capítulo; 31

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Definitivamente lo que más me cuesta decidir en esta vida es qué quiero.

Decidir, por probablemente millones de razones, nunca ha sido mi fuerte.

Quedarse un ratito más o irme sin cruzar una sola palabra más.

Seguir mintiendo o explotar y decir todo lo que habías acumulado.

El frío de la entrante noche de Beacon Hills comenzaba a hacerse paso mientras el sol detonaba sus últimos rayos de claridad naranja.

Eran pasadas las 8:30 y aún me quedaban un par de minutos para llegar a la casa de Lydia.

Jon se había ofrecido insistentemente en numerosas ocasiones para llevarme en coche hasta la casa de mi amiga, pero yo me limité a contestarle que me gustaba caminar.

Por la calle solo pasan de vez en cuando un par de coches y alguna que otra persona a paso rápido.

Siento como mi móvil traquetea dentro de mi bolsillo y lo saco casi inmediatamente.

Me encuentro con poca batería y un mensaje emergente de Isaac.

Noto como mi corazón trata de escabullirse entre medio de mis costillas.

'¿Estás bien?'.

Mi ceño se frunce de manera involuntaria al leerlo.
No habíamos hablado desde el incidente de esta mañana.

'Claro que sí, ¿ocurre algo?'

La respuesta tarda en llegarme lo que yo me demoro en llegar a casa de Lydia.

Toco al timbre y justo cuando se abre la puerta, mi móvil vuelve a vibrar dentro del bolsillo de mi abrigo, pero decido dejarlo para luego.

- ¡Hola, Maya! - me saluda con efusividad la madre de Lydia - pasa por Dios, hace frío fuera.

- Gracias señora Martin - digo, creando una enorme sonrisa en la mujer que tengo delante.

Tiene el pelo por encima de los hombros, pero es del mismo color y forma que el de Lydia.

Tiene un porte muy elegante y me recuerda mucho a mi amiga.

- Lydia está arriba con Allison - me informa señalando las escaleras con una uña perfectamente pintada de rosa palo - acaba de llegar.

Asiento con educación y me despido de ella antes de subir las escaleras.

*cabeza alta, ahora es cuando toca poner la otra mejilla*

Llamo a la puerta del que ya conozco como cuarto de Lydia, y desde dentro de oye un "adelante" seguido de una tos que parecía cortar una risa.

- Hola - Lydia sale del armario y viene a recibirme con mucha amabilidad - ¡vaya si has traído cosas!

Allison nos mira parada desde el armario con la mayor incomodidad posible en los ojos posible.

- Hola Allison - la llamo con un tono totalmente inexpresivo.

Ella me sonríe enroscando un mechón de pelo negro en su delgado dedo índice.

Lydia parece notar la tensión del ambiente, así que parece optar por coger mis cosas y actuar con la mayor naturalidad posible.

- Allison acababa de elegir qué va a ponerse - anuncia Lydia.

- Bueno, no se yo... - se cruza de brazos sonrojándose un poco.

- ¡Oh, claro que sí! No seas estúpida, te sienta genial - Lydia toma la delgada percha de metal entre sus dedos y me muestra el conjunto de dos piezas totalmente gris.

-7 [Isaac Lahey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora