Capítulo 13: Tres encuentros romanticos

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A la mañana siguiente, Mariana despertaba toda feliz, se estiro y se fue al baño. Entro muy tranquila sin mirar mucho alrededor, lavo sus dientes, se peinó, bueno todo lo que hace una chica en el baño. Cuando estaba lavando su cara para despabilarse, oyó una voz.

― ¿Me pasas el jabón?

― Claro ― dijo sin darse cuenta y luego reacciono ― ¡Ha! ¡¿Quién esta en la bañera?!

Joaquín corre un poco la cortina para sacar la cabeza.

― Y yo que pensaba que eras una depravada ― sonríe.

― ¡¡Idiota!! Te dije que no entres a este baño.

― Lastima, te iba a ofrecer bañarnos juntos, ya que entraste tan despreocupada.

― Ni aunque me pagaran ― se pone toda roja.

― Hey, no me dijiste nada ― él le reprocha.

― ¿Decirte que? ― intenta no cruzar mirada.

― ¿Si te gusta mi color natural?

Mariana levanta la vista y lo ve. Por los nervios y la sorpresa no se había dado cuenta, Joaquín ahora ya no tenía el cabello oscuro, era totalmente rubio, se acababa de teñir a un color mucho más claro que el de Dylan y hacia resaltar sus ojos verdes.

Ella se da la vuelta toda nerviosa.

― ¡Ah! ¿Por qué me haces mirarte? ¡Pervertido!

― No te preocupes, soy todo para mi amada Liz ― agarra el toallon, cubre sus partes y sale de la bañera.

Al darse cuenta de que acaba de salir, Mariana se dirige hacia la puerta, pero cuando toca la manija Joaquín la detiene.

― ¡Hey! Dijiste que eras todo para Liz, déjame salir ― le dice nerviosa al ser detenida entre la puerta y los brazos de él.

La mira fijamente y en silencio mientras las gotas que no seco caían a su cuerpo.

― ¡Que te apartes! ― lo intenta empujar sin lograr moverlo un centímetro.

― Tengo a Liz en frente y a Mari en su cuerpo... ¿Seré muy egoísta si deseo un beso? ¿Seré un infiel si no aparece? ― lo decía con una mirada muy seria y observándola fijo a sus ojos, no podía evitar extrañarla ― Mari... ¿Podrías perdonarme? ― se acerca más a su rostro.

Mariana abre los ojos bien grande, no sabe que hacer.

― Jo... Joaquín detente ― forcejea.

De pronto una voz se escucha del otro lado de la puerta.

― Señorita Elizabeth, su madre ha venido a verla.

Joaquín se detiene.

― Esa mujer... que oportuna ― frunce el ceño y se corre.

Mariana toda nerviosa, abre la puerta rápido y sale velozmente, Joaquín sonríe dirigiéndose a buscar su ropa.

Al bajarse las escaleras y encontrarse con Rosaura, ella no puede evitar mirarla mal, al recordar todo lo que le había hecho a su hija.

― Hola mi niña ¿Qué sucede? ¿Por qué tan enojada? ― la madre de Liz sonreía maliciosamente.

― ¿Por qué estás aquí?

Reencarna solamente una vez (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora