Capítulo 10: Los problemas que me trae Liz

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Joaquín tiene en frente a su amada, no puede entenderlo y lo peor es que ella ahora sabe de sus sentimientos.

― Sabia que no me defraudarías ― Elizabeth se levanta.

― Pero ya es tarde, el trato... tu...

― Estaré poco tiempo así que... ¿Por qué no lo disfrutamos? ― ella ofrece.

― Olvídalo, no lo voy a admitir, así que desiste de este juego.

― Tú me gustas, yo te gusto ¿Cuál es el problema? La bruja dijo que yo solo despierto con emociones fuertes y creo que entiendes que oí tu confesión por la cual desperté porque me emociona mucho lo que dijiste.

― Yo no...

― Tranquilo, te conozco, no quieres volver a ser lastimado, pero piensa, solo me tienes por un rato ― lo abraza.

― Liz ― agarra su rostro y la besa.

De pronto se escucha del otro lado de la puerta.

― Señor Joaquín, vamos a cerrar ¿Usted se queda?

― No ― Joaquín le responde y luego le dice a Liz ― vamos a mi apartamento.

― Claro ― ella sonríe.

Suben al auto, se van directo al apartamento de Joaquín, el cual usa pocas veces. Entran y Elizabeth dice.

― ¿Me vas a demostrar cuanto te gusto? ― sonríe levantando una ceja.

― ¿Me estas retando? ― él la desafía.

― Puede ser ― muerde su labio inferior demostrando aceptación.

Ambos se acercan, ella se desata la única tirita que sostiene su vestido y este cae al suelo.

― ¿Puedes superar eso? ― Liz le dice apoyando su mano en el pecho de él.

― ¿Quieres jugar o...? ― la levanta entre sus brazos para apoyarla sobre la cama ― pasar a la acción ― se saca la chaqueta y ella lo ayuda con la camisa junto con la corbata.

Tiran lo que queda de la ropa interior y proceden a besarse.

Con sus sentimientos encontrados encienden la pasión, sus roces, sus caricias, se sienten al tacto, inundan el deseo que se tenían pero que anteriormente no pudieron expresar. Uniéndose en uno, ambos sosteniendo sus manos demostrando su amor, su piel impregna el aroma de los dos haciendo uno solo, el cual demuestra lo que hicieron esa noche, una pura y sincera declaración del afecto que se tenían, el uno por el otro.

Al día siguiente, se escuchaban los pájaros cantar en frente de la ventana, Joaquín dormía plácidamente y como si fuera repetitivo para Mariana, despierta en una habitación la cual es desconocida para ella. Se toca el rostro y mira su cabello dándose cuenta que sigue en el cuerpo de Liz, pero para su sorpresa esta vez ni siquiera lleva un camisón puesto, así que enseguida cubre su cuerpo con el acolchado y mira alrededor enterándose que Joaquín duerme también desnudo al lado de ella. Mariana queda en shock, no sabe qué hacer, ruega para que el no se despierte.

Sin embargo el sol hace su trabajo y termina despertándose. Mira directamente al reloj que está en frente y se para muy rápido.

― ¡Ah! Cielos, llego tarde ― se pone el bóxer y el pantalón pero antes de que pudiera cerrar el cierre reacciona ― ¿Mari?

Reencarna solamente una vez (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora