capítulo 43; intuición

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Noto una leve presión ascendiendo por cada una de mis vértebras.
Era como el tacto de unos gélidos dedos pulsando sobre los huesos de mi espalda.

*necesito sentarme*

- Chicas, esta es mi tía Kate - las palabras de Allison resuenan en el vacío de mi mente.
Había empezado a esforzarme por recordar su rostro hace un par de segundos.

- Hola a todas - su tono es dulce pero encuentro algo de tensión entre cada palabra.

- Estábamos estudiando, tenemos los finales de primera pronto - la palabra primavera me recuerda a que en menos de dos meses iba a tener lugar el baile de graduación, para el cuál ya no poseía una pareja...

- De acuerdo, Allison. Estaré en la cocina preparando la cena - Kate le habla a Allison, pero sus ojos tantean desde Lydia hacia mí.
Allison asiente, y entonces ellas dos se vuelven a sentar, concentrándose de nuevo cada una en su propia tarea.

- Bien, por... ¿por dónde íbamos exactamente? - la voz de Lydia suena distante.
Sacudo un poco la cabeza mientras paseo mi lápiz por la hoja, intentado volver a recobrar mi estado de suma concentración.

- Ah, la derivación... - digo por fin cuando logro retomar el punto por donde lo habíamos dejado.

- Eso era... - Lydia coge la calculadora y continúa la explicación.

Aunque el tiempo no pasa volando, de muy mentirosa sería decir que la tarde se me hizo lenta y pesada.
Allison ayudó a Lydia con francés cuando la pelirroja terminó conmigo.

El resto del tiempo me dediqué a pasar apuntes a limpio, subrayar, esquematizar y pulir mis apuntes de biología.

- ¿Por qué tanto color distinto? - esta vez es Allison la que me saca de mi trance.
Levanto la vista lentamente hacia el lugar del que había venido esa frase, y efectivamente, Allison miraba mis apuntes con curiosidad en sus ojos avellana.

- Oh, esto... - casi como un acto reflejo mis manos se lanzan sobre mis papeles intentando ocultarlos de su vista - es un... sistema de colores.

Lydia ahora también me está mirando.

- ¿Cómo funciona? - insiste ella.

- Eh, verás, cada color representa un sistema y sus correspondientes subdivisiones van marcadas por dificultad en colores gradualmente más claros - explicó cogiéndome los nudillos.

- Vaya, es increíble... - murmura la anfitriona - y el sistema linfático está entero de rojo porque...

- Porque la dificultad es siempre igual de alta - me río carente de felicidad.

Lydia suelta un resoplido mezclado con una risa.

- Mi madre suspende a más del 80% de los alumnos en ese examen...- comenta.

- Es biología avanzada, debe de exigir un nivel - defiende Allison.

Abro la boca para decir algo, pero la voz de esa misma mujer llama a Allison, quien al segundo se levanta y se dirige a la cocina con un gesto de disculpa hacia nosotras.
Vuelve a los 37 segundos, botella de agua en mano y el ceño un poco fruncido.

- Mi tía ha preguntado que si os gustaría quedaros a cenar - dice después del crujido de su silla al sentarse - habrá pasta.

Cruzo las piernas y mi silla emite un crujido similar al de la otra.

- No puedo, Allison... Mi primo está en cama solo desde esta mañana y... - mi cerebro empieza a funcionar más rápido que mi lengua, como siempre que me pongo nerviosa, pero Allison me levanta su delgado dedo índice.

- Ni mil palabras más, lo entiendo perfectamente - su tono realmente suena suave y conmovido, por lo cual sí creo sus palabras.

En respuesta únicamente le sonrío de lado mientras empiezo a recoger mis pertenencias y a ponerlas dentro de mi mochila.

Antes de irme, Lydia me hace prometer que le daría recuerdos a Jon al llegar, y la tía de Allison sale a despedirme con un paño empapado entre sus largos dedos.

El camino a casa es poco agradable, por no decir, del todo incómodo.
Apenas queda gente por la calle y las luces de los establecimientos escasean conforme pasan los minutos.

Finalmente paso por delante de la casa de Stiles, y calculo que no quedarán más de 12 minutos para llegar.

Mientras aligero el paso, escucho unas pisadas fuertes e insistentes sobre la losa de la acera de cemento.
Los pisotones se hacen cada vez más apresurados, como si la marcha de esa persona se apurase cada vez más, pero entonces, sin previo aviso o explicación, se detienen.
Es entonces cuando me giro de un solo movimiento de talón y la titileante luz de una vieja farola me hace ver que detrás de mí
no hay absolutamente nada.

*si mamá me viera, diría que he acabado de volverme totalmente loca...*
No puedo evitar que mis labios filtren una risa que mezcla desdén y tristeza.
Como me doy cuenta de que me falta poco para entablar un diálogo conmigo misma, echo a andar de nuevo.

El frío de la noche hace que mis pulgares entumecidos gasten casi dos minutos enteros luchando contra la cerradura de la puerta del apartamento.

Para cuando consigo entrar, Jon ya se ha levantado y está en mitad del pasillo, a punto de entrar al recibidor.

- Pero no te levantes - digo medio gruñéndole.
Estaba en sus últimos días de reposo, y no merecía la pena hacer un esfuerzo totalmente innecesario para estropear la mejora que había experimentado.

- Veía que no podías arreglártelas tú sola con esa puerta de roble - se ríe suavemente mientras se da media vuelta hacia el sofá de nuevo.

Otra vez nos volvemos a encontrar los dos sentados sobre el cuero negro de aquel sofá tan amplio.
Cada uno en una esquina, con los ojos fijos en los del otro.

- Esa mirada... - por cómo entona esas palabras, sonaba a represalia.

Me encojo de hombros y no puedo contener el suspiro vacío que se escapa de mí.

- Hoy he conocido a una mujer que me ha resultado... tremendamente familiar - comienzo - ¿sabes esa sensación que tienes cuando ves a una persona y tienes la certeza de que ya os habíais visto o conocido en cualquier otra versión paralela del universo?

Se limita a asentir y a formular un sí sordo con los labios.

- Pues esa ha sido la sensación que he tenido hoy cuando Allison me ha presentado a su tía...-.

- ¿Argent? ¿La tía de la hija de Argent? - su estado de alarma repentino se refleja en sus ojos.

- ¿S-sí? - digo no muy segura debido a tanta pregunta.

Jon levanta amabas cejas y vuelca su mirada sobre la alfombra del salón.
Se hacen de repente unos minutos de insoportable silencio incómodo.

- Maya, creo que va siendo hora de que sepas algo... - por si acaso los últimos minutos de tensión no hubieran sido lo suficientemente tediosos, ahora llega eso...-.

- Suéltalo ya - el nudo que tengo en la garganta ya casi me sabe a plomo.

- Esa mujer, la tía de Allison, es Kate Argent - dice muy lentamente y con un tono neutro.

- Ya, ¿y?... - le insto a continuar.

- Que esa mujer es tu madre biológica-.

-7 [Isaac Lahey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora