Capítulo 26: Joaquín, tu pervertido caballeroso

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Esa noche, Mariana llega triste a la mansión Being, pero como siempre Joaquín esta para cambiar el día de todos o más bien sorprender la noche.

― Me aburrí todo el día, mala ¿Dónde estabas? ― Joaquín le hace puchero.

― ¿Qué quieres? Tú siempre...

Joaquín de repente la interrumpe corriéndole el cabello.

― Marca de beso y después me dicen a mi pervertido ― hace una sonrisa pícara.

― ¡¿Qué?! ― se sorprende Mariana sonrojada tapándose el chupón que Dylan le hizo en la mañana ― pe... pero ¡Si lo oculte bien!

― Al rey de la cama no lo puedes engañar ― mueve las cejas.

― ¿Y no estás enojado? ― lo mira extrañada.

― Ya me disculpe contigo por hacerte una escena la otra vez, no puedes mirarme raro ― menea su mano izquierda, la cual no es la enyesada ― ¿Ahora dime porque estas triste si tuviste tu momento feliz?

Ella suspira.

― ¿Podemos hablar mañana de eso? No me apetece ahora.

― Okey ― le sonríe ― ¿Qué tal si vemos los mugis? Encargue un capitulo exclusivo nunca antes visto y me lo acaban de traer ¿Quieres? ― mueve las cejas otra vez.

― Si pero...

― ¿Si? ― dice él con su linda sonrisa de siempre.

― Joaquín... ¿Por qué estas sin camisa? ― lo señala, solo lleva el pantalón y las pantuflas.

― Porque soy más sexi así y porque con este brazo no puedo ni ponerme un calzón ― lo dice con la cabeza en alto.

― Tiene sentido ― se lo piensa.

― ¿Qué cosa? ¿Ser sexi o ponerme un calzón? ― la mira pícaro.

― Ambos ― se sonroja.

Él se sorprende.

― Mari ¿Tienes fiebre?

Ella se ríe.

― Nunca dije que fueras feo y la verdad imaginarte intentando ponerte la ropa es muy gracioso ― saca una carcajada.

Él sonríe.

― ¿He alegrado tu noche?

― ¡Claro! Solo si el gran Joaquín León me cede el asiento en primera fila de los mugis ― bromea.

― ¡Claro! Tu pervertido caballeroso lo hará ― le guiña el ojo y se van a ver los mugis.

Al día siguiente, por la mañana, Mariana le cuenta a Joaquín lo que paso el día de ayer, él queda pensativo pero luego acaricia su cabello y la reconforta como el amigo que es.

― Cuenta conmigo para lo que sea.

Ella le sonríe, luego le reprocha.

― Si, si pero colabora ― intenta ayudarlo a ponerse la camisa.

― Creí que te gustaba verme sin camisa ― bromea.

― me encanta, pero un hombre de negocios como tú, tiene que estar bien vestido ― le sigue el juego.

Él se ríe.

― Y que lo digas aunque... ― duda ― últimamente no he podido hacer nada por culpa de este brazo ― suspira ― me aburro mucho.

― Ja, ja, eres un niño.

― ¿Yo?... bueno si, un poquito, pero solo... ¡¿A quién engaño?! ¡Me encanta actuar así! ― se ríe.

Reencarna solamente una vez (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora