Capítulo 5: En el cementerio

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El día después de la reunión, Mariana intento ir al cementerio, no se podía quedar de brazos cruzados esperando un llamado, pero como era de esperarse Joaquín la detuvo, así que al día siguiente lo intento otra vez.

― ¿A dónde vas? ― apareció de nuevo con su gran sonrisa.

― ¡Ah!... no te metas en mi vida.

― Solo protejo mis intereses, entiendes ¿No? ― él mueve las cejas.

― Córrete ― ella lo empuja.

De pronto suena el celular y Joaquín lo mira pero no atiende.

― ¿No vas a contestar? ― Mariana le pregunta.

― No, es Hernán y cuando me llama él no es por un tema de la empresa.

― ¿Y qué tiene que ver? Atende.

― Claro que iba a atender ― y preciosa el botón ― ¿Hola?

― Hermano, tienes que ayudarme, Liliam se ha enfadado conmigo, tienes que hablar con ella ― se escucha del otro lado de la línea.

― En estos momentos el guapo Joaquín León no se encuentra disponible, por favor deje un mensaje después del tono ― él le contesta.

― ¿Qué haces? ¡Respóndele! ― Mariana le exige.

― Aquí me están molestando ¿Qué pasa ahora con tu mujer?

― Eres su amigo, tienes que convencerla.

― ¿Desde cuándo soy amigo de tu mujer?

― Ella lo dice.

― La voy a matar.

― ¡Cuidadito que estás hablando de mi esposa! ― Hernán se enoja.

― Ja, ja tranquilo, yo lo resuelvo, voy para allá ― y le corta.

― Sabia que eras una buena persona ― Mariana le sonríe.

Joaquín se da la vuelta.

― Te estoy vigilando ― levanta los dos dedos señalando sus ojos y luego se va.

― ¡Bien! ― Mariana hace un gesto de victoria.

Al llegar, miro al cielo y noto que se estaba nublando. Para conocer dónde encontrar el cementerio, se comunicó con el registro civil que le envió por correo una copia del acta de defunción, luego localizo la tumba con la ayuda del obituario, un libro parroquial en que se anotan las partidas de defunción y de entierro. Al acercarse a su tumba, aunque ya había visto el registro, todavía no lograba entender cómo podía ser cierto.

Lentamente se agacho y toco la tablilla que tenía su nombre, sus manos temblaban, su cuerpo yacía debajo de toda esa tierra y concreto. Sin más nada que hacer que aceptar su muerte y bajar un poco la tensión de su cuerpo, dejo los nervios de lado dándose cuenta que el cementerio, tanto como su tumba, era un lugar privado. No era un cementerio común y le pareció raro al principio cuando lo leyó en su acta, pero ahora que estaba allí caía en la cuenta de que incluso su tumba estaba bien pagada.

Decidida a volverse, más confundida que antes se dirigió hasta la puerta de salida pero al ser tan grande el lugar, tardaba bastante, quería irse pero no llegaba más. Siguió caminando, de pronto escucho una hermosa melodía, se acercó para escucharla y saber de dónde venía, cuando lo vio quedo asombrada.

Reencarna solamente una vez (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora