CAPITULO 18

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-¿Ese 'no, exactamente' que significa, Andrew?- le pregunté, apartándome de su abrazo.

Necesitaba que me contestara. Necesitaba respuestas concretas que me quitasen las ganas de llorar.

-Le dije que seguías viviendo aquí, a mi lado, solo eso... ya está- respondió y le miré asombrada. No le creía. Mi ceño fruncido le hizo pensar lo mismo. Estaba confundida, triste y amargada... y enfadada.

-¡Pues debes estar saltándote información! Porque Simon me dijo más cosas. Conclusiones a las que tú no llegas con tan solo decir que sigo en tu casa.

Se volvió a pasar las manos por los mechones castaños y suspiró, claramente frustrado. Ese gesto me molestó. Su silencio y sus respuestas estaban aumentando mi cabreo.

-¿Qué fue lo que te dijo?- preguntó vocalizando despacio, como si yo no entendiera.

-¡Me dijo que era tu juguete! ¡Que estabas jugando conmigo! –grité. - ¿De verdad lo haces? ¿De verdad sigues saliendo con Samantha como si por las noches no me besaras hasta el cansancio?... Ni siquiera sé porque me dejo besar por ti cada noche, no sé porque acepté lo que tenemos pero, lo más...-Tragué saliva, exhausta.- lo más raro es que no me importaría seguir haciéndolo. Sé que está mal, que eso siempre era lo yo no entendía pero, me gusta. No quiero dejar de hacerlo. Sé que es de locos pero,...

Lo miré esperando a que me interrumpiera pero, tan solo me miraba y me miraba y me miraba y...De un momento a otro, se acercó a mí, volviendo a tomar mi cuello y rozó mi nariz con la suya. No debí continuar con ese movimiento pero, como siempre, Andrew me hacía tomar la decisión equivocada.

-No dejes que nadie cambie tus decisiones nunca, ni tampoco permitas que sus opiniones interfieran en lo que realmente quieres hacer.- susurró en mis labios. –Simon es un idiota que solo sabe engañar. Ignora sus palabras porque no valen nada. Él no vale nada, porque si valiera algo no te hubiera perdido.

-Andrew.- susurré. –Ese chico hace solo unos días me llevó a un restaurante y me dijo que me quería. ¿Por qué ahora actúa así?

Tomé unas respiraciones, observándole. Sus ojos ya no brillaban y sus labios estaban entreabiertos, sin saber qué decir.

-Y quizás me merezco su traición porque, yo no le respondí. ¿Crees que no responderle hizo que me engañara?- le pregunté, ahogada. Mis lágrimas se habían detenido y quería olvidarlo todo pero, la decepción seguía permanente.

-Definitivamente Simon es un gilipollas que no solo engaña, sino que también hace daño a las personas.- dijo, sacudiéndome. -¿Te acabas de escuchar? ¿Acabas de escuchar lo que me acabas de preguntar? No le respondiste que le querías, vale, sí, ¿y qué? Eso no le da derecho a engañarte. Nada lo justifica, Lea.

Nos miramos un par de segundos, antes de sentir como me rodeaba. Su aroma me envolvió de una forma acogedora y besó la cima de mi cabeza.

-No hablemos más de Simon ¿de acuerdo?- dijo, agachándose y poniéndose a mi altura. Sus dedos sobre mis hombros me producían un cosquilleo inexplicable y que en ese momento no debía tener. Besó mi nariz y me sonrió.

Acorté la poca distancia que había creado en nuestros rostros y le besé en los labios. Dejó sus manos caer desde mis hombros, por mis brazos hasta mi cintura, pegándome más a él. Mis manos rodearon su cuello, jugando con sus mechones castaños.

-Pensaba que no estabas de ánimo para besarme de esta forma. – dijo, sonriendo.

Mis mejillas se calentaron y quise matarme en ese momento por demostrarle las ganas que tenía de besarlo. Me tomó del mentón, haciendo que le mirara.

Durmiendo a su ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora