Las paredes color crema de la residencia se habían convertido en ese laberinto sin fin pero, ya me había adaptado.
Último escalón, seis pasos, giro a la derecha, doce pasos más, giro a la izquierda y... antepenúltima puerta. Tampoco era difícil de recordar y además, después de sesenta y un días viviendo allí, se te tatuaba en el cerebro como si fuera un imán.
Abrí la puerta y me mordí el labio al ver que Claire no se encontraba. Otra vez, sola ante los recuerdos.
Dejé caer mi bolso al comienzo de la cama y me acosté en ella, mirando lo silencioso que se encontraba la habitación sin mi compañera.
Mis pies dolían, cada vez que venía de las prácticas y sentía que cada día, me iba cansando pero, recordaba que quizás ahora estaba dónde debía estar.
Agarré el móvil y acostada en mi nuevo colchón, respondí al mensaje que tenía de Dafne.
Hola, hola. Solo quería recordarte que sigo viva y... existo...Lea, cariño aunque estemos en estados diferentes, sigues siendo mi mejor amiga.
Sonreí, al terminar y sonreí aún más al ver lo bien que le iba en Washington, trabajando en lo que tanto le gusta. Con quien tanto le gustaba...
La semana siguiente a las vacaciones de Marzo, Louise había solicitado un traslado hacia la misma universidad otorgada a Dafne. Todavía mis tímpanos recordaban los chillidos de Dafne en la línea telefónica. Louise se reía de fondo y mi amiga casi se echa a llorar de alegría. Yo, me había mordido el labio para no hacerlo de envidia.
Envidia era lo que sentía hacia Dafne, al saber que Louise y ella si seguían juntos. También recuerdo los comentarios de Dafne cuando le dije que estaba a punto de coger un avión hacia Atlanta a ver a mis padres y que, desgraciadamente, Simon ya no se iba a California. Yo si lo hacía.
Cuando las lágrimas cesaron en aquella habitación de Belligham, fui capaz de agarrar mis cosas e irme de allí sin avisar. La idea me pareció descabellada pero, me obligué a no pensar, no sentir, y no recordar porque si lo hubiera hecho no estaría donde estaba. En Sacramento. California. Realizando las prácticas de mis sueños pero, lamentablemente ya no me hacían tanta ilusión.
Mis padres habían saltado de alegría cuando me vieron aparecer por casa de forma tan... inesperada pero, esa alegría se formó en tristeza al ver que solo sonreí de forma tímida, tratando de olvidar las horas anteriores.
En Atlanta pasé los cuatro días que quedaban para que sea lunes y cuando lo fue, regresé a Seattle. Sus llamadas los primeros días eran algo así como... constantes. No le respondí en toda la semana. Y, actualmente, cuando lo hacía, tampoco. Busqué un nuevo hotel en Seattle y pasé en él, dos noches que prefería no recordar. Simon no preguntó sobre mi cambio de actitud pero, él debía saberlo.
Aquella tarde, cuando le comenté a la señora Dandinni que me iba a California, se sorprendió. Había sonreído y realmente no quise entrar en detalles pero, con ella me vi obligada. No le conté del todo la verdad pero, sí parte de ella. James y Meghan, seguían en contacto conmigo como lo habían prometido y Dean, había soltado el aire contenido en sus pulmones, como si estuviera dejándome ir.
Él no seguía en contacto conmigo pero, me había dicho que si alguna vez volvía, no dudara en llamarle. Eso, me hizo sonreír. No iba a volver. No volvería ni aunque me pagasen.
El jueves de esa semana, regresé al aeropuerto pero,... con destino diferente. Sacramento.
Cuando llegué, solamente quería dormir y esconderme en la habitación pero, Claire era como la pólvora.
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Durmiendo a su lado
Romance¿Qué se supone que tienes qué hacer cuando no tienes casa ni trabajo? Eso me pregunté yo. ¿A casa de tu mejor amiga? Imposible. Dafne compartía piso con unas cuatro chicas más, además de su novio, Louise. ¿Vas a donde vive tu novio? Ummm... tampoco...