Sus ojos me observaban y tragué saliva. ¿Por qué tenía que venir justamente en ese momento?
-Te vine a buscar.- informó.- Quedamos en que venía para ir juntos al restaurante. Me mandaste el número de la habitación media hora después de despedirnos ¿recuerdas?- preguntó, bajando un poco su voz.
Me alisé la camiseta y me miré, comprobando si estaba bien puesta. La rapidez con la que me la había puesto, me hizo ruborizarme.
No entendía el cambio total que había dado la situación. Me costaba asimilar que tenía delante a Dean cuando, no hacía ni cinco minutos estaba en la cama besando a un Andrew, sin camiseta.
Mi cabeza en ese momento no estaba preparada para analizar las expresiones de confusión en la cara de Dean y lo entendía. Pero, quería ignorarlo. Quería regresar al pasado y hacerle caso a Andrew e ignorar la puerta. Quería volver para seguir debajo de su cuerpo, comiéndomelo poco y a poco. Besando su cuello y pasando mis manos por sus gruesos hombros...
-Pensé que quizás antes de ir a Deliciuos podíamos ir a tomar un helado.- siguió hablando y conecté los cables de mi cabeza que los labios de Andrew habían desconectado.
Mierda.
Me siguió mirando con ojos esperanzados y asombro. Recordé su pregunta. Recordé la cita, recordé sus frases que me hacían sentir incomoda. Recordé a Andrew hace unos segundos...
Lo miré de reojo y pude comprobar cómo estaba sentado en el borde de la cama, con la camiseta puesta. Estaba a tan solo tres metros de distancia de la puerta, escuchando todo.
Mierda.
-Lea.- me dijo, Dean. Volví mis ojos hacia él y su ceño se frunció.- ¿Estás bien?- preguntó preocupado, dando un paso hacia mí. Pestañeé, reaccionando.
No quería pensar en lo que podría pasar en los siguientes minutos. Andrew y Dean en mi habitación no era algo que quería ver. Ni tampoco algo que pensaba que daba buenos resultados.
-Sí, estoy bien.- dije, después de unos segundos. Volví a tragar saliva lentamente, deseando que Dean desapareciese.- es que todavía no me he preparado y no sabía...-me interrumpió.
-No te preocupes. Tenemos tiempo.- dijo, mirando su reloj. –son las cinco menos... diez. Te puedo esperar.
Se me aceleró el corazón, sabiendo que no tenía escapatoria alguna. ¿Por qué me pasaba eso a mí?
-Dean...-empecé pero, Andrew intervino. Suspiré, sabiendo que ese momento había tardado mucho en llegar. Ahora si estaba jodida. ¿Por qué no le cerraba la puerta a Dean y me lanzaba al cuello de Andrew? Era una idea muy tentativa...
-Dean.- lo llamó, suavemente como si estuviera recordando quién era. Dean miró encima de mi hombroy sentí como el codo de Andrew tocaba el mío, posicionándose a mi lado, en la puerta.
Sus brazos se cruzaron y volví a tragar, profundamente. Dean no hablaba, abría la boca pero, la cerraba sin decir nada. Su ceño estaba fruncido y me miró de nuevo. Pero, a los segundos su mirada regresó al chico a mi lado.
-¿Qué haces aquí?- preguntó Andrew con una voz que no era fuerte, al contrario, era relajada, tranquila y paciente. Dean dejó de fruncir su ceño y sonrió, mirándome.
-Vine a buscar a Lea.- le respondió, haciendo que sintiera como si yo no estuviese. Andrew sonrió, lentamente. Giró su cabeza hacia mí y siguió sonriendo como si estuviera soltando felicidad por los poros. -¿Quién eres tú?- volvió a hablar, a los segundos.
El pasillo estaba vació en ese momento. Solamente se escuchaban algunas puertas abrirse o cerrarse.
Oh doble mierda....
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Durmiendo a su lado
Roman d'amour¿Qué se supone que tienes qué hacer cuando no tienes casa ni trabajo? Eso me pregunté yo. ¿A casa de tu mejor amiga? Imposible. Dafne compartía piso con unas cuatro chicas más, además de su novio, Louise. ¿Vas a donde vive tu novio? Ummm... tampoco...