capítulo 18; quizás...

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Abro un ojo y trato de que el otro no se despegue.
Los aprieto con mucho hincapié, pero ya me he despertado.

Resoplo muy fuerte, quizás, y tiro del gordo edredón blanco que me cubre hacia mí.

Al estar de lado, veo en el reloj que faltan menos de 8 minutos para que den las dos de la madrugada.

En situaciones distintas, saldría a que me diese un poco el aire, pero teniendo en cuenta que sigo tratando de evitar a Jon, prefiero no exponerme demasiado al hecho de que ésta también es su casa y tarde o temprano nos cruzaremos.

Me cruzo de brazos; ya me sale solo.

Mis párpados pesan, pero por algún motivo, el altísimo me quiere despierta.

Justo entonces, y no en ninguna de las dos horas y media anteriores, se me ocurre algo.

Alcanzo mi móvil que se encontraba en la pequeña mesilla a la derecha de mi cama, para luego maldecirme mentalmente por el fogonazo de luz.

* * *

Normalmente, el tremendo explosivo entre Whitaker, Lana del Rey y Coldplay hace que dos cosas sucedan;
En el mejor de los casos, consigo conciliar el sueño.
En el peor, la melancolía me ataca de sorpresa con sus memorias de Italia.

Un chasquido rebota en mi mente.
Mi estómago siente como si se estuviese encogiendo por segundos y mi corazón se desintegra.

Antes de ser plenamente consiente de las consecuencias de lo siguiente, me encuentro marcando el número de mi madre.

Calculo que aproximadamente allí será la hora de comer.

La línea se hace de esperar, pero cuando suena el quinto tono, escucho como se descuelga la línea.

- "Maya? La mia ragazza!" - me sorprende mi madre con su marcado acento italiano.
- "Ciao, madre..." - no puedo contener la lágrima que resbala por mi mejilla.

Continuamos por unos 45 minutos hablando acerca de California y mi nueva vida, lo mucho que me echa de menos, y la serie de evasivas que me lanza para evitar el tema del divorcio.

Después de la intensa conversación con mi madre, cuelgo la línea con una despedida de lo más cariñosa que me es posible, ya que aún se me hace raro hacerlo por teléfono y no cara a cara como solía ser antes.

Miro el reloj en mi pared.
Son ya casi las 2:45 a.m.

*Maya, deberías empezar a mirarte estos episodios de insomnio...*

Desde el ataque de los gemelos número uno (en el que casi muero) estos episodios han sido comunes.

Cierro los ojos y pienso en Italia, lo que hace que no me lleve más de otros diez lentos minutos caer en la tentadora trampa del sueño.

* * *
- ¿Quieres que te lleve? - si Jon cree que todas sus pataletas de sobre protector van a ser anuladas por paseos en su coche, la lleva clara.

- Puedo caminar - respondo tajante.

- ¿No vas a desayunar? - se rasca la incipiente barba de tres días de su mentón y mejillas mientras me mira sorprendido.
El desayuno es mi comida favorita del día.

- No. La verdad es que tengo el estomago cerrado - miento. Todo el tiempo que pueda restarle a nuestra convivencia, será tiempo invertido en una eficaz reprimenda.

-7 [Isaac Lahey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora