Capítulo 30: Convenciendo a Dylan

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El corazón retumba, se escucha y es una emoción de Mariana al oír la pregunta de Joaquín.

"¿Qué dices? ¿Le digo la verdad?"

Resuena en su mente... "¿Dylan le creerá?" "¿Es acaso posible?" Esas preguntas pasaban por su cabeza, no pensó más y le respondió.

― Sí.

Este "si" significaba una cosa, un cambio, la realidad de Mariana otra vez podía cambiar, podía sentirse normal, si alguien más lo supiera y más si ese alguien fuera su persona amada.

Joaquín sonríe.

― De acuerdo ― se da vuelta pero se detiene y se gira ― olvide algo ― se acerca a ella y se pone a su espalda, le baja el cierre ― ¡Listo!

― ¡Ah! ¡¿Qué haces?! ― se agarra el vestido sonrojada.

― ¿Vas a cambiarte no? Sin ayuda no podías, hay ropa en el armario... bueno, ahora si me voy ― toca la manija de la puerta.

Ella reacciona.

― Jo... Joaquín.

La mira.

― ¿Si?

― Suerte ― se sonroja.

― No la necesito ¿Lo olvidas? ¡Soy el gran Joaquín León! ― se apunta a sí mismo, hace su increíble sonrisa y se va.

Ella suspira.

― Espero que tenga razón ― se da vuelta y camina hasta el armario para quitarse el vestido de novia.

El chico de ojos verdes camina hasta el chico de ojos miel, con su sonrisa ganadora, para decirle unas cuantas cosas que algunos o quizás muchos no le creerían, pero la confianza en sí mismo y sus palabras, no lo iban a dejar caer, él convencería a su competidor.

― Hola Dylan ― Joaquín lo llama por primera vez por su nombre y borrando su sonrisa para lo que va a decir no parezca chiste, debe ponerse serio.

Este frunce el ceño como siempre.

― Joaquín... ¿Qué planeas llevándote a Liz?

― ¿Yo? Nada, en realidad quiero una conversación contigo.

Dylan se cruza de brazos.

― ¿Qué? ¡Habla! ― exige.

― Aquí no, será más creíble si vamos a la casa de Elizabeth ― intenta ser lo más serio posible.

― ¿Dylan? ¿Elizabeth? Que extraño te comportas.

― Sígueme ― se sube a la Ferrari.

― De acuerdo ― con desgano acepta, aunque no cree en sus formalismos, para convencerlo de algo que ni siquiera sabe de qué va a ser.

Al llegar a la mansión Being, Joaquín camina hasta la habitación de Liz y Dylan lo sigue, abre el gran armario que parece otro ambiente más dentro de esta y luego se acerca a la punta de uno de los muebles, lo bordea con el dedo, lo posa en una abertura y corre parte de este, una puerta secreta se encontraba bien oculta con el color de la pared, la verdad estaba mucho más cerca de lo que alguien podía pensar.

Al entrar Dylan se sorprende.

― ¿Qué es esto?

Un cuarto desconocido estaba allí, un lugar oscuro con una pequeña lámpara que no iluminaba mucho, papeles con signos raros en un escritorio y fotos de una chica bajita, rubia, alguien bastante común.

― Esta era Mariana ― Joaquín levanta la foto ― y este es el cuarto que la bruja pidió como préstamo para idear su hechizo, antes solo era el lugar donde Liz venía a llorar para que nadie la viera.

― ¿Mariana? ¿Bruja? ¿Llorar? ¿Estás loco? ¿De qué hablas? ― Dylan lo mira desconcertado.

― La bruja necesitaba el lugar más triste de Liz y el más triste de Mari, primero uso este y después la casa de la madre de Mariana.

― Si, te has vuelto loco ― intenta salir pero Joaquín lo detiene.

Pone el brazo en la puerta para continuar.

― Quisiera realmente presentarte a la bruja, para que me creas, pero nadie sabe dónde está.

― Déjame pasar, maniático ― lo mira enojado.

― Mariana... ― levanta nuevamente la foto ― está dentro del cuerpo de Liz, ambas están ahí.

― Oh cielos ¿Tú también? ― levanta una ceja recordando la vez que Mariana le dijo que no era Liz, el día el cual despertó en su cuerpo y él creyó que fingía amnesia.

Joaquín sonríe.

― ¿De verdad crees que yo y ella armaríamos todo este circo solo para parecer dementes?

Dylan también sonríe.

― Si, si lo creo.

― ¿De verdad crees que ella solo cambio de un día para el otro? ― borra su sonrisa ― si fuera así, yo hubiera dado un paso atrás, no la ayudaría ¿Por qué ayudaría a la mujer que amo a irse con otro hombre? No tiene lógica.

― Tú no tienes lógica ― frunce más el ceño.

― ¡No entiendes nada! ― Joaquín se enoja, lo agarra de la chaqueta y lo empuja contra la pared ― tú tienes suerte, Mariana esta todo el tiempo despierta en ese cuerpo, yo solo puedo ver a Liz tan pocas veces y va a desaparecer, maldita seas ― lo suelta.

Dylan queda confundido, jamás había visto a Joaquín explotar de ira así y luego verlo con un dolor indescriptible que ruega libertad, él sabía que el chico alegre estaba sufriendo, siempre sonriendo, una sonrisa falsa que se podía notar pocas veces, pero podía sentirse identificado por el sufrimiento, algo tenían en común, siempre lo pensó, solo que Joaquín lo ocultaba y él no, eso era... la soledad.

"¿Y si era verdad?" "Luka también lo dijo" pensó, quería creer, pero la idea era demasiado loca para hacerlo, movió su cabeza intentando volver a sus antiguos pensamientos, a lo que en realidad tenía sentido y eso era que todos estaban dementes... pero si todos lo estaban y él era el único normal... entonces el normal no era él.

Se detuvo... comenzó nuevamente a plantearse todo en su mente, Joaquín lo miraba esperando una respuesta, al no escucharla le pregunto.

― ¿Me crees? ¿Te convencí? Necesito saber.

Dylan levanta la vista para contestar pero...

El celular de Joaquín suena.

― ¿Hola? ― contesta.

― ¡Joaquín! ― del otro lado de la línea se escucha un grito enojado ― ¡Te voy a matar!

― ¡¿Qué?! ― él se sorprende ― ¡¿Hernán?! ¿Qué pasa?

― Estoy en la puerta de la casa de Elizabeth, te vi entrar, ahora ven aquí antes de que te golpee ― su hermano lo amenaza.

― ¿Se puede saber que dices? No entiendo nada... ¿Cómo has llegado hasta aquí?

― Era obvio que estarías en esta casa, hable con Liliam luego de salir de esa boda cancelada que tú interrumpiste, no me importa tu relación con esa mujer, quiero saber tu relación con "mi mujer", así que ábreme la puerta.

Joaquín corta el teléfono.

― ¿Y ahora qué?

― ¿Te mandaste una macana? ― Dylan sonríe.

― No sonrías y contéstame, yo hice una pregunta primero.

― No tengo porque contestarte ― lo pasa por al lado y se va.

Joaquín sonríe.

― Algo es algo ― también sale del cuarto y camina hacia la puerta que esta por abrir Dylan ― si no te convencí, pronto lo haré ― sale primero de la mansión para enfrentarse a su hermano.

Dylan los ignora y se retira, la duda está presente, ahora solo hay que insistir.

Reencarna solamente una vez (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora