Capítulo 23: Situaciones diferentes

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Ha llegado Joaquín, extrañamente enojado, a cancelar la escena romántica, Mariana al ver su brazo enyesado, ya que no lo había visto desde la otra vez que habían cambiado con Liz, corrió a verlo preocupada.

― ¡¿Estas bien?! ¡¿Qué te paso?!

Él sonríe.

― Nada que el genial Joaquín León no pueda superar.

Dylan frunce el ceño.

― Me voy ― se da la vuelta y sube a la moto.

― ¡Espera! ― Mariana reacciona pero Joaquín la detiene abrazándola con solo su brazo izquierdo, Dylan se va.

― ¡¿Qué haces?! Suéltame ― ella patalea.

― Por favor, no uses el cuerpo de Liz como se te dé la gana ― le susurra al oído y ella se queda quieta.

― Lo siento ― pronuncia y él la suelta.

― Perdón ― de pronto Joaquín también se disculpa.

Mariana se da vuelta para verle la cara, su rostro esta triste.

― ¿Por qué te disculpas? ― pregunta confundida.

― No tengo porque hacerte un planteo como ese a ti ― fuerza una sonrisa ― y además... ― se hace una pausa ― me pelee con Liz, es por eso que me salí de mis casillas ― hace una risa falsa.

― ¡¿Te peleaste?! ― Mariana se sorprende ― ¿Qué paso? ¿Por qué? ― lo mira preocupada.

A Joaquín se le ponen los ojos llorosos, lagrimas que no caen pero que se ven, se las está aguantando.

― Ella nos mintió ― se tapa la cara ― quiere desaparecer... tengo miedo que desaparezca.

― Joaquín... ― ella también está triste pero tiene la fuerza y se pone positiva, agarra a Joaquín de la camisa ― ¡No la dejare! ¡Así que anímate! ¡No desaparecerá! Averiguaremos como ― hace un gesto de triunfo.

Joaquín se ríe.

― Eres toda una heroína, Mari.

Mariana dijo algo que le costaría mucho, pero ella no se iba a arrepentir de sus palabras, hablaba en serio.

Al día siguiente, se despertó temprano, pero se puso un vestido verde que tenía un cinturón color oro en el medio de este, sus zapatos por supuesto, no muy altos y usaba el cabello suelto, hoy no iría a correr. Se despidió de Joaquín que se quedó en el cuarto de huéspedes, no le dijo a donde iba y se dirigió a Macmillan.

Al llegar a la empresa, entro en la oficina de Dylan sin preguntar y comenzó a hablarle.

― Lo siento, te ignore ¿Me perdonas?

Él levanta la vista y deja de mirar los papeles, queda pensativo, algo había cambiado en él desde el día de ayer, no importaba que Joaquín haya aparecido y que ella corriera tras él, simplemente tenía una sensación diferente.

― ¿Estás enojado? ― ella le hace otra pregunta al no escuchar contestación.

― No ― dice cortante.

― Entonces... ― ella se detiene mirando como él mueve la lapicera entre sus dedos ― ¿Ya no estarás más enojado conmigo? ― vuelve a preguntar.

― ¿A cambio de qué? ― de pronto dice.

― Co... ¿Cómo? ― no entiende.

― Si... ¿A cambio de qué? ¿Qué es lo que me darás a cambio de que no esté enojado contigo? ― sigue con una expresión seria.

― Eh... no sé ¿Tú que quieres?

Dylan se levanta del asiento y se pone enfrente de ella.

― Todo.

― To... ¿Todo? ― se sonroja, acaba de entender lo que acaba de decir.

― Si, todo.

― Entonces te daré todo.

Luego de darse un pequeño beso, se dirigen al estacionamiento, suben al auto y se van a la casa de Dylan.

Reencarna solamente una vez (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora