Agradecí el hecho de ya haber llegado a la puerta de mi habitación. Andrew se apoyó ligeramente en la pared y me observó, de arriba abajo, llegando a mi rostro. Lo analizó como siempre lo hacía y tragué saliva.
Llevaba unos pantalones grises oscuros pegados a sus piernas pero no estrechos a ellas. Su blanca camiseta me recordaba su vientre plano. Era delgadito pero, sus brazos eran gruesos y fuertes. Estaba condenadamente perfecto.
-Hey.- dijo casi en un susurro. Fruncí el ceño, rabiosa. ¿Una semana sin hablar y me decía 'hey'? Un rábano.
Me siguió observando detenidamente y encontré una razón que me hizo saber que Dean nunca podría llegar a más.
-¿Qué haces aquí?- le pregunté, tratando de sonar indiferente. No lo logré.
Mi voz flaqueó como me temía que haría si él volvía. Me mordí el labio, conteniendo las ganas de tocarle, olerle y besarle.
-Yo...-empezó y se detuvo, pasándose la mano por el pelo, reflejando incomodidad. Y como siempre, su incomodidad era la mía...
-¿Cómo sabías donde encontrarme?- interrumpí el atascó de palabras que tenía en su garganta. No hablaba y me estaba desesperando, lentamente. Quería que se fuera. Quería tenerlo lejos y verlo mañana en el banco de madera a las once como siempre lo hacía. Él no me veía y eso era lado positivo del asunto.
-Bueno, uh...- otra vez, un repaso a su pelo, despeinándoselo. ¿Era un tipo de castigo? Porque verlo con esos ojos iluminados por la lámpara que colgaba de la pared y con los mechones desordenados, definitivamente, lo era. -Dafne, me dijo donde...- prosiguió, lentamente analizando mi rostro, como si en él estuvieran mis emociones e intentara identificarlas. –llevaba toda la maldita semana pidiéndole... bueno, no, rogándole, que me dijera dónde estabas. Solo quería...-le interrumpí.
-¿Por qué no me buscabas en la universidad?- le pregunté. Necesitaba que me dijera una razón de su ausencia. De su desaparición y de por qué no corrió hacia mí a justificarse por sus últimas palabras. Lo necesitaba para que mi corazón volviera a suspirar.
Andrew suspiró, mirando para los lados. El pasillo estaba en silencio y vació, se mordió el labio inferior.
-No creía que fuera buena idea después de...- me informó, de repente y se calló de manera espontánea. No sabía que decir pero, yo tenía las palabras claves para terminar.
-Después de decirme que no me querías en tu vida ¿no?- dije, de forma sarcástica. Intenté reflejar algo de enfado y me di cuenta de que mi voz había sido buena pero, no lo suficiente.
-Yo no quería decir eso.- replicó, rápidamente. Me hizo sonreír pero, no de felicidad. Era de pura ironía. Me mordí el labio y le volví a mirar, oyendo el silencio –Sabías que estaba realmente enfadado y seguiste hablando sobre el tema. No parabas y dije lo primero que se me ocurrió para...para detener todo lo que me estabas diciendo...
Me seguí mordiendo el labio y casi empiezo a delirar cuando abría sus labios para hablar pero, los cerraba. ¿Por qué tenía tantas ganas de besarle?
-Ni siquiera pensé lo que decía...No quería hacerte daño. Sabes perfectamente que si te hago daño a ti, de alguna manera también me lo hago a mí mismo...- dijo, dejándome sin aire que respirar.
-No, Andrew.- dije, negando con la cabeza. Él no podía volver a reconstruir a mi corazón con tan solo esas palabras. Él no debía tener ese poder.
-Lea.- volvió hablar. Escuchar mi nombre por su voz era algo a lo que todavía, no estaba preparada. –Fui un idiota con mayúsculas, lo sé. Pero, te aseguro que no quise decir esas palabras. Estaba cabreado, sabes que cuando...-le interrumpí.
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Durmiendo a su lado
Romance¿Qué se supone que tienes qué hacer cuando no tienes casa ni trabajo? Eso me pregunté yo. ¿A casa de tu mejor amiga? Imposible. Dafne compartía piso con unas cuatro chicas más, además de su novio, Louise. ¿Vas a donde vive tu novio? Ummm... tampoco...