Capítulo 24: Ha sido un error

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Esa mañana, dejando incluso hasta el trabajo, llegando velozmente a la casa de Dylan, besándose en la puerta apasionadamente, se sueltan y entran.

Él revisa que no haya nadie, a diferencia de Liz, solo tenía dos sirvientes y un cocinero, que en la mañana a veces estaban y a veces no, su padre no se encontraba tampoco, así que agarro la muñeca de ella y caminaron directo a la habitación.

Al entrar, vuelven a besarse, pero con más fervor, sus lenguas juegan entre ellas en un contacto íntimo, no se sueltan, Dylan se saca la chaqueta, vuelven a acercarse apoyándose sobre la cama, se escuchan sus respiraciones, Mariana desabotona la camisa de él mientras lo sigue besando.

Dylan le mordisquea el cuello, dejándole una marca de un lindo chupón, mientras le baja el cierre de la espalda del vestido verde.

― Dylan ― ella lo mira ruborizada.

― ¿Si? ― la observa fijamente a los hermosos ojos grises de Liz, pero que hacen notar el alma de Mariana en el lugar.

― Te amo.

Dylan se sonroja y sonríe.

― Yo también ― la besa y le saca el cinturón color oro que no le dejaba seguir bajando el cierre, lo tira ― odio estos malditos cinturones.

Ella se ríe.

― Ja, ja, accesorios.

― Supongo ― él también se ríe.

Esta vez sus sentimientos estaban conectados, ya nada los podía parar, olvidando todos los problemas que los acomplejaban.

Mariana por un lado, que estaba en otro cuerpo y por el otro no recordar a Santiago, pero era inevitable, lo que sentía por Dylan era mucho más fuerte, era la primera vez que sentía algo así por un hombre y aunque le había entrega a Santiago en primer lugar su cuerpo, a Dylan le había entregado mucho más que eso, su alma, sus sentimientos, todo.

Dylan por su parte, aunque tenía en frente al rostro de Elizabeth, lo olvido por completo, lo único que le importaba era la persona que estaba dentro, sin saberlo, cayó en el abismo del enamoramiento, quería ser gentil con esa nueva Liz, le costaba mucho, tan adorable, quería comérsela toda.

Él al fin se deshizo del vestido y su corazón se movió rápidamente, el sonrojo de ella aumento.

― Tan ― Dylan le susurró al oído ― adorable.

Mariana lo abrazo, entonces se sacaron la ropa interior y consumaron el acto. Uniendo sus cuerpos y sobre todo sus almas, convirtiéndose en uno, amándose a más no poder, el deseo de esa pasión, que parecía jamás podría romperse. Amor en el aire, piel, tacto y mucho cariño, un afecto que no podían evitar que crezca rápidamente, ni tampoco detenerlo. Allí lo que se encontraba, eran dos enamorados felices.

Por la tarde, Mariana se despierta al escuchar el sonido del celular, se frota la cara y lo busca mirando por todas partes, lo encuentra bajo la cama, atiende.

― ¿Hola?

― Hola "Rizos despampanantes" ¿Adivina quién soy? ― dice Santiago del otro lado de la línea.

Una punzada le pasa por el pecho a Mariana, sentimientos de culpa que había olvidado, jamás había sido infiel y aunque estaba en otro cuerpo, la sensación se encontraba igual.

― Santiago... ― hace una pausa ―... ¿Paso algo?

― He descubierto algo sobre mi novia, pensé que ya que eras tan amiga suya, querías que te contara.

― ¿Qué? ¿Qué descubriste? ― Mariana cambia sus pensamientos de novia infiel por los de una persona curiosa.

― No me creerás por teléfono, debo mostrártelo en persona ¿Puedes venir?

Reencarna solamente una vez (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora