capítulo 37;

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Cuando tenía 7 años estuve días ingresada en un hospital del centro de la ciudad.
Mi madre dormía a los pies de la camilla esperando una mejora por mi parte, pero a las pocas horas de llegar allí me colocaron una vía y pasé el resto de mis días allí alimentada por un horrible suero.

Recuerdo como trataba de arrancarme esa aguja que traspasaba a mis venas aquel líquido que escocía tanto.

El recuerdo de ese dolor vuelve a mi cuerpo.
En cuanto Derek desencaja su mandíbula de mi antebrazo no puedo detener el chillido que sale de mi garganta.

Sentía como poco a poco aquella sustancia desconocida de iba haciendo con cada miligramos de mi sangre.

También noto como un hilo de fino sudor desciende desde mi frente hasta mi alto pómulo.

- ¿Qué demonios le has hecho, hijo de puta? - oigo como Jon se deja la garganta dirigiéndose a Derek - ¡juro que te voy a matar! ¡Maldito hijo de perra, le has desgraciado la vida!

Pasando muy desaparecida entre los gritos, logro romper las gruesas esposas que ataban mis brazos contra la alambrada electrificada.

- ¡No tienes ni idea! - le grita en respuesta Derek.

- Derek... - gruñe Scott.

Por el rabillo del ojo miro como Deucallion parece entretenido con todo esto, o al menos su media sonrisa rebosante de satisfacción me da a entender eso.
Sigo oyendo más protestas por parte de más y más voces que poco a poco se ensartan en una discusión de la que mi cerebro desconecta.

Me tiemblan los dedos, pero finalmente ya estoy abajo, me he soltado y nadie parece haberse percatado de esto.

Menos Deucallion, que ha empezado a mirarme directamente tras apartar sus habituales gafas de sol negras.
En sus ojos hay una mezcla de malicia y diversión que en otra situación me habría hecho chillar de pavor, pero tengo la adrenalina por las nubes y el escozor por mi corriente sanguínea aumenta.

Jadeo levemente bajo mi respiración antes de dar dos pasos hacia él, sin nada en la mente.

Acto seguido, sin ser muy consciente de mis movimientos en su totalidad, agarro con los dedos de mi mano derecha en cuello de ese demonio.

Me horroriza ver que hay unas garras en lugar de lo que siempre habían sido mis uñas, y al comprender también lo que había pasado, sonrío.
Hundo mi índice en lo que calculo que sería la carótida de ese malnacido, y observo como la sangre cae a borbotones de su boca.

Lejos de ser un grito agónico, lo que sale de la boca de este ser es una risa profunda, gutural y escalofriante.

A estas alturas, todo el mundo en este mugriento lugar ya nos está mirando.

- Liberadles - exijo a los esbirros de Deucallion.

Deucallion hace un débil gesto con su mano para concordar con mis palabras, y en seguida Scott, Derek y Jon están juntos.

- Déjalo, no merece la pena - dice Scott acercándose un poco más a mí.

- ¡No! - grito con la ira abrasando mi piel - quiero que pague.

Cierro más aún mi agarre sobre su cuello, y esta vez sí que sale de sus secos labios un jadeo pesado.

- Es como su madre - murmura por debajo de su propia respiración.

- ¡No se te ocurra mencionarla siquiera! - zarandeo su cuello sangrante entre mis dedos.

Aumenta la increíble sensación de poder que hasta ahora estaba medio dormida por el miedo.

El pánico que antes me infundía este lugar, ahora se ha visto reemplazado por placer.

- No sabes nada de lo de tu madre, ¿no es así? - aún permanece ese brillo de malicia en sus ojos.

Aprieto con todas mis fuerzas, deseando asfixiarle aunque para ello tuviese que partirme varias falanges de mi propia mano.

- Valdría la pena partirme varios dedos ahora mismo con tal de que cerrases la puta boca - digo acercándome a él aún más para asegurarme de que me oyese bien.

- Déjalo, déjalo estar ya, Maya - noto el agarre de Scott cerniéndose sobre mis hombros.

Susurra un par de veces más "vayámonos a casa" y "déjalo" antes de que yo obedezca y le suelte.

Deucallion se desploma, y dos de sus subordinados corren en su ayuda a presionar la hemorragia con empeño.

No se oponen a dejarnos marchar, así que Scott me agarra del brazo y todos salimos corriendo de allí.

- Jon... - musito entre dientes - ¿dónde... dónde está?

- Está bien, está... estará bien - dice Scott tirando de mí hacia delante para que siga caminando.

- No... ¿y Jon? - insisto con la garganta reseca.

Mis cuerdas vocales empezaban a sufrir por el esfuerzo, pero no iba a seguir caminando de ninguna de las maneras sin saber dónde y cómo estaba mi primo.

Dejo las rodillas muertas y me desvanezco en el suelo.

- ¡Van a volver a por él, Maya! Por favor levántate del suelo - suplica Scott tratando de levantarme.

- ¡No, quiero verle! - me arrastro en la dirección contraria a la que huíamos - ¡Jon!

Sigo chillando su nombre con todas mis fuerzas por unos 7 segundos más, hasta que finalmente obtengo una respuesta.

Escucho a su voz llamándome desde la lejanía, y pronto le veo venir corriendo hacia mí.
Tropieza con la hojarasca del bosque y cae delante de mí quejumbrosamente.

- Jon - tiene varias heridas no muy profundas en el rostro y los ojos llorosos -.

Acuna mi rostro con sus manos y me besa la frente mil y una veces.

- Maya, lo siento tanto mi niña...¡Lo siento, lo siento, lo siento...! -implora.

- ¡No, no! Deja de disculparte, ¿estás bien? - miro una hendidura en su camisa blanca que me preocupa.

- Sanará- dice con respecto a esta - no te preocupes por mí, estoy bien... ¿pero y tú? déjame ver el mordisco.

Con timidez me remango la camiseta y poco a poco dejo a la vista la marca de los colmillos de Derek.
Antes supurante y ahora totalmente sana, empezando a tomar un color blanquecino típico de la acción cicatrizante del propio cuerpo.

- Eso está muy bien - sonríe apenado - muy muy bien...

- No encontré otra salida... - le digo bajando mi mirada hasta el suelo.

- No tienes por qué darme explicaciones, eras tú quien sufría las descargas... - suspira exasperado.

Me mira a los ojos y siento el arrepentimiento y la culpabilidad en sus ojos.

- Ve con Scott, Deaton está al venir - me dice intentando levantarme.

Trato de resistirme un par de veces más, pero finalmente me obliga a levantarme e irme de la mano de un abrumado Scott.

No sin antes darme un beso de despedida en la frente.

-7 [Isaac Lahey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora