tiene comparación alguna con nada que haya visto.
Parece bastante cansado pero a la vez victorioso y satisfecho. Y es ahí cuando decido que me quedaría a vivir en ese momento, con él, viéndome justo como estoy ahora en el reflejo de sus ojos.

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⏰ Última actualización: Aug 16, 2019 ⏰

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