Capítulo Tres

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En el instituto habían grupos, toda la gente estaba distribuida, yo me sentaba en la mesa de los mejores con estilo. Había gente que me caía muy mal pero yo no les daba sospecha de ello.

−Cariño hoy estas en otro mundo.

Jason es mi novio, el chico popular y más deseado de todo el instituto. Le quiero pero no lo amo. Tengo miedo de quedarme sola. Prefiero mil veces fingir ser alguien perfecta y estar rodeada de personas falsas hasta las pestaña que estar sola y marginada. Ya he vivido eso y créeme si te digo que no quiero volver a eso.

A todos le cambio el color de la cara y miraron detrás de mí asustados, creo que ya sabía la razón.

Una mano se pozo encima de mi hombro, una mano con tatuajes no necesitaba más pistas para saber que quien estaba detrás mío era la persona por la cual estaba tan estresada.

−Vamos.

Yo sabía que él me traería problemas pero no pensé que fuera tan rápido. Jason se levanto de su silla y yo me estaba pegando un tiro mentalmente.

− ¿Qué quieres con mi novia?

−Eh gallito relájate, no quiero problemas mi asunto es con ella no es contigo.

Para evitar problemas me levante, todo el mundo está presenciando el espectáculo alguien había ido de una mesa a otra, eso no era normal.

Yo empecé a caminar y él me siguió, tengo que pensar en una excusa algo para explicar "esto".

−Aquí se acaba tu imperio−dijo sujetandome por el codo para detenerme−. Déjame las llaves.

− ¡¿Ha sido por las llaves?!

−Sí, ha sido por las llaves, dámelas.

− ¿Y luego cómo entro yo?

−Te buscas la vida.

Esa seriedad suya y esa mirada intimidante dejo de darme miedo desde que se rió de mí por caerme del sofá, es humano, no es un demonio que está bueno que vino desde el infierno. Quizás si lo sea y este sea mi castigo.

Yo le aguante la mirada no voy a dejar que pase por encima de mí.

−Las dejare debajo de la alfombra.

Entre la manos en los bolsillos y las saque, sé que es antiestético llevar las llaves en los bolsillos pero a veces se me olvidan, están más seguras en mis bolsillos.

−Muchas gracias−cogió las llaves se iba a ir pero luego se devolvió−. Tu novio es un estúpido engreído si yo fuera tú vigilaría lo que hace.

Creo haber visto una sonrisa fugaz no de malicia sino de comprensión.

Se lo que tengo de novio hace tres meses que estoy con él, es estúpido, es un deportista que solo piensa en su cuerpo, egoísta y dice quererme pero lo hace como si fuera un trofeo.

Todos tenían sus miradas puestas en mí, cualquier persona habría estado intimidado yo por el contrario me sentía el centro de atención y solo tuve ojos para mirar a Hilary, la rubia de bote que siempre ha intentado estar por encima mío, es porrista así que no me sorprende. Yo soy mejor mejor que ella no se me da bien eso de ser porrista pero todos saben que soy mucho mejor que ella.

Mi lado engreído ha hecho acto de presencia.

Me senté en mi sitio como si nada y continúe comiéndome mi sándwich todos me estaban mirando, no es cómodo comer cuando quince pares de ojos están encima de ti.

− ¿Qué quería el líder oscuro?

Si no hubiera estado aquí me habría reído a carcajadas y muy fuerte tanto que la comida se me habría salido de la boca. Pero eso es de mala educación, yo soy una señorita perfecta.

Todos en la mesa esperaban con ansias mi respuesta, Hilary había sido la más atrevida, como siempre, para preguntar.

−Él es mi vecino−todos asintieron compadeciéndose de mi, falsos, les importa una mierda−. Me pregunto que si al salir había visto sus llaves puestas y le dije que las tenía el vecino de al lado.

Cotillas. Chismosos sin vida propia. Todos estos son una banda de chismosos sin vida social.

−Tiene que ser una desgracia vivir a su lado y oír todas las guarradas que hace con sus putas.

−No te preocupes Hilary, no oigo lo que hace por eso no me he mudado de ahí.

−Mejor cambiemos de tema−le agradecí a Emma por decir eso. Ella era una buena amiga, la única que me queda además de mi mejor amiga Naya que estaba enferma y se había quedado en casa.

Puta Hilary por su culpa ahora estaba pensando en qué iba a hacer si el gilipollas ese llevaba una putilla a mi casa.

Mientras en mi mesa estaban hablando de estupideces yo mire hacia atrás para encontrarme con un Tyler mirándome fijamente y que encontró mis ojos en un instante y sonrió.

Te odio curiosidad.


Ni cambios ni devolucionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora