Capítulo 1: La verdadera flor de lis

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Mariana se había despertado en una cama desconocida, se sentía muy extraña así que se levantó sin mirar mucho al rededor, enseguida encontró el baño y se miró al espejo, se espantó mucho cuando se vio, en realidad no era ella, no era su rostro, ni su cuerpo.

Mariana era una chica bajita, tenía el pelo rubio quemado por la mala tintura que usaba, una nariz muy respingada y su cuerpo era chato por todas partes, pero ahora mirándose al espejo, veía una mujer alta, de pelo oscuro con unos rizos impresionante , una nariz bien formada y su cuerpo tenía las medidas de una mujer muy hermosa , era toda una modelo.

De pronto se escucha de la habitación.

― ¿Liz? ¿Estás en el baño?

Asustada, mariana se esconde en la bañera, mientras los pasos del hombre se acercan.

Entonces se abre la cortina y él dice.

― ¿Qué haces ahí? Sabes que no tengo tiempo para tus jueguitos estúpidos.

― ¿Quién eres? ¿Tú me hiciste esto? ― ella responde.

― ¿me hiciste? Eso se hace de a dos, no me culpes, si tú me lo pediste.

Al parecer los dos hablaban de dos temas diferentes.

Confundida, se levantó para encontrarse con alguien aún más alto que el cuerpo en el que ella estaba, sin embargo al verlo más de cerca quedo atontada.

<< ¡Dios! Que atractivo >> pensó.

Un rostro con buenas facciones, unos ojos miel hermosos, cabello corto y alborotado con un color rubio casi oscuro. Pero al ver su ceño fruncido, ella bajo la mirada por la vergüenza, aunque más perpleja quedo cuando vio su hermoso cuerpo tonificado y callo en la cuenta de que ambos estaban con poca ropa. No era su cuerpo pero como no avergonzarse si solo llevaba un camisón finito y de seda.

Rápido, ella se cubrió con sus brazos y miro para el lado de la pared.

― ¿Qué clase de juego es este? ― él le pregunta confundido y tira de su brazo ― si es otra de tus manipulaciones, será mejor que desistas de ella ― vuelve a hablar enojado.

― No... no sé de qué hablas ¿Quién eres?

― ¡No bromees! ¡Vas a obviar tu promesa! Sabía que no podía confiar en una mujer tan vil como tú ― aún más enojado presiona el brazo que estaba sujetando y ella hace un gesto de dolor, él se sorprende y la suelta ― lo siento, siempre me sacas de quicio.

― Esta bien ― Mariana contesta algo nerviosa.

― ¿Qué te sucede? ¿Me perdonas así sin más? ¿No vas a pedirme nada a cambio? Te comportas extraño.

Cuando ella se dispone a contestarle, suenan unos golpecitos en la puerta de la habitación.

― Señor Dylan, "servicio al cuarto".

― No queremos nada, ya nos vamos ― le dice al que esta del otro lado de la puerta mientras abrocha su camisa.

― ¿Estamos en un hotel? ― Mariana pregunta.

― No, estamos en mi casa con mis miles de sirvientes ― él le responde sarcásticamente ― ¿Qué te pasa?

― Sonara raro pero... yo no soy la persona con la que estuvo anoche, te llamas Dylan ¿Cierto? Escucha yo...

― ¿Ahora finges amnesia? Ya paso de moda Liz, se perfectamente que mentiste para acostarte conmigo pero no tienes por qué fingir para no cumplir lo prometido. Sabía que tu promesa falsa de no molestarme más era cualquier cosa, lo acepte porque si no seguirías siendo pesada. Será mejor que ahora que obtuviste lo que querías, al menos tengas un poco de decencia y respetes a un hombre que equivocadamente tomo de más y lo controlaste.

Reencarna solamente una vez (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora