CAPITULO 46

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-Andrew.- dijo en un susurro, después de unos segundos interminables. Miré a Andrew y seguía exactamente igual.

No se movía. Sus labios estaban un poco abiertos. No pestañeaba y respiraba...o eso quería creer. 

-Andrew, hijo. No sabía que habías regresado. -volvió a susurrar.

Las palabras no lograban que mi sangre fluyera con normalidad. ¿Hijo? ¿Ese hombre era su padre? ¿Por qué Andrew no se movía?

Observé al hombre y por primera vez, giró su cabeza hacia mí. Me sonrió tristemente pero, yo no logré hacerlo.

Todo aquello me estaba superando lentamente como si me estuviera hundiendo. Sentía que Andrew todavía seguía rígido y sin habla. Eso me superó del todo. ¿Por qué no nos presentaba y actuaba tal y como lo hacía con su madre? ¿Por qué todo era ocultado como si fuera terriblemente fuerte? ¿Por qué Andrew nunca me había mencionado a su padre?

Todo seguía superándome, mientras cinco segundos más pasaban, lentamente.

-Morris.- habló Andrew y su tono de voz me molestó. No era afectado ni le había temblado, ni su actitud concordaba con él. Sus ojos eran los mismos pero, seguían fijos en aquel hombre canoso. Su barba nítida, también lo era. Intenté buscarle algún parecido a ambos rostros pero, no lo hallé.

Eran distintos. Andrew tenía la piel bronceada, sus ojos verdes y su mandíbula era, ligeramente, cuadrada. Pero, el que tenía enfrente, era pálido, canoso y sus ojos eran grises, casi azules.

-¿Cuándo regresaste?- volvió a hablar el hombre con voz firme. Una sonrisa tiraba de sus labios y a diferencia de Andrew, él se encontraba algo relajado.

-Cuando sabía que tú no estabas.- soltó, firme. El hombre se volvió a tensar y Andrew prosiguió. - ¿Cómo sigue Helen? ¿Sigue metiéndose entre los matrimonios o contigo acabó su hobbie?

-Andrew, no sigas.- le advirtió. Abrí los ojos, intentando que notaran mi presencia pero, en ese momento, me parecía imposible.

Andrew había soltado mi mano y se cruzó de brazos, lentamente como si estuviera midiendo la actitud del de enfrente.

-¿Por qué? –preguntó, sarcásticamente Andrew. Una sonrisa se dibujó en sus labios y tragué saliva. Quería hablar, quería no seguir siendo una espectadora, quería saber los secretos que escondía el alejamiento de Andrew. Pero, él ni se molestaba en hacérmelo saber.

-¿Cómo estás?- preguntó, de repente. Tampoco me miró y me mordí el labio, frustrada.

Mis ojos se trasladaron hacia Andrew cuando escuché su risa. Era fingida pero, las líneas de su boca, aparecieron.

-Buena táctica para no responder a lo que no te conviene, Morris.- le dijo, entrecerrando sus ojos.- ¿Ahora te importa cómo me encuentro?

Siguió mirándolo directamente a los ojos, como si pudiera exterminarlo de un momento a otro. El hombre parpadeó innumerables veces y volvió a mirar a Andrew.

-Andrew, soy tu...-su susurro fue interrumpido.

-Ahora el que no tiene que seguir eres tú.-le respondió, tajante. Tampoco me miró, a pesar, de que mis ojos estaban incrustados en los suyos.

Su vista está totalmente dirigida a aquellos ojos grises.

-Te recuerdo lo que ya debes de saber: que tenga tu misma sangre no me convierte en tu hijo. –volvió a hablar.

Todos tragamos y yo... lo hice, lentamente. Lento,... ese era el adjetivo perfecto para el momento. Palabras lentas, respiraciones lentas, pulsaciones lentas y... miradas lentas, intentando captar todo lo posible.

Durmiendo a su ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora