Capítulo 18: El alcohol no es bueno para él

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No hubo más conversación luego de esas palabras, Dylan se fue enseguida, él estaba confundido, terminar el compromiso significaba dejar la mitad de Macmillan en manos de Elizabeth, por el trato que hicieron en aquel entonces si se rompía, pero no podía obviar el hecho de que estaba cansado, su mente le estaba jugando una mala pasada y tener a esa mujer cerca lo volvía loco ¿Era una mala perdona? ¿Era inocente? Cuál era el punto de todo aquello si no podía identificar esas sensaciones y ponerlas en su sitio.

De camino, llego a un bar fino y pidió una bebida, la tomo despacio, poniéndose a analizar el momento en el que todo comenzó a cambiar con Liz.

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Esa noche, al faltar poco para el aniversario de la muerte de su hermana, fue a un boliche, tomo bastante, aunque no lo admitió, siguió bebiendo en la barra del lugar, cuando de pronto diviso a Liz, estaba bailando, súper borracha, mucho más que él, saltaba como una loca y gritaba.

― ¡Hoy es mi último día de existencia! ¡Disfrutémoslo! ¡Yo pago señores!

Varios tipos bailaban alrededor de ella, vestida con un top, pollera corta y unas medias que hacían demostrar su perversión, con sus botas altas se movía toda feliz.

A Dylan le parecía extraño, Liz no era de tomar mucho alcohol y menos de ir a boliches, decía que eran lugares llenos de gente sudada que traía gérmenes, pero las palabras de ella eran lo más raro ¿Ultimo día de existencia? ¿Qué quería decir con eso? Sonaba algo macabro, así que la detuvo.

― ¿Qué estás haciendo? ― la agarró del brazo.

― ¡Tritri! ― lo abrazo y le susurró al oído ― ponte feliz, voy a desaparecer.

― ¡¿Qué dices?! ¿Qué planeas hacer?

― Ya te lo dije, desaparecer para dejar de arruinarle la vida a la gente como tú ¿Por qué no estas feliz? Tú serás el hombre más feliz ¡Ya lo veras! ― ella se reía.

― Estas muy borracha, deja de decir estupideces.

― De acuerdo pero... si bebes conmigo ― levanta la botella. Dylan se la arrebata. ― ¿Qué pasa? ¿Eres cobarde? ― ella lo reta.

Él frunce el ceño.

― Jamás ― se lleva la botella a la boca y se la bebe toda.

Ambos continúan bebiendo sin sentido, luego salen del boliche bailable demasiado borrachos.

― ¡Hey! ¿Sabes cuánto te odio? Te odio mucho ― dice Dylan con un tono agudo.

― Ja, ja, ja ― ella se ríe ― ¡¿Me importa?! Ja, ja, ja, no, no me importa ja, ja, ja...

― Pues... a mi... tampoco ja, ja, ja ― se le pega la risa rara de ella.

― ¡Vamos a cantar una canción entonces! ― grita ella.

― ♫ La cucaracha... ♪ ¿Cómo era? ― Dylan canta y se detiene.

Liz se da vuelta y la continua.

― ♫...Ya no puede caminar♫

Él se ríe.

― Parece que yo tampoco ja, ja, ja ― se tambalea.

― Vamos a un hotel ― ella señala la luna.

― Eres una pervertida ja, ja, ja...

― No, tú eres... ¡Ah! ¡Qué importa! Hay que hacerlo.

― No me quejo ― se ríe otra vez ― total vas a desaparecer.

― ¡Sí! Ja, ja, ja...

Entran a un hotel, que ni saben cómo llegaron, ella mira los camisones del armario.

― Huy quiero hacerlo con esto.

Él se tiro a la cama mirando el techo, Liz se le acerca y levanta su ropa interior.

― Sin bombacha ― la rebolea en su dedo demostrando que se la quitó, aunque se puso el camisón, luego se sube a la cama del lado derecho de Dylan ― ¿Lo hacemos? ― sonríe.

Él la mira de reojo.

― ¿A cambio de qué?

― Prometo no molestarte más ― se ríe.

― Esa promesa es falsa.

― Si voy a ser otra ¿Cuál es el problema? No puedo mentir ¿No lo crees?

― No entiendo tus palabras, pero... de acuerdo ― se le sube encima y la besa ― de todas formas, no sé ni lo que estoy haciendo ― sonríe.

― Yo tampoco ― ella lo besa también.

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Dylan sacude su cabeza, acababa de recordar un pedazo de esa noche y claramente no quería saber lo que seguía después, esa escena ya resaltaba lo obvio.

Miro su bebida, dejo de tomar y la pago, entonces se fue.

― No más alcohol para mí.


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